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As you can see. Polish Art Today

Magazine

28 marzo 2014
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As you can see. Polish Art Today


Mucho, ciertamente. Más de cien obras y de ochenta artistas actuales polacos en una colectiva organizada por el Museo de Arte Moderno de Varsovia (MSN para los amigos) en su sede temporal: un lugar que tiene su gracia e incluso su puntito de ternura, al menos para los que ya nos hemos vuelto un poco raritos, con el tiempo entre congelamientos invernales, añoranzas comunistas y regustillos con sabor a metal oxidado. Sus ventanales, con vistas al trasero del gran Palacio de la Cultura y la Ciencia, reciben al visitante presentando antes de entrar la primera obra de la muestra: un rostro femenino estilizado de Orlowska, mirando a la ciudad. Como un sello que siempre hubiera estado ahí. Buen comienzo.

Como no se puede hablar de todo (disculpen las ausencias) aplicaremos un criterio disparatado, mezcla del aleatorio practicado durante una visita saltarina, clasificado pero no por las “secciones” predeterminadas, sino en el orden que siguió la abajo firmante (véase: ambidiestra, despistada y sin orientación), con una selección efectuada entre el capricho de la memoria y la captura de un móvil desconchado, y aderezado todo con algunas gotas de reflexión de tarde de domingo.

Terror. El grotesco altar de Piotr Uklański nada más subir las escaleras. La violencia sorprendentemente decorativa, altamente simbólica de la obra de Ewa Axelrad: un biombo construido con escudos de policías antidisturbios; estética del terror, imagen espejo separando dos mundos, el bueno, el malo…¿cuál es cuál? Siguiendo, la aséptica, neutral, decorativa, impoluta serie fotográfica de Katarzyna Mirczak. Expuestos sobre fondo blanco, en marcos idénticos en color, grosor y tamaño, objetos recortados primorosamente… Un muestrario artístico sacado del Instituto Forense de Cracovia.

Ciencia. Igor Omulecki. Norman Leto. El ojo que descubre la belleza decorativa de la mirada microscópica, el minimalismo de las ondas acústicas ¿Vuelve el artista a la naturaleza? ¿renacimiento? ¿re-renacimiento? ¿requetevuelta de tuerca?

Geografía imaginaria. El estudio riguroso y documentado de las islas fantasmas de Agnieszka Kurant: invitación a un viaje a tiempos remotos, lugares míticos, allá cuando no se sabía todo (y de verdad se sabía tanto) y la imaginación tenía su lugar y quehacer. Otra isla, ahora negra (¿contrapunto o armonía?) a sus espaldas. Suspendida en el aire, con un movimiento casi humanamente respiratorio, abduciendo hacia un agujero negro (negro petróleo, no carbón). Obra de Aleksandra Wasilkowska, un Tánatos a la inversa, un juego en un mundo al revés.

Objetos. Los taburetes retorcidos, contorsionados, imposibles de Monika Sosnowska. Despojados de su función, convertidos en un amasijo artístico (no sé cuál de los dos términos debiera entrecomillar). Foucault homenajeado por Mirosław Bałka. Las palabras, las cosas. La goma suspendida desde el techo, agitando nuestros pensamientos con los movimientos imprevisibles provocados por la fuerza hidráulica. Péndulo desquiciado. Witek Orski y su tríptico de carne cruda, fotografiado, descontextualizado (extirpado), impolutamente enmarcado; extrañamiento de la carne como objeto. Demasiado real: atracción y rechazo. Buena jugada. La acumulación de objetos reales, inventados, o reinventados surrealmente propuesta por el dúo BRACIA. La luz, el zumbido de las moscas, la escenografía de lo cotidianamente desechable e inquietante. La vida, no en sino un cubo de basura.

Humor, denuncia. Paweł Althamer ataviado como Koziołek Matołek, el personaje de animación de los años 30 que «po szerokim szukać świecie tego, co jest bardzo blisko» (“por el ancho mundo busca lo que está tan cerca”) atravesando Brasilia, manifestándose, durmiendo en su cuarto de noche. El héroe-cabra humanizado, con su tripita, su mensaje directo. Koziolek Matołek reconstruido, re-interpretado, presente, solemne: inconfundible Althamer. Co widać. As you can see. Como puedes ver. Y no sólo, ni mucho menos.

Por su afición a coleccionar experiencias y complicarse la vida, acabó dando con sus huesos en Varsovia, donde reside desde 2004. Después de estudiar demasiadas cosas, descubrió por fin que se aprende haciendo, viendo, sintiendo, escuchando, dialogando, experimentando: de los sentidos al cerebro, …más que nada porque el camino contrario suele darle dolores de cabeza. No entiende un arte sin el otro, los discursos complejos que no llevan a nada, la mañana sin desayuno, la gente que no escucha música, y el mundo sin sentido del humor. Por lo demás, se considera tolerante.

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