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El desorden del discurso

Magazine

01 marzo 2021
Tema del Mes: RuinaEditor/a Residente: Marla Jacarilla

El desorden del discurso

Política de la ruina y de la obsolescencia

… o sí, porque existe cierta contradicción en pensar y escribir sobre la obsolescencia y la ruina mediante un texto bien construido: con su presentación, su desarrollo y su conclusión. Como si fuera un edificio (ya lo decía Proust en su catedral textual), me parece falto de sensibilidad (llámese “rigor”, si se quiere, o falta de política lingüística) querer construir un texto para hablar de dos nociones que remiten, precisamente, a la deconstrucción: la ruina y la obsolescencia remiten, en efecto, a la deconstrucción de algo concebido como una totalidad espacial y como una totalidad temporal. Ya sea un edificio, un útil, un ente cualquiera, también un texto como una totalidad de sentido, espacial y temporal. Totalidad como unidad, como presencia.

… siempre a veces. Quizá también aquello que decía Blanchot cuando escribía que debe existir cierta complicidad entre el texto y aquello de lo que habla, más allá del contenido. O para decirlo en términos que he ido trabajando desde hace años: la manera en que se dice algo significa más que aquello que se dice. El cómo del texto es, por ello, un elemento de mayor importancia en la política del sentido que el contenido mismo de lo que se quiere compartir. Rancière escribe: “Lo que hemos comprobado, finalmente, es que el efecto político de una teoría depende menos del contenido de sus enunciados que de la posición de enunciación que adopta”. Y de ahí, una teoría de la escritura perfectamente aplicable a este mismo texto sobre la ruina y la obsolescencia: “tal y como el proletario se desdobla en sí mismo y en burgués, tal y como el plebeyo se des­dobla en sí mismo y en patricio, aquí también se produce un desdoblamiento en el seno del lengua­je. Se produce un desdoblamiento entre, por una parte, la teoría, el contenido y, por otra parte, la praxis, los modos de enunciación: el ‘cómo’ de la escritura se desdobla entonces en sí mismo y en el ‘qué’ para interrumpir esa desigualdad de sentido en la comunidad textual. La praxis del lenguaje le diría entonces a la teoría: ‘yo como tú’ (yo también cuento en el recuento del texto, yo también tengo capacidad de sentido, yo tam­bién hago política, etc.)”[1]Jacques Rancière, primero; luego, yo mismo. Véase Jacques Rancière y Javier Bassas, El litigio de las palabras. Diálogo sobre la política del lenguaje, NED Ediciones, Barcelona, 2019, pág. 12 y … Continue reading. Como si, de la ruina y la obsolescencia, solo se pudiera construir un texto desde la ruina y la obsolescencia: sin totalidad efectiva, por fragmentos, suspendiendo su causa finalis.

… de igual manera que hay materiales aquí (apuntes, citas, reflexiones), pero no hay texto si entendemos por “texto” esa unidad de sentido construida que se presenta, se desarrolla y se concluye. Aquí no hay “texto” en ese sentido. Hay otros sentidos, como aquel que recoge el eco de otras voces porque el eco es, también, como la ruina de la voz. De igual manera que nuestra voz habla aquí de la ruina y de la obsolescencia retomando el eco de otras voces: aquí –en un aquí de pensamiento y escritura deconstruido– no se empieza nada ni se quiere construir nada para ninguna finalidad precisa. Retomando a Foucault: “En el discurso que hoy debo pronunciar, y en todos aquellos que, quizás durante años, habré de pronunciar aquí, hubiera preferido poder deslizarme subrepticiamente. Más que tomar la palabra, hubiera preferido verme envuelto por ella y transportado más allá de todo posible inicio. Me hubiera gustado darme cuenta de que, en el momento de ponerme a hablar, ya me precedía una voz sin nombre desde hacía mucho tiempo: me habría bastado entonces con encadenar, proseguir la frase, introducirme sin ser advertido en sus intersticios, como si ella me hubiera hecho señas quedándose, un momento, interrumpida. No habría habido, por tanto, inicio; y en lugar de ser aquel de quien procede el discurso, yo sería más bien una pequeña laguna en el azar de su desarrollo, el punto de su desaparición posible”[2]Michel Foucault, L’ordre du discours, Gallimard, París, 1971, pág. 7-9. Retomamos la traducción castellana de Alberto González, El orden del discurso, Tusquests eds., Buenos Aires, 1992. De … Continue reading.

Retomando y desplazando a Foucault. Porque mi falta de inicio, mi ruina de texto obsoleto, el eco de la voz que se va hilando aquí no se debe al orden del discurso que desarrollará esa cita de Foucault. La falta de inicio se debe aquí al desorden del discurso, a lo indeterminado que contiene la política de la ruina y de la obsolescencia.

… y antes de mi voz también está la voz de Derrida: “Es como una ruina que no viene después de la obra sino que queda producida, desde el origen, por el advenimiento y la estructura de la obra. En el origen, hubo ruina. Al origen le llega la ruina, ella le llega primero, en el origen. Sin promesa de restauración” [3]Jacques Derrida, Mémoires d’aveugle. L’autoportrait et autres ruines, Éds. de la Réunion des Musées Nationaux, París, 1990, pág. 69. He traducido como solo se puede traducir a Derrida, … Continue reading. La política de la ruina es la ruina del origen, de la presencia, de la subjetividad. La ruina de todo texto hablando de la ruina.

(…)

… para estar de acuerdo con ese arte a contratiempo de Miguel A. Hernández, porque estamos en las ruinas de la Modernidad. Diría también que la Posmodernidad es como la Modernidad obsoleta. Pero esa es nuestra dicha porque “… es en los desechos, en la catástrofe, en el fósil del fetiche, en la ruina de los sueños donde Benjamin encuentra las energías necesarias para la revolución. En esos ‘desechos de historia’, Benjamin observa un verdadero potencial. Con la obsolescencia de los objetos, con la revelación de su rostro oculto, podríamos decir que también se ‘destilan’ los sueños. En cierta manera los sueños, las promesas, al verse como fracasados, como incumplidos, se identifican claramente. Y se constata claramente que siguen siendo sueños y promesas, es decir, que la historia sigue abierta. Es al verlos como destruidos cuando realmente aparece su potencia” [4]Miguel Ángel Hernández, El arte a contratiempo. Historia, obsolescencia, estéticas migratorias, ed. Akal, Madrid, 2020, pág. 56. Libro crucial para entender el arte contemporáneo desde la … Continue reading

La época en que vivimos, en arte-literatura-filosofía-política-etc., solo ahí tiene su potencia: señalar la política de la ruina y de la obsolescencia es recobrar el tiempo perdido, es reescribir la Historia de tal manera que siga abierta y, por tanto, en la indeterminación del sentido…

… porque “esta referencia a la crítica al progreso de Benjamin […] se ha convertido en un lugar común en la historia del arte contemporáneo, que sigue tomando esa actitud de rescate de lo obsoleto y lo pasado de moda como una posición crítica. Sin embargo, […] los cambios en las políticas de producción y la consolidación de la estrategia de la obsolescencia programada transforman por completo el sentido crítico del empleo del pasado, que ahora acaba siendo integrado en la propia lógica del consumo. […] Se trataría de buscar los modos de eludir la integración o, al menos, ser conscientes de sus peligros, identificarlos, combatirlos, establecer una distancia crítica, evitar por todos los medios que nos ciegue la nostalgia” [5]Ibidem, págs. 44 y 49..

… aunque no así, porque no se trataría tanto de “ser conscientes”, de “distancia crítica”.  Se trataría de algo así como vivir obsoletamente (“Il faut être absolument obsolète”, diría hoy Rimbaud), con una subjetividad arruinada, viviendo como las ruinas y todo lo obsoleto. Se trataría de ir suspendiendo la determinación en todos sus niveles, vivir en esa circulación oceánica entre lo que soy, mis determinaciones, y lo que no soy, la indeterminación de la ruina que está ahí en el origen, como la mirada infinita a un útil obsoleto que nos habla desde otro tiempo…

Louise Ackermann escribe…

Jeté par le hasard sur un vieux globe infime,
A l’abandon, perdu comme en un océan,
Je surnage un moment et flotte à fleur d’abîme,
Épave du néant.

Arrojado por el azar en un viejo globo ínfimo,
Al abandono, perdido como en un océano,
Sobrenado un momento y floto a flor de abismo,
Pecio de la nada.

… a eso se referiría quizá el in-between de Rancière [6]“Un proceso de subjetivación es así un proceso de desidentificación o de desclasificación. O dicho de otra manera, un sujeto es un in-between, un entre-dos”, en J. Rancière, Aux bords du … Continue reading, la circulación entre lo determinado y lo indeterminado que voy proponiendo, la práctica de la emancipación y, también, el arte político cuando…

 

Ruina y obsolescencia de una película que muestran otros tiempos de la imagen. Fotograma de Light is calling (35mm, 8 min, 2004) de Bill Morrison.

(Imagen destacada: Fuego político: ruinas y obsolescencia de los contenedores urbanos).

 

References
1 Jacques Rancière, primero; luego, yo mismo. Véase Jacques Rancière y Javier Bassas, El litigio de las palabras. Diálogo sobre la política del lenguaje, NED Ediciones, Barcelona, 2019, pág. 12 y 13.
2 Michel Foucault, L’ordre du discours, Gallimard, París, 1971, pág. 7-9. Retomamos la traducción castellana de Alberto González, El orden del discurso, Tusquests eds., Buenos Aires, 1992. De hecho, este libro reproduce la Lección inaugural de Foucault en el Collège de France, pronunciada el 2 de diciembre de 1970.
3 Jacques Derrida, Mémoires d’aveugle. L’autoportrait et autres ruines, Éds. de la Réunion des Musées Nationaux, París, 1990, pág. 69. He traducido como solo se puede traducir a Derrida, arruinando el original que dice: “C’est comme une ruine qui ne vient pas après l’œuvre mais reste produite, dès l’origine, par l’avènement et la structure de l’œuvre. À l’origine il y eut la ruine. À l’origine arrive la ruine, elle est ce qui lui arrive d’abord, à l’origine. Sans promesse de restauration”.
4 Miguel Ángel Hernández, El arte a contratiempo. Historia, obsolescencia, estéticas migratorias, ed. Akal, Madrid, 2020, pág. 56. Libro crucial para entender el arte contemporáneo desde la obsolescencia, libro con el que he hecho aquí un montaje de citas.
5 Ibidem, págs. 44 y 49.
6 “Un proceso de subjetivación es así un proceso de desidentificación o de desclasificación. O dicho de otra manera, un sujeto es un in-between, un entre-dos”, en J. Rancière, Aux bords du politique, Gallimard, col. Folio, París, 1998, pág. 119.

Javier Bassas enseña en el departamento de Estudios franceses de la Universidad de Barcelona. Ha editado diferentes volúmenes de literatura y pensamiento francés con diversas editoriales. Se ha especializado en la obra de J. Rancière, J. Derrida i J.-L. Marion. Fue co-director de la Jornadas Filosóficas de Barcelona (2010-2017) y de la Nuit des Idées (2018 y 2021). Recientemente ha publicado «Jacques Rancière. El ensayo de la igualdad» (Gedisa, 2017; en castellano, 2019) y un diálogo con el propio J. Rancière titulado «El litigio de las palabras. Diálogo sobre la política del lenguaje» (NED, 2019; en francés, «Les mots et les torts», La Fabrique, 2021). Acaba de fundar, con Raquel Friera, el Instituto del Tiempo Suspendido — www.institutodeltiemposuspendido.es

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