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El Norte queda a 35 cm del suelo

Magazine

11 abril 2013
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El Norte queda a 35 cm del suelo

A Glenn Gould (1932-1982) se le suele recordar por su peculiar manera de tocar el piano, sobre una silla que apenas se levantaba treinta y cinco centímetros del suelo; por su sempiternos jerseys ya fuese invierno o verano; por su costumbre de levantar una mano que dialogaba con él mientras la otra seguía sobre las teclas; por su fobia social; hasta por ser el intérprete predilecto de Hannibal Lecter. Sin embargo, pocos se aventuran a ir más allá y descubrir que el bajo asiento le permitía arrastrar las teclas en lugar de golpearlas pues estaba convencido, al igual que su maestro Alberto Guerrero, de que esta técnica mejoraba cada sonido. Una faceta, la de investigador, la de pensador, que, admirador como era de Arnold Schönberg, le llevó a experimentar sobre las posibilidades de la técnica como medio de comunicación musical. Reinterpretaciones en estudio y una rigurosa introspección, como apunta la comisaria de la muestra Anna Cestelli, «centrada en la no-presencia», dieron como resultado lo que se ha definido como un enamoramiento entre Gould y el micrófono; la «transmisión del pensamiento como pura voz». Esta es la base de la que parte la muestra HUM, de Massimo Bertolini y el barítono Nicholas Isherwood, exposición que estos días se puede visitar en el MARCO de Vigo y que rinde homenaje al trabajo científico y especulativo del genial intérprete canadiense.

HUM y Singing North son las obras del proyecto que Bartolini e Isherwood presentan junto con un nuevo trabajo realizado específicamente para MARCO, la performance Lettura, una lectura en voz alta de la novela de Thomas Bernhard El malogrado, obra que el escritor dedicó a Gould tras la muerte de este. Como complemento, el día de la inauguración se realizó la retransmisión online de ‘Phonology of Noise: The Voice as sound object’ –un metaevento cuya grabación puede ser escuchada en la web de Radical Matters– y en la que se muestra una selección de obras, desde finales de los años setenta, centradas en la manipulación de la voz como objeto sonoro. Poesía sonora, música experimental, acusmática, metafonía, accionismo sonoro y avant-garde black metal son algunas de las corrientes experimentales que pueden oírse en esta grabación de casi dos horas.

HUM, (2012), grabación en copia única sobre vinilo de doce pulgadas formato picture disc, viene del vocablo inglés humming (tarareo) y está construida a partir de la segunda versión que en 1981 Gould llevó a cabo de las Variaciones Goldberg de Bach. En ella, se escucha al compás de la música el tarareo del propio Gould al tocar el piano, un acto inconsciente que se incorpora al disco final modificando de esta manera la relación habitual entre una obra clásica musical y su audiencia. La voz de Gould se muestra como un elemento perturbador del sistema, nos obliga a realizar zooms acústicos para saber qué ocurre más allá de las notas y podemos llegar en ocasiones a sentir la presencia física del intérprete, lo que trastoca nuestra experiencia de escucha. Este canturreo amotinador es lo extraído por Bartolini e Isherwood para su instalación acústica HUM. En el DVD del catálogo se puede apreciar cómo fue la sesión de grabación: Isherwood sentado delante de un ordenador –en el que se ve el vídeo de las Variaciones con Gould al piano–, materializa en su voz las expresiones vocales de Gould, convirtiendo a este en una suerte de partitura en una grabación en estudio que se trata de una completa obra preformativa. Un complejo ejercicio de intertextualidad se da entonces haciendo que el autor se difumine quedando únicamente la voz –«ausencia del sujeto, ausencia de narrador»– en la tradición de la mejor poesía sonora.

Singing North, (2012), micrófono con pie y altavoces, es un collage textual compuesto e interpretado por Isherwod a partir del texto radiofónico The idea of North (1967) primera parte de la trilogía Solitude Trilogy; una colección de tres documentales de radio de una hora de duración, producidos por Gould entre 1967 y 1977 para la Canadian Broadcasting Corporation. En ellos se refleja el concepto de «retirada del mundo» y, en este primero en particular, se plantea a nivel filosófico y geográfico qué es el concepto de «norte». Palabras y fragmentos fonéticos, así como los clics, silbidos y otras manipulaciones vocales forman esta grabación sonora para la que Isherwood ha logrado crear un texto poético –«imitaciones ficcionales» en palabras de Johnatan Culler– a través de los testimonios radiofónicos que «dice», y por lo tanto no «aplasta», a lo largo de poco más de quince minutos.

La voz es sin duda la gran protagonista de esta muestra. Su transformación acústica, como sonido familiar y cauce de sonoridad que es, adquiere, en el momento en que la totalidad del campo sonoro es considerada, una presencia o inteligencia resonante como Carolyn Abbate apuntó en su momento. Bartolini e Isherwood consiguen que la voz vaya y venga como ente autónomo de autor o creador dejándola que tenga un instante fuera de su lugar.

Hace mucho tiempo comenzó Bellas Artes en Salamanca y la acabó en Valencia, donde, en último curso, un profesor le dijo: «Susana, ¿no has pensado en dedicarte a la escritura?». Ella contestó con un lacónico «no» y se marchó a especializarse en sonología a La Haya. Actualmente, sigue loca por el arte sonoro pero se gana la vida como editora, redactora y «ghostwriter» en editoriales, revistas y otros lugares. Ahora sabe que tal vez, solo tal vez, aquel «no» pudiera ser que fuese precipitado.

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