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Escribir sobre Zona Maco

Magazine

23 abril 2013
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Escribir sobre Zona Maco

La décima edición de Zona Maco, la Feria de arte contemporáneo de México, cerró el pasado 14 de abril sus puertas tras cinco días de intensa actividad, que trascendió el recinto ferial y se desplegó por el Distrito Federal en forma de nuevas iniciativas y proyectos, en museos, galerías o espacios independientes. Maite Garbayo reúne a Guillermo Santamarina, curador independiente, artista y director del MUCA Roma; Paola Santoscoy, curadora y actual directora del Museo Experimental el Eco en la ciudad de México; Daniel Montero, crítico de arte y responsable de Campus Expandido (MUAC) y a Jorge Satorre, artista, para recabar sus opiniones sobre la feria. Esto es lo que nos cuenta.

En general, escribir sobre una feria no resulta en absoluto excitante. A no ser que se realice un profundo análisis crítico de las particularidades sociales, políticas y económicas del contexto en el que tiene lugar y, sobre todo, de cuál es su incidencia en el entramado artístico local e internacional.

Zona Maco es a priori una feria más: al entrar por la puerta, una renuncia de forma apriorística a cualquier promesa de “goce” estético. Si de vez en cuando se inauguran exposiciones cuya visita es verdaderamente placentera -estética y críticamente hablando-, el modelo feria es un hipermercado del arte -de nuevo estéticamente hablando- en el que se entremezclan algunas propuestas interesantes (siempre descontextualizadas), con toda una serie de objetos que conducen a repensar seriamente en la sobreproducción que obviamente nos asola, y que seguramente va de la mano de una creciente desideologización de los planteamientos formales. Predomina la acumulación de objetos vendibles: mucha materia pictórica, saturación en los stands, y ciertos dejes de barroquismo acrítico.

Dicen que México es un mercado boyante, y las galerías, en general, parecen satisfechas con su participación en la feria, incluidas las 14 españolas que este año han tenido su stand en Zona Maco. Es un mercado que se internacionaliza cada vez más, como muestra el hecho de que en la presente edición, tan solo el 35% de las galerías han sido mexicanas. Más allá de la parte comercial, en la que no entro por desconocimiento y cierta falta de interés, Zona Maco es remarcable porque, como ocurre con ARCO en Madrid, centraliza geográfica y temporalmente gran parte de los eventos y propuestas de arte contemporáneo en México.

La feria es, en definitiva, un evento importante para muchos de los agentes del arte en México: inyecta energía; posibilita encuentros entre personas y propuestas locales y foráneas; se organizan eventos paralelos, algunos de ellos ciertamente interesantes… Pero al mismo tiempo, y con más de una década de andadura, a pesar de que impulsa la aparición de ciertas iniciativas, como señala Guillermo Santamarina, parece que éstas no llegan realmente a fortalecerse.

Para Paola Santoscoy sería necesario abrir la pregunta sobre la pertinencia en México de otro tipo de evento internacional que no pasase únicamente por la parte comercial, como por ejemplo una Bienal. Considera que Zona Maco propicia un espacio de diálogo y encuentro necesario, y valora positivamente el hecho de que la figura curatorial haya ido cobrando importancia con secciones como Zona Maco Sur o Nuevas Propuestas, lo que sube el nivel del conjunto de la feria y de lo que en ella se presenta.

Daniel Montero tiene muy claro que Zona Maco viene a suplir la falta de un evento aglutinador capaz de generar y activar nuevas relaciones nacionales e internacionales. Esto provoca que lo que sucede en torno a la feria adquiera cada vez mayor relevancia, y que el tiempo y el espacio de los sujetos y las instituciones se pongan al servicio de Maco.

Las opiniones, en general, coinciden en señalar la necesidad de pensar alternativas que propicien el encuentro y el debate desde otros lugares. Ya existe el SITAC (Simposio Internacional de Teoría sobre Arte Contemporáneo), cuya XI edición tendrá lugar en septiembre, pero una Bienal Internacional es algo que se viene planteando, y que en opinión de Guillermo Santamarina, debería partir de un proceso de análisis que obstaculice la posibilidad de terminar sirviendo a intereses particulares o a las especulaciones del partido político en el poder.

Para Jorge Satorre es absurdo pretender que la celebración de una feria pueda ofrecernos contenido, aunque es obvio que se muestran algunos trabajos interesantes y que las instituciones de la ciudad hacen coincidir sus inauguraciones con las fechas de la feria para obtener cierta visibilidad internacional. Según él, existe el riesgo de que todos estos esfuerzos terminen anulados y fagocitados por el desbordamiento de eventos como desayunos, inauguraciones o fiestas varias, en las que la música, por cierto, como bien apunta Santamarina, dejaba bastante que desear.

Esto es, finalmente, lo que parece primar en estos días de feria. Quizá, las copas gratuitas y un aderezo de banalidad contribuyan a facilitar la transacción comercial, que es, no conviene olvidarlo, la razón de ser de toda feria.

Maite Garbayo es escritora e investigadora. La historia del arte, la teoría crítica feminista o el psicoanálisis son algunas de sus herramientas de trabajo. Compagina la investigación y la escritura con periodos de docencia. Actualmente realiza su tesis doctoral y es editora de la revista {Pipa}.

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