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Greater New York, La Otra Cara

Magazine

14 septiembre 2010

Greater New York, La Otra Cara

Después de la bienal del Whitney, PS.1 se convierte en el lugar donde encontrar otra gran cantidad de obras con la voluntad de contar algo. Greater New York es una exposición que quiere explicar, desde el arte, lo que es -o puede ser- el arte.


Si hace unos números en estas mismas líneas dejaba constancia de la Whitney Biennial, como trazo de un contexto enrarecido, la llegada del verano y cierta afición por la novedad hacen girar las miradas al MoMA PS.1 y al trabajo hecho por su director Klaus Biesenbach, que junto Connie Butler, comisaria en jefe de la sección de dibujos del MoMA y con la ayuda de Neville Wakefield, han organizado esta batidora de propuestas. Ya que esto no es tanto un evento aislado como un festival de arte, donde conviven desde obra producida in-situ, una expo-resumen de los últimos cinco años en Nueva York, open studios o hasta la inclusión de una “rotating gallery” donde se da espacio a una lista de comisarias que trabajan fuera de las redes de la institución. Kate Fowle (ici-exhibitions.org) o Cecilia Alemani entre ellas.

Si bien es cierto que tanto la Whitney Biennial como el Greater New York se han fijado sobre algunos mismos nombres, resulta sorprendente como el contexto o la obra escogida puede hacer girar la balanza de los sentidos hacia otro significado. Hay nombres que se repiten: Aki Sasamoto (performance-instalación), Tauba Auberbach (las telas de trompe l’oeil) David Adamo (escultura-madera), Rashaad Newsome (danza-apropiación), Bruce High Quality Foundation (los chicos malos) o Sharon Hayes (video-activismo). Quizá sea esta última quien más ha ganado con su presentación del ciclo completo de “Revolutionary Love: I Am Your Worst Fear, I Am Your Best Fantasy” (2008), una video-instalación donde activistas gays leen un manifiesto por la libertad sexual escrito por la misma artista y “actuado” frente las convenciones demócrata (I Am Your Worst Fear) y republicana (I Am Your Best Fantasy). No tan solo es una conquista del espacio público y del discurso político sino también una expresión de la militancia queer, que en su traducción expositiva a ganado un aire de festividad gracias a la presencia de globos de colores con la palabra “gay” inscrita, como si la manifestación hubiera cruzado ese mismo espacio.

Sería imposible no destacar las afinidades que agrupa el PS.1 con las que agrupó el Whitney. Si la Bienal del Museo Americano se definía por ciertos temas costumbristas americanos (suburbia, guerras, consumismo o mitologías recientes) el PS.1 basa su aproximación al arte de ahora, des de un punto de vista puramente artístico y en donde el contexto no encierra sino que enlaza. Des del artista hacia fuera: vida, individuo, lo efímero, creación, colaboración, participación, política e interacción social. Todos fluidos retenidos en la misma mancha de aceite en la que nuestra contemporaneidad insiste.

Entre los que bucean en sus intimidades destaca Leigh Ledare, y sus fotografías a modo de diario de la vida desnuda y sexual de su madre, o los collages de A. L. Steiner que cubren paredes con el mismo modo de archivo-diario vital. Aunque si alguien destaca en esta línea es Dani Leventhal con su video “54 Days This Winter 36 Days This Spring for 16 Minutes”. En el que la inmediatez y la fuerza de la cotidianidad atrapan a cualquiera en la intensidad de los 16 minutos.
Dentro de esta faceta del artista como su propio documentalista, Aki Sasamoto propone una interesante conexión con el artista como marginado. A partir de la carta de un casi desconocido hermano, en el que le anuncia su boda y su actual posición como juez, acaba por encomendarle a no hacer nada ilegal. A partir de aquí la artista japonesa buscara las maneras de hacer algo ilegal aunque sin saber que ya formaba parte de una relación enfermiza dentro de un triangulo en donde ella era constantemente robada, o chupada por un “mosquito”. El artista como ladrón, el artista como superviviente (Jean Genet).

Otro punto de transición entre el individuo y lo efímero, lo encontramos en el trabajo de Franklin Evans, que en su instalación ha salido de la tela expandiéndose hacia el espacio, conquistando la sala con geometrías tecnicolor. Sorprende la distancia con su pintura habitual, esa abstracción paisajista en donde abundan los detalles de figuras con referentes oníricos que ya ha inundado muchos estudios (Hernan Bass, Verne Dawson). Otro apunte sobre pintura: no se pierdan la homo-erótica de Leidy Churchman y sus escenas de óleo sobre madera (este tipo de composiciones, madera mediante, han hallado su éxito, vean en esta misma línea el trabajo de Alison Elizabeth Taylor).

Sobre el discurso de la creación como espacio de colaboración, uno de los proyectos que destaca es el de Guido van der Werve y su intención de crear una orquestra (programada para Octubre). ¿Qué otra manifestación artística expresa mejor ese sentido de comunidad creativa? Más allá de los colectivos de artistas, la voluntad de llevar la creatividad al punto donde la firma es colectiva, forma parte no tan solo de las rutas que existen en los diversos contextos del arte sino también de un reto social, donde por encima del individuo se sitúe el colectivo. La colectividad como forma de autoría, gana sentido cuando se cruza con el compromiso social, así Atlas of Radical Cartography, sigue esa vía por la que la globalización tenía que ser analizada, criticada y al fin reformulada. El lenguaje de los mapas forma parte ya de un tipo de arte (conceptual, militante, alter-mundialista) que sin haber desarrollado totalmente su potencialidad, ha encontrado su sitio dentro de la institución-arte a coste de ser desactivado, momificado y abandonado al pasillo que lleva al baño.

Y es que Klaus Biesenbach, flamante nuevo director del PS.1 ha sabido dejar claro que nadie podrá con él. Su fuerza ya se ha hecho notar en sus confrontaciones públicas con Marina Abramovic o Ann Liv Young. Dejando en evidencia a la primera, ya que según él, sin gafas no podía ver a ninguna de las más de 1.500 personas que se sentaron delante de ella en su retrospectiva del MoMA. Y a la segunda cuando apagó las luces durante su performance en el PS.1 por el contenido altamente sexual (la Young se masturba en público). El mejor comisario es el que dirige hasta sus mismos críticos.

En cuanto al espacio dedicado a instalaciones de larga duración (espacio ocupado hasta el momento por la piscina de Leandro Elrich) encontramos ahora la acción de David Brooks, un bosque tropical inundado por cemento, en lo que es, evidentemente, una reflexión sobre nuestro planeta, naturaleza y humanidad. Digo acción ya que no es seguro que permanezca inmóvil. Al contrario, como él mismo cuenta en un proyecto similar con una planta de aloe vera, esta siguió creciendo más allá del cemento. En un futuro próximo, la interacción no tan solo social sino también con lo natural pasará a ser esencial para el crecimiento humano.

Pero si algo luce en este Gran Nueva York es el ánimo de quiénes se encaminan a una nueva zona del arte, gente como Ryan McNamara que ha aprovechado su participación para aprender danza, invitando a profesionales y convirtiendo cualquier rincón del PS.1 en un estudio móvil. Esto es experiencia más que performance, vida más que arte. Y por supuesto un nuevo comenzar para aquellos que como Conrad Ventur, hacen una ruta similar entre arte y existencia. En su obra, simple, envolvente y elegante Ventur proyecta un video de Shirley Bassey cantando “This Is My Life” que a través de prismas de cristal dispara luz, color, música e imagen hacia las paredes de una pequeña casi imperceptible habitación. Cuando lo que se quiere es generar experiencias o retener momentos, los formatos que han conducido el último arte se agotan y nacen las situaciones en donde retar la codificación de nuestras experiencias. (Existe una genealogía que explorar).

Si el Whitney explotaba el sentimiento de desidia, de frustración hacia una realidad que nos ha traicionado. El PS.1 nos lanza a la mar y a la mancha de aceite en donde todos somos náufragos o inmigrantes en transición. Así podemos entender que las fotografías de Xaviera Simmons de fugitivos en alta mar presidan la entrada y nos reciban y despidan, con este sentimiento de que ancha es la mar y múltiples los caminos para llegar a descubrir nuevos territorios.

Xavi Acarín está fascinado con la experiencia como motor de la cultura contemporánea. Ha trabajado para centros de arte y organizaciones culturales tanto en Barcelona como en Nueva York, con especial atención a la performance y a la instalación.

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