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La identidad como mascarada

Magazine

09 enero 2012

La identidad como mascarada

En La Virreina, Claude Cahun, sus múltiples lecturas y juegos de identidad se presentan en exposición. La vida, la producción artística y el trabajo en colaboración confluyen en un recorrido poliédrico que documenta una trayectoria que, por su complejidad, nunca fue del agrado de la tradición historicista y dominante en el arte y la cultura.


Toda aproximación a la figura de Claude Cahun está marcada por décadas de desconocimiento. La invisibilidad de su trabajo hasta bien entrados los ochenta provoca que el tardío reconocimiento conduzca a una suerte de mitificación tanto de su persona como de su vida y sus producciones. Aunque avanzados y excepcionales para su tiempo, los trabajos de Cahun se insertaron en un contexto concreto. Por un lado, durante los años veinte y treinta, el campo psicoanalítico europeo se vio animado por los debates sobre la sexualidad femenina. En 1929, la psicoanalista inglesa Joan Rivière pronunció su ya célebre conferencia “La feminidad como mascarada”, en la que analiza por primera vez la feminidad como aparato performativo y explora un nuevo tipo de mujer al que definirá como intermedia por manifestar rasgos del sexo opuesto. En 1929 están fechadas numerosas fotografías en las que Cahun aborda no solo la construcción de la identidad, sino la propia máscara como objeto simbólico de deconstrucción identitaria. La máscara, el disfraz, el artificio: estrategias que exploran los límites de un cuerpo que a través de ellas se torna inesencial.

También en 1929, ella misma se encarga de traducir al francés algunos escritos de Henry Havelock Ellis, cuyas controvertidas teorías sobre la sexualidad abordaban, entre otros muchos asuntos, la posibilidad de un tercer sexo. “¿Masculino? ¿Femenino? Pues depende del caso… El neutro es el único género que siempre me encaja” – escribe Cahun en «Aveux non avenus» (1930).

La cercanía de la artista al grupo de surrealistas parisinos, documentada en las vitrinas archivísticas que se despliegan en la exposición, es otro punto a tener en cuenta. La obra y la vida de Cahun son “excepcionales” también dentro de ese contexto, por su condición de “mujer” y lesbiana y por haber, realmente, superado cualquier división entre arte y vida. Sin embargo, otros autores, como Man Ray y en especial Marcel Duchamp, habían explorado la cuestión del travestismo desde principios de los años veinte, por lo que las performances fotográficas de Cahun se insertan también dentro de una cierta tradición de época.

La exposición muestra aquello que aquí aún no había sido mostrado. Viene del Jeu de Paume de París y ha sido comisariada por Juan Vicente Aliaga y François Leperlier, biógrafo de Cahun y responsable en gran medida de abrir el camino de su recuperación. Parte de la muestra gira en torno a la relación que mantuvo con Marcel Moore (pseudónimo de Suzanne Malherbe), su hermanastra y amante durante toda su vida. Este vínculo, tantas veces obviado en los sucesivos rescates de su trabajo, aparecía ya en la exposición que la Tate Modern le dedicó en 2006, donde se le otorgaba bastante más relevancia que aquí.

La muestra de la Virreina se completa con un programa de conversaciones y proyecciones organizado por “Screen from Barcelona”. La segunda sesión, “Autorretrato a cuatro manos: performatividad afectiva”, se centró en la relación Cahun-Moore a través de la proyección del documental de Barbara Hammer «Love Other: The Story of Claude Cahun and Marcel Moore» (2006). Si se trata de un autorretrato a cuatro manos, dejaría de ser un autorretrato para convertirse en un proyecto en colaboración. Las biografías de ambas parecen sugerir que una autoría unívoca sería bastante difícil de establecer. ¿Cahun posa?, ¿Moore la retrata?. Cahun escribe «Aveux non avenus» (1930), ambas realizan los collages fotográficos que completan la publicación. En 1922 la pareja se instala en París, donde permanecerán hasta 1937, año de su traslado a la isla de Jersey. Siempre juntas, el proyecto artístico-vital de ambas alude a una autoría compartida, o más aún, a una disolución de la misma. Sin embargo, algunas relecturas de su vida y su obra en clave de pareja creadora corren el riesgo de caer en una exaltación del amor romántico que, por muy lésbico que sea, podría resultar reaccionaria.

La exposición no deja de ser un nuevo intento de recuperación de la figura de Claude Cahun, a través del planteamiento de diversas relecturas de sus interdisciplinarios trabajos. Por ello, el material de archivo, como viene siendo habitual en este tipo de muestras, ocupa un lugar importante. Quizá el logro más significativo del proyecto sea el de no establecer ninguna línea divisoria entre las prácticas consideradas artísticas y el recorrido vital de Cahun y también de Moore. Fotografías, dibujos, collages y archivos están impregnados de vida cotidiana. Por lo demás, la exposición, aunque completa y acertada en el abordaje de las diversificadas propuestas de Cahun, no aporta mucho más a aquello que en las últimas décadas se ha dicho sobre ella. Tampoco es fácil.

Es interesante la parte dedicada a la producción objetual, bastante menos conocida que las fotoperformances. Las “combinaciones de objetos”, fechadas en su mayoría a mediados de los años treinta, podrían enmarcarse dentro de un Surrealismo al que la artista perteneció sin pertenecer. Aunque estuvo inserta en el ambiente artístico parisino de la época y participó en alguna de las exposiciones surrealistas, su figura fue lo suficientemente singular como para no ser incluida en ningún movimiento concreto. “… Me mantengo anárquica”, escribía en una carta a Bretón fechada en 1953.

Llaman también la atención los fotomontajes de Aveux non avenus, que aunque contienen un deje surrealista, incorporan algunas cuestiones omnipresentes en los trabajos de Cahun (o Cahun-Moore), como la duplicación, los juegos de espejos o la teatralización de una identidad inexistente. En muchos de ellos, el cuerpo aparece fragmentado, pero la forma de tratarlo se aleja de la fragmentación cosificadora del cuerpo femenino que perpetraron algunos varones del surrealismo.

Durante su estancia en la isla de Jersey, ambas participaron activamente en la resistencia contra el nazismo. Desde su casa, situada frente al cuartel de las fuerzas de ocupación, iniciaron una campaña de contrapropaganda y diseñaron y realizaron diversos panfletos, algunos de los cuales pueden verse en la exposición. Fueron arrestadas por la Gestapo y estuvieron a punto de ser ejecutadas. Gran parte de sus producciones se perdieron durante el arresto.

Claude Cahun y Marcel Moore. Lucy Schwob y Suzanne Malherbe. La duplicación todo lo copa. Mi reflejo en el otro, el reflejo del otro en mí. La construcción de la identidad a partir de aquí, como repetición constante. A través del despliegue de una estrategia performativa que, desde finales de los años sesenta, con la irrupción de las teorías feministas dentro del ámbito artístico, no ha dejado de actualizarse y repensarse.

Maite Garbayo es escritora e investigadora. La historia del arte, la teoría crítica feminista o el psicoanálisis son algunas de sus herramientas de trabajo. Compagina la investigación y la escritura con periodos de docencia. Actualmente realiza su tesis doctoral y es editora de la revista {Pipa}.

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