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La red y el arte

Magazine

04 diciembre 2006

La red y el arte

Google compra Youtube. Plataformas parecidas intentan buscar definiciones más específicas. Democracy Tv se plantea como una cadena televisiva participativa, donde cada cual puede hacer sus programas. Vimeo intenta que sus participantes cuelguen vídeos hechos por ellos mismos. Y todos hablan de comunidad, de crear comunidad y de nueva democracia de la información. Y las “majors” americanas se han dado cuenta de que aquí estamos frente a una nueva situación, así que dejan de lado (es un decir) la lucha por los derechos en la difusión para convertirse en participantes de los nuevos modos de hacer.


Las palabras pierden sentido en esta nueva etapa de la red. El mercado se disfraza de comunidad, de herramientas y de posibilidades. Pero el mercado sigue siendo el mismo. Se trata del control, del control absoluto de las posibilidades (aún sin saber qué significan estas “posibilidades”). Los contenidos están en un segundo nivel, pero ya llegará su momento. Simplemente recordar que los derechos de los 65.000, 100.000 vídeos que los usuarios cuelgan en Youtube cada día (las cifras van cambiando a alta velocidad) están en manos de Youtube (ahora de Google), y que Thames & Hudson ha publicado un enorme libro a partir de las imágenes que cuelgan los usuarios en Fotolog.

También se puede observar la situación desde otro punto de vista, pensando en las posibilidades de comunicación existentes, pensando en la evidente internacionalización en la que vivimos. Pensando, específicamente en el sector del arte contemporáneo, en cómo el flujo de información y de contacto facilita que espacios independientes tengan programaciones internacionales de primer nivel, o que se generen nuevos puntos de encuentro, que las instituciones necesiten responder con cierta velocidad a lo que pasa y que los usuarios están cada vez más preparados para discutir críticamente cualquier propuesta, simplemente por la facilidad de aproximación a la información.

El usuario sabe lo que va a visitar, o puede saberlo. Pero el tema es que este mismo usuario empieza a actuar críticamente. Empieza a buscar su sitio para expresar opiniones, para dejar constancia, para ser partícipe en la creación de sentido. Y nos encontramos entonces con el “problema” de la legitimidad. ¿Puede un artista escribir críticas de exposiciones? ¿Pueden los jóvenes pensar públicamente? ¿Puede un simple visitante hacer lo mismo? ¿Puede alguien que no esté respaldado hablar de tú a tú con la institución? ¿Responderá la institución? ¿Será capaz de responder a un simple usuario?

El contacto con la información por parte de los usuarios obliga a les instituciones a ofrecer programaciones de calidad. Un usuario crítico conduce hacia una institución crítica.

Las grandes instituciones artísticas parece que se encuentren frente a dos posibilidades. O ser espacios populistas, siguiendo los patrones marcados por el turismo, o ser espacios de creación crítica de dictámen histórico. También pueden intentar ser ambas cosas, pero mientras tanto, no se sabe por donde van los tiros. La proximidad que encuentran los usuarios en otros sectores brilla aquí por su ausencia. Pero además, aparecen también con otros problemas de relación con “lo nuevo”. El Moma crea departamentos que no se sabe lo que pueden hacer, ni dónde ni cuándo. Los nuevos medios ven como el vídeo ya pasó al espacio expositivo, y ellos se quedan con la radio, los cacharros tecnológicos y con posibilidad de alguna actividad. A esperar a que ocurra lo mismo que con el vídeo. Se oyen campanas de que algo pasa y se organizan algunas actividades, pero de cambiar dinámicas internas ni hablar. Se habla de compartir, de software libre, se incluye toda la teoría queer y el feminismo como referente intelectual pero, lo siento, las estructuras museales siguen basadas en el clásico patriarcado. Y de nuevo, actividad y pasamos página, que mejor discutir estos temas en privado.

Las posibilidades de difusión de la opinión crecen. La figura del autor se pone en entredicho, la figura del productor, así como la del usuario, se entremezclan, apareciendo modelos de comportamiento nuevos y, casi como una consecuencia natural, nuevas plafaformas de contacto y distribución.

La internacionalización propiciada por la red (y las low cost, que obligan a bajar los precios) llevan a nuevos comportamientos, y a nuevas situaciones para los trabajadores del contexto. Una parte de la información es general, otra local, otra internacional. Y lo mismo pasa con los artistas. Es necesario controlar todos los niveles de información, con lo que el tiempo libre se convierte en tiempo de formación y adquisición de información. Las situaciones individuales se precarierizan (sea a nivel económico o a nivel vital) pero las instituciones siguen su ritmo sin ninguna preocupación por las víctimas que van cayendo.

Sigue la distancia entre la realidad y la institución y, aunque ya hace años de las tres www, parece que pocas instituciones se acercan a las posibilidades que van saliendo. El tema no sería sólo acercarse a las posibilidades, sino definirlas, crearlas, pensarlas y, de este modo, funcionar como contrapeso institucional a una red cada vez más liberal.

Hemos visto algunos ejemplos de trabajo común, de adaptación y definición de la nueva situación. En el contexto institucional artístico español es obligado destacar la inmensa labor desarrollada por Arteleku. Ya hace mucho tiempo que la web de Arteleku es mucho más que una simple web de información institucional fría y distante. Antes del boom de Web2.0 (gran nombre publicitario para otro futuro batacazo en Nasdaq), Arteleku ya trabajaba en comunidad, ya era una organización que daba visibilidad a otros. Su web ya era una creación común y un espacio de investigación. Arteleku como institución se define según las nuevas normas del juego. Se trata de algo flexible, que se adapta a la realidad, que es consciente de dónde se encuentra y que mezcla producción, educación y presentación. Analiza el contexto y da sus respuestas, prácticas y teóricas. Es difícil encontrar espacios on-line de otras instituciones peninsulares que entiendan la red como se hace desde Arteleku. Dar visibilidad a otras actividades no es alimentar la competencia. De algún modo, arteleku desarticula una idea de competencia en favor del trabajo común. Tampoco ha marcado diferencias entre las escenas independientes y las públicas, facilitando un posible diálogo y maduración de ambos contextos de la creación contemporánea.

Arteleku ha entendido el valor del trabajo comunitario. Es necesario destacar la importancia de esta institución para distintas generaciones de artistas, así como su capacidad de adaptación a la realidad.

La presencia de Arteleku en la red ha ido adaptándose a las posibilidades tecnológicas de un modo natural. La incorporación del vídeo en la red facilita otro grado de información que se puede dar al usuario, ampliando el efecto que puedan tener las actividades y funcionando como un archivo vivo.
Y sí, Arteleku también tiene sus blogs, que se utilizan ahora como fuentes de información. El blog en relación a la institución plantea algunas problemáticas. Se supone que el blog es un espacio crítico del usuario, pero en el momento en que es la institución quien decide crear un blog nos encontramos con una baja participación por parte de otros usuarios. La apuesta desde Arteleku, de convertir el blog en un canal de información directa y no tanto de opinión personal, mantiene la capacidad de interacción pero sin caer en la posibilidad de desarticulación de puntos de vista críticos.
Parece necesario destacar la labor realizada desde Arteleku ahora que se avecinan cambios.

Vemos también como otras instituciones modifican sus espacios on-line para adaptarse a un tiempo presente más rápido que el tiempo institucional. En Barcelona, la Fundació Tàpies investiga con la posibilidad de los blogs (aún con una participación baja de usuarios y entendidos casi como trabajos artísticos) y el Macba ha intentado distintos métodos desde el fallido Espacio F, hasta la actual apuesta por la comunicación sonora, ya comentada en otro número de A-Desk.

Las dinámicas externas existen, las situaciones cambian y, si realmente queremos una vinculación con la realidad, o que los centros de arte sean nodos críticos en la creación de sentido hoy, parece necesario una capacidad de adaptación y de definición de la realidad. En muchos casos, no aparece tal capacidad de adaptación, pero es que tampoco se ve una voluntad de reconocer los cambios y modificaciones. Y sí, puede ser que no tengamos tiempo, que las máquinas lentas obliguen a no pensar más allá de ellas mismas. Y mientras, los usuarios siguen colgando vídeos y consumiéndolos.

Director de Index Foundation en Estocolmo, comisario de exposiciones y crítico de arte. Sí, después de Judith Butler se puede ser varias cosas al mismo tiempo. Piensa que las preguntas son importantes y que, a veces, preguntar significa señalar.

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