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Londres: impresiones sobre el capital

Magazine

08 noviembre 2013
Frieze Masters 2013. Stand con obras de Judy Chicago. Cortesía Riflemaker

Londres: impresiones sobre el capital

Londres nunca deja de sorprenderme. Sus barrios mudan, se reinventan y mueren a toda velocidad. En 2011 el este de la ciudad, hasta entonces conectado con el centro solamente por sórdidos autobuses, estrenó una línea de metro de norte a sur que lo conecta directamente con la City. Inmediatamente los ejecutivos con traje empezaron a asomar la cabeza y a montar tiendas de bicicletas en estos barrios jamaicanos. En el decadente edificio en el que viví en 2006 y al que me precavía de llegar acompañada por la noche, han abierto una gran tienda vintage en la planta baja y el pub de la esquina, aquel con olor rancio a cerveza, ahora forma parte de una conocida cadena de “gastro pubs”. El cuento de siempre, esta vez visto desde la distancia, y por qué no, con cierta nostalgia.

Londres es un lugar fantástico para observar el neoliberalismo en todo su esplendor. Allí, la confusión entre lo pasado y lo presente, lo nuevo y lo viejo, se convierte en la mejor mercancía y lo alternativo se vuelve mainstream a una velocidad voraz. El mundo del arte se convierte en un ejemplo excelente para retratar esta situación, adquiriendo su máximo esplendor durante el mes de octubre gracias a Frieze, el London Film Festival y otros muchos eventos que saturan a una ciudad ya normalmente rica en oferta cultural. Como toda buena empresa creada bajo el soporte de capital financiero, Frieze, que empezó en 1991 como revista, se ha convertido en una verdadera corporación que incluye una segunda revista Frieze d/e, publicada bilingüe alemán/inglés; dos ferias, una en Londres y otra en Nueva York; y Frieze Foundation, una fundación que durante los días de la feria produce proyectos artísticos, un interesante programa de conferencias, sesiones de cine y de música.

Los stands de la feria se han convertido en lo menos interesante, un paseo por un supermercado del arte de figuras más o menos consolidadas cuyas instalaciones y videos se convierten en collages y polaroids. Aún así, las entradas a la feria se agotan cada día, así como lo hacen las de las principales exposiciones en la Tate Modern o las de un concierto de rock en el Shepherds Bush Empire. Gracias a Saatchi y a las finanzas, en Londres el arte contemporáneo es pop. Las grandes galerías de la ciudad como Lisson o Hauser & Wirth cada vez tienen espacios más grandes y más sedes en países emergentes y la Serpentine Gallery inaugura un nuevo edificio en el mismo Hyde Park con una ampliación realizada por la arquitecta estrella Zaha Hadid.

Y cuando el mercado del arte contemporáneo –como el de cualquier producto de lujo– se vuelve mainstream tiene que reinventarse para volver a adquirir el estatus de exclusividad. Es de esta manera como, cuando ya se ha reventado taquilla, Frieze deviene museo. El 2013 es el segundo año de la aclamada Frieze Masters, una segunda feria a diez minutos andando del pabellón principal de Frieze que recoge “a los grandes maestros con una mirada contemporánea”. Spotlight es una sección comisariada por Adriano Pedrosa que recoge un conjunto de galerías que presentan grandes stands dedicados a un único artista histórico, intentando huir de los clásicos del panteón occidental conceptual-minimalista. Mientras los comisarios y los artistas se deleitan con la calidad museística de las piezas, la sacrosanta historia del arte no esconde su condición de mercancía. Además de por esnobismo, Frieze Masters triunfa porque despliega un sinfín de referentes, maestros y fetiches para todos los gustos. El arte de las tribus del pacífico conviven con obras de la pionera feminista Judy Chicago, Rembrandts, fotografías del africano Malick Sibidé, Gerhard Richters y rayogramas de Man Ray. Todo excelentemente dispuesto, sin abigarramientos, y sin tener que dar la vuelta al mundo para verlo. Un fantástico caso de estudio sobre los nuevos caminos de la lógica cultural del capitalismo tardío.

Rosa Lleó ha sido editora. De sus años vividos en Inglaterra se ha quedado con las frases cortas y con los discos de vinilo. Ahora escribe y ocasionalmente hace exposiciones.

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