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¿Qué es la ciudad sino la gente? Jeremy Deller en CA2M

Magazine

23 febrero 2015
Tema del Mes: La participación y (algunas de) sus formas
a) Jeremy Deller

¿Qué es la ciudad sino la gente? Jeremy Deller en CA2M

Sólo por haber hecho The Battle of Orgreave (An Injury to One is an injury to All) (La Batalla de Orgreave (si hieren a uno hieren a todos) (2001), Jeremy Deller merece una posición destacada entre los artistas del siglo XXI. Afortunadamente para él, Orgreave es uno entre otros brillantes trabajos. La trayectoria de Deller se define a partir de hitos remarcables, como la reconstrucción de la dura confrontación entre policías y mineros que tuvo lugar en Orgreave (South Yorkshire) en 1981, que significó el fin de una época de industrialización y que, de la mano del neoliberalismo más salvaje de la época Thatcher, dio paso a una economía basada en el entretenimiento y los servicios. Otro trabajo clave es The History of the World (La Historia del Mundo) (1997) un diagrama dibujado sobre la pared que pone en relación las conexiones entre la escena musical y el contexto social y político en Gran Bretaña, un mapa mental que establece una red de influencias y relaciones que vincula dos estilos musicales -el acid house y las brass bands- con hechos como la desindustrialización o la huelga de la minería, mientras subraya el componente de disidencia -en relación al orden social y político del momento- que ambos comparten.

Más ejemplos: So Many Ways to Hurt you (The Life and Times of Adrian Street), Tantas maneras de hacerte daño (Vida y época de Adrian Street) (2010) es la biografía, contada por él mismo, del hijo de un minero galés a quien su padre y su comunidad ridiculizaron y que, fascinado por el culturismo, acabó haciendo carrera en los años sesenta y setenta como luchador profesional, con apariciones estelares en programas de televisión. El propio Adrian Street narra sus vivencias y se autodefine en un poema como «un dulce travestido con una nariz rota.» Su extravagancia le llevó a los Estados Unidos, donde hizo carrera como figura destacada del wrestling, la lucha libre americana, para continuar viviendo en Florida y regentando un taller de indumentaria, que él mismo diseña, relacionada con la industria de la lucha libre. Otra personalidad tan idiosincrática como el propio Adrian Street, y también ejemplo de reinvención, es The Bruce Lacey Experience (El Mundo de Bruce Lacey) (2012), un perfil artístico bien peculiar, con el que más que enfatizar su extravagancia, pone sobre la mesa la estandarización de la escena artística y cultural. O finalmente, English Magic (Magia Inglesa), su propuesta para el pabellón británico de la Bienal de Venecia de 2013, en la que elabora un retrato crítico de la Gran Bretaña, donde no faltan las alusiones a la corrupción o al intervencionismo internacional, y en el que, en definitiva, muestra todo lo que ama y también lo que odia de su país.

b) Jeremy Deller

Si hacemos este repaso por la trayectoria de Jeremy Deller es porque estos días pueden revisarse estos y otros trabajos en una exposición inteligentemente comisariada por Cuauhtémoc Medina, Amanda de la Garza y, sin duda, el propio artista, en el Centro de Arte 2 de Mayo en Móstoles, Madrid. Es ésta una muestra que encaja a la perfección en la línea discursiva del centro, dirigido por Ferran Barenblit, que en algunos momentos ha centrado su atención en aspectos relacionados con la música o la cultura popular como elementos que definen nuestro presente.

Jeremy Deller. El ideal infinitamente variable de lo popular es una exposición que toma su título de Baudelaire y su apelación al “ideal infinitamente variable de la belleza”. No es casualidad la aparición aquí de Baudelaire quien, de hecho, siempre defendió la posición libre del artista frente a los medios que utilizaba, paralelismo que en caso de Deller es bien claro. La muestra se inicia cronológicamente con Open Bedroom (Cuarto abierto) (1993-2012), una instalación que recrea la exposición que el artista hizo en el que era su “estudio” mientras estudiaba, su habitación en casa de sus padres, aprovechando una ausencia de éstos, y de la que sólo tuvieron noticia diez años más tarde, cuando vieron las imágenes en un libro. La instalación, que recrea no sólo las obras presentadas sino también el entorno, enlaza directamente con toda una lista de iniciativas independientes de artistas y comisarios en espacios privados y personales, como Hans-Ulrich Obrist en la cocina de su casa, Hou Hanru en el pasillo de su apartamento en París o Martí Manen en su habitación, entre muchísimos otros.

Jeremy Deller. El ideal infinitamente variable de lo popular se va deteniendo, como mencionábamos al principio, en los hitos de su trayectoria. Lo que se evidencia en este recorrido es cómo su trabajo se convierte en una investigación de lo popular, de la estética de la participación: a menudo el artista es el iniciador o catalizador de procesos para los que cuenta con colaboraciones bien diversas, cediendo el protagonismo a grupos diversos, ya sean mineros, fans de grupos musicales, brass bands o artesanos que realizan los más increíbles estandartes. Pero, sobre todo, reconstruye historias del pasado, ya sean colectivas o individuales. Dichas reconstrucciones evidencian distintas cosas, por ejemplo, la desindustrialización de un país y cómo trata a las personas (The Battle of Orgreave), al tiempo que se constituye en un toque de atención ante los efectos del avance implacable del neoliberalismo más salvaje, una referencia que no debe pasarnos por alto, puesto que si Gran Bretaña fue primero, el resto de Europa se encuentra ahora mismo a las puertas de este tipo de nefasto proceso. También muestra el paso de un modelo de país industrializado a otro basado en el entretenimiento (So Many Ways to Hurt You (The Life and Times of Adrian Street) o el lugar que queda para las actitudes independientes e idiosincráticas (The Bruce Lacey Experience). Pero sobre todo se da valor a las personas, que están en el centro de todo (What is the City but the People? (¿Qué es la ciudad sino la gente?) (2009) una instalación en el metro de Londres, en el que aparecían una serie de citas de Shakespeare, Pascal o Ionesco).

El trabajo de Deller habla de libertad, de la capacidad de redefinirse y de reinventarse, muestra los conflictos y sus consecuencias, pero sobre todo ofrece la posibilidad de un espacio para el pensamiento. Y, last but not least, nos apela directamente, no sólo porque utiliza todo tipo de materiales y medios artísticos de procedencia bien diversa, sino sobre todo porque respira honestidad, entusiasmo y emoción.

A Montse Badia nunca le ha gustado estarse quieta, por eso siempre ha pensado en viajar, entrar en relación con otros contextos y tomar distancias para poder pensar mejor el mundo. La crítica de arte y el comisariado ha sido una vía desde la que poner en práctica su convencimiento en la necesidad del pensamiento crítico, de las idiosincracias y los posicionamientos individuales. ¿Cómo si no podremos cuestionar la estandarización a la que nos vemos abocados?
www.montsebadia.net

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