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Transcomunicación Instrumental de Carlos Valverde. Más allá de las palabras

Magazine

14 abril 2014
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Transcomunicación Instrumental de Carlos Valverde. Más allá de las palabras


Recibo el e-mail de la inauguración de Transcomunicación instrumental, la propuesta de Carlos Valverde para el ciclo Pertorbacions, comisariado por Jordi Antas en La Capella de Sant Roc, Valls. Con la prisa habitual, a veces leemos las cosas en diagonal. Mal hecho, ya que ahí residían algunas claves del proyecto: se menciona algo de un muro, una puerta, y una llave que hay que solicitar por correo postal la cual, todo parece indicar, abrirá la puerta. En los últimos proyectos de Valverde, la búsqueda de un público implicado de forma activa – más allá de ser un mero observador de objetos-, es uno de los elementos claves. Aún así, decidí no pedir la llave, ya que iba el día de la inauguración, y quería ver qué pasaba… si alguien la había pedido o no, si se abría o se cerraba esa extraña puerta. En efecto, ahí reside ya un posicionamiento como público, y una expectativa creada, que enlaza con otro elemento esencial y muy vinculado con esa participación activa del visitante: la experiencia como momento único, vivo e irrepetible; cierto entendimiento performativo de la experiencia estética donde los distintos elementos implicados –piezas, espacio, arquitectura, audiencia- generan nuevas agencias entre ellos que pueden producir escenarios inesperados.

Al llegar a La Capella, efectivamente, un muro con una pequeña puerta levantado a unos metros de la entrada bloquea el paso, y un misterioso humo se extiende por el espacio. El trabajo y la intervención consciente sobre una arquitectura concreta es otra de las constantes de Valverde, que lo acomete desde la perspectiva de un escultor. Al atravesar el muro, una vez “aparecida” la llave, descubrimos que un dispositivo colocado en el ábside va escupiendo el humo. Cerca, otra pequeña puerta daba acceso a una pequeña y extraña habitación, en la cual nos topamos con un viejo monitor de televisión y una cámara de vídeo que apunta al primero, en una suerte de circuito cerrado que ofrece extrañas imágenes.

De ahí el término transcomunicación instrumental, una práctica que se desarrolla desde los sesenta, que establece un proceso de comunicación -presuntamente- con el origen en el más allá, mediante dispositivos electrónicos. Unos ejercicios visionarios que tratan de generar teorías científicas sobre un supuesto “mundo subterráneo”, enfrentando el conocimiento racional y lógico con otro de origen incierto e impreciso”. Valverde lo lleva a su terreno para desplegar su trabajo e incorporar una capa más, que apunta a establecer una comunicación que trasciende el lenguaje y lo narrativo, y una relación con la significancia de la materialidad -o la inmaterialidad-, y la afectividad de los objetos, los cuerpos, el espacio y lo intangible.

Más allá de querer contarnos una historia, Valverde propone una experiencia donde lo vivido toma la posición central, acercándose al pensamiento de Karen Barad, que propone un cambio en el foco, pasando del representacionalismo a la performatividad para abordar la materialización de los cuerpos –humanos y no humanos-, y las prácticas materiales-discursivas, dónde espacio, tiempo y materia son reconfigurados poniendo el énfasis en esa performatividad inherente al proceso. Aquí, las distintas agencias se expanden, y el término post-humano adquiere un recorrido que excede los límites del mundo físico, buscando un contacto con otras dimensiones.

En Arrebato, la película de Iván Zulueta de 1980, los personajes circundan cierto misticismo de la imagen deidificada y su entramado representacional. Sólo a través de dos agentes externos (la cámara y la heroína) son capaces de llegar a la conexión mística. En La Capella de Sant Roc se despliegan también varios dispositivos que pretenden ponernos en comunicación con cierto misticismo tecno-representacional inherente a ese espacio concreto, su arquitectura, su historia y su entorno (físico o intangible). Y cómo en toda comunicación (contenga o no lenguaje), debemos estar dispuestos a conversar.

Juan Canela es Director Artístico de ZsONAMACO en CDMX, cofundador de BAR project en Barcelona, curador independiente y crítico. Entiende lo curatorial como una práctica en la que entran en juego ideas, conceptos y contenidos, pero también estructuras de trabajo, ritmos, modelos y formas de vida. Y ahí la escritura es un elemento fundamental.

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