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De lo invisible

Magazine

26 julio 2011

De lo invisible

Poco a poco el MACBA está llevando a cabo una revisión del trabajo de artistas ligados a lo que se ha venido a llamar el conceptual catalán. Es el turno de Àngels Ribé. Una artista rodeada de una cierto aura mítica por el desconocimiento que se tiene de su obra. Una vez más la revisión de las prácticas artísticas de los setenta parece necesaria, por su actualidad y porque permiten establecer paralelismos entre artistas de distintas latitudes.


Àngels Ribé formó parte de una generación de artistas bastante más heterogénea de lo que viene apareciendo en los últimos años. Trabajos y actitudes dispares entre sí se han englobado en España bajo el epítome “arte conceptual”, que aunque es obvio que dista bastante de su homónimo norteamericano, entendido como corriente, no fue homogéneo siquiera en el interior del contexto. Es indudable que existían ciertas actitudes coincidentes, como la desmitificación del objeto artístico, la tendencia a la desmaterialización, y, sobre todo, la utilización de nuevos medios (performance, vídeo, instalación…) y la toma de posicionamiento crítico frente al arte y al sistema del arte tradicional. Sin embargo, a la hora de analizar las prácticas individuales, se aprecian una amplia variedad de posicionamientos artísticos, de medios y de procesos de trabajo, que dificultan enormemente su adscripción a una supuesta corriente, más allá de la cuestión temporal y del aura de novedad que las engloba.

La exposición de Àngels Ribé en el MACBA es correcta, cumple con su cometido: visibilizar la necesidad de mostrar aquello que no ha sido mostrado, exponerlo al público, a la crítica y al contexto. Situar la obra de Ribé en una centralidad que posibilite ser revisada, repensada, reinsertada.

El desconocimiento del trabajo de Àngels Ribé es el resultado de la confluencia de diversas variables. Por un lado, su adscripción a una generación de artistas obviada por los poderes culturales de la llamada Transición, más interesados en primar las prácticas pictóricas, la exportación de ciertos genios y el entramado institucional y comercial del arte contemporáneo. Por otro, su marcha voluntaria, primero a París y luego a Estados Unidos durante los años setenta, lo que por un lado la alejó del contexto catalán del momento, pero por otro la hizo partícipe de lo que ocurría en Nueva York. Y finalmente, su condición de “mujer artista”, categoría de doble filo: parámetro de exclusión directa o de inclusión relativa a través de lo que conocemos como discriminación positiva. Porque en la definición “mujer artista” está implícita la contraposición a “artista”. Y si artista es artista, mujer-artista ya no es artista, sino no-artista. Así al menos parece haberse conceptualizado durante siglos dentro de la tradición artística hegemónica y patriarcal. Àngels Ribé lo sabía, por eso en sus inicios solía firmar como A. Ribé.

La exposición apela a contemplar su producción por sí misma, abierta a múltiples lecturas, a diferentes asociaciones, a ser repensada desde distintos lugares y posicionamientos críticos. En definitiva, a abordarse del mismo modo en que se han abordado las propuestas de sus contemporáneos varones. La cuestión siempre es problemática. Hablo de abordarse, porque para profundizar en el análisis no pueden obviarse una serie de cuestiones que insertan al artista como productor dentro de un contexto más amplio y connotado. Y cuando Àngels Ribé salió de Catalunya y empezó a producir, en España, una mujer no podía abrir una cuenta bancaria o realizar viajes largos sin un permiso paterno o conyugal. A este respecto, Abigail Solomon-Godeau, en el catálogo de la muestra, señala con bastante acierto que cualquier consideración de la obra de mujeres artistas después del periodo 1968-1969, debe empezar con el feminismo, antes incluso de tener en cuenta las características específicas de cualquier obra de arte determinada. Su puntualización es adecuada, al menos para el contexto geográfico y temporal en el que se insertan los trabajos de Ribé incluidos en la exposición.

Trabajos que mayoritariamente se presentan en la sala reconstruidos o documentados. En la exposición todo está materializado, lo que contrasta con la tendencia a la desmaterialización característica de la época. Algo en la obra de Ribé tiende a materializar lo inmaterializable, un deseo de aprehender por medio de la imagen lo que no se puede ver. Esta idea, que aparece sugerida en piezas como “The Best Way of Expresing It” (1975), en la que una plomada que cuelga del techo no puede ser movida porque no llega el aire del ventilador que la confronta, se hace evidente en trabajos como “Association 3” (1973), donde la artista se empeña en figurar la gravedad y la contrapone al efecto del humo que se desvanece en el aire. La cuestión de la geometría, crucial en su producción, se convierte en estructura de la que todo parte y a la que todo tiende. Ribé huye de la representación y la trasciende a través de la sugerencia. Líneas inexistentes que aparecen con claridad a quien contempla, puntos de fuga intangibles que se escapan del marco predeterminado y crean ángulos, triángulos, paralelas y perpendiculares que invaden la sala y trascienden la constricción de lo matérico.

El espacio circundante se complejiza, surgen variables no contempladas de forma apriorística. Y cuando la artista inserta el propio cuerpo, connotado por múltiples categorías, se establece una tensión, se busca y a veces se fuerza una integración que nunca se da de forma previa. Distintas piezas muestran la problemática adscripción de ese cuerpo en el espacio, exploran distintas formas de habitarlo. En “Six Possibilities of Occupying a Given Space” (1973) Ribé se centra en una constricción que viene dada de antemano. El espacio se ocupa, no se habita. Y el cuerpo aparece fragmentado. En una secuencia de seis fotografías, los dedos de una mano van cambiando de lugar para mostrar distintas posibilidades de apropiación del espacio. La limitación es absoluta: la importancia se sitúa en el estrecho margen de maniobra disponible una vez asumida la sujección.

El cuerpo constreñido volverá a aparecer en piezas como “Can´t Go Home“ (1977), preludio de la vuelta a Barcelona de Àngels Ribé. Esta instalación, que se aleja de la limpieza formal característica de trabajos anteriores, explora la subordinación de un cuerpo femenino al otro y al contexto. Su construcción, más narrativa, se aproxima a la representación y rompe con la dialéctica visible-invisible que dominaba las piezas “geométricas”. La exposición, a través de distintos trabajos, se hace eco de esta deriva que desemboca, en la última sala, en un acercamiento a lo pictórico, cuestión que merecería un análisis aparte, teniendo en cuenta la existencia de casos similares dentro del llamado conceptualismo.

Maite Garbayo es escritora e investigadora. La historia del arte, la teoría crítica feminista o el psicoanálisis son algunas de sus herramientas de trabajo. Compagina la investigación y la escritura con periodos de docencia. Actualmente realiza su tesis doctoral y es editora de la revista {Pipa}.

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