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El futuro son los espacios

Magazine

10 octubre 2011

El futuro son los espacios

Miranda July estrena su segundo largo de ficción. Una comedia romántica descrita como la historia de lo que le ocurre a una pareja una vez que decide adoptar un gatito. Pero, en realidad, «The future» es una película sobre el espacio. Miranda July, escritora, actriz, directora, artista y toda una serie de etiquetas que provocan un fácil enlace con el renacimiento cuando, a lo mejor, es que estamos frente a un planteamiento propio de los tiempos de Internet.


Cuando no hay modo de referirse a los hechos por cómo se sitúan dentro de esa sucesión de unidades que llamamos días, meses o años, los distribuimos en distintos espacios. Cada uno es una caja de arena autónoma, y lo que en ella sucede obedece leyes propias que pueden tener que ver, o no, con las maneras de representar que puedan llegar a darse en las cajas vecinas.

Entre estos paréntesis espaciales se abren, de cuando en cuando, túneles que permiten la comunicación interdimensional, para la que se requiere pasar por un tiempo de adaptación y acordar unos protocolos de traducción.
De esta manera representa Miranda July la idea del paso del tiempo en su último largo de ficción, The Future. Los distintos episodios de excepción por los que pasan los dos protagonistas del film ocurren en la permisiva sincronía que les concede la posibilidad de abrirse a la toma de decisiones vitales de otro modo incompatibles.

Miranda July vuelve a sorprender con su última producción. Una película que algunos han catalogado dentro de la etiqueta de comedia romántica, pero que crece más allá de lo que estas dos palabras puedan significar. Un gato herido al que la pareja decide adoptar narra las deslocalizaciones que Sophie (Miranda July) y Jason (Hamish Linklater) experimentan cuando, aterrados por la llegada del nuevo miembro de la familia, temen haber agotado las posibilidades de cumplir los sueños que articulan su proyecto de vida ideal.

Los Ángeles es la galaxia en la que colindan las unidades espaciales discretas que llenan la cuenta atrás para la adopción. En ella coexisten, en un tiempo cíclico, esas distintas representaciones de lo que podría haber sido la vida de no haber decidido adoptar un gatito.

El fin de los tiempos llega de la pata de un felino, les amenaza al forzarles a definir un proyecto de vida hacia adelante. La llegada de PawPaw a casa marcaría, pues, el fin de los mundos de excepción y el inicio del nuevo relato compartido. Tal y como se ve en la película, lo afectivo sólo puede ser pensado hoy en relación a lo espacial. La alusión a los distintos roles posibles del que ama y comparte implica el cambio de escenario. Los relatos no pueden montarse sobre el tiempo, porque el tiempo ya no tiene la fuerza que se requiere para aguantarlos.

July es una artista que ha comprendido, como puede verse a lo largo de su carrera, tanto la especificidad de los distintos lugares del arte como su versatilidad. Se posiciona ahora como productora de una película sobre el amor, en la que aborda el trabajo sobre la afectividad dentro de la pareja, y el modo en el que hoy puede pensarse la asociación del amor con un proyecto de vida en común. Habla de los límites que el mundo contemporáneo define para esta idea moderna.

En cuanto a la apariencia de la película, July es fiel al estilo al que tiene acostumbrado a su público, con un protagonismo claro en la fotografía de la siempre presente luz del sur de California, que da al relato un toque de irreal objetividad. Un guión claramente enunciado por ella, fiel al estilo del lenguaje que construye en el resto de su trabajo (tanto en su producción audiovisual como en sus instalaciones y performances).

Pero, sobre todo, Miranda July, más allá de sus películas, es la encarnación actual del misterio del artista multi task, una actualización del mito del todopoderoso artista multi soporte renacentista. ¿La versión contemporánea del relato del hombre moderno como proyecto? Un ideal del emprendedor autosuficiente y todopoderoso que desafía y sorprende al mercado no resignándose a encajar en ninguno de los lenguajes en los que se espera que se asiente. ¿Es, acaso, la construcción de su personaje como artista el centro de su producción?

Si Sophie y Jason saltan de un espacio a otro para poder explorar las versiones de lo afectivo porque no todas son compatibles en un mismo escenario, July migra de un soporte a otro, convencida de la especifidad de cada uno y vistiendo, con esa labor, el centro de ese sistema que es ella misma.

Paloma Checa-Gismero es Profesora Adjunta en San Diego State University y Candidata a Doctora en Historia, Crítica y Teoría del Arte en la Universidad de California, San Diego. Historiadora de arte contemporáneo global y latinoamericano, estudia los encuentros entre estéticas locales y estándares globales. Publicaciones académicas recientes incluyen «Realism in the Work of Maria Thereza Alves,» Afterall journal, Fall 2017, y «Global Contemporary Art Tourism: Engaging with Cuban Authenticity Through the Bienal de La Habana,» in Tourism Planning & Development journal, vol. 15, 3, 2017. Desde 2014 Paloma es miembro del colectivo Editorial de la revista académica FIELD.

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