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La condición narrativa

Magazine

12 enero 2013
Tema del Mes: Narrativas, display y textualidad
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La condición narrativa

La condición narrativa es el sugerente título con el que la comisaria Alexandra Laudo (fundadora y directora de la plataforma Heroínas de la Cultura -gran nombre también-) ha bautizado la exposición que se presenta en La Capella y que fue el proyecto ganador en la categoría de comisariado de BCNProducció’12.

Pensar en “La condición narrativa” desencadena toda una serie de referencias y nociones que no podemos dejar de mencionar aquí. Recuerda, y la propia Alexandra así lo cita, a Roland Barthes cuando la define como algo intrínseco al ser humano puesto que nuestra experiencia del mundo la comunicamos mediante el lenguaje. Pero también remite al Barthes de El discurso de la historia (o Information sur les sciences sociales, en su versión original) en el que se propone deconstruir las tipologías tradicionales de los discursos, subrayando la diseminación de las fronteras entre el relato ficticio y el relato histórico y restituyendo al segundo su simple condición narrativa.

La condición narrativa rememora también ciertos modelos narrativos, especialmente procedentes del cine, caracterizados por su afán de libertad, como pueden ser los casos de Chris Marker y Jean-Luc Godard.

Recordamos también The Otolith Group, formado por la antropóloga Anjalika Sagar y el literato Kodwo Eshum, cuyos proyectos se plantean el objetivo de crear una percepción de los hechos a través de textos e imágenes relacionados con los medios de comunicación… Y Marker y Godard también pasaban por allí…

Y pensamos finalmente en Francis Alÿs, cuyas propuestas pueden revisitarse no sólo a través de vídeos, fotografías, dibujos o publicaciones sino también a través de su relato: un hombre recorre las calles de Méjico DF empujando un bloque de hielo hasta que éste se derrite completamente; 500 voluntarios utilizan palas para lograr desplazar unos centímetros una duna en Perú; un hombre anda por las calles de Méjico, con una pistola en la mano, hasta que es interceptado por la policía…

Seguramente todos estos (y otros) referentes no le resultan ajenos a Alexandra Laudo. Su objetivo es analizar de qué manera, en un mundo actual, saturado de imágenes y completamente mediático, esa condición narrativa, intrínseca al ser humano, es cada vez más visual. A partir de esa modificada relación entre texto e imagen, Laudo se plantea analizar sus mecanismos de construcción, su puesta en circulación y su consumo. Y lo hace con la ayuda de ocho artistas, que exponen sus trabajos en la Capella, pero que también (y no podía ser de otra manera) incluye una serie de acciones paralelas que tienen que ver con la circulación/ infiltración de esas imágenes en otros circuitos que les son ajenos (postales, emails y espacios publicitarios en medios impresos y online).

Los ocho artistas participantes en La condición narrativa tienen en común la utilización de un lenguaje híbrido, como lo son sus referentes, que se mueve entre las artes visuales, el cine, la literatura y la performance. Comparten también la pertenencia a una misma generación, nacida entre finales de los setenta y principios de los ochenta, que ha crecido en Argentina, Bélgica, Noruega, Estados Unidos o España y para la cual la televisión y el ordenador ha formado pronto parte de su entorno.

La exploración de las relaciones entre tiempo, distancia y lenguaje es el eje de la investigación de Pedro Torres, que en esta ocasión propone un recorrido sonoro y visual por el espacio y el tiempo a partir de referencias artísticas, arquitectónicas, científicas y personales. Julia Mariscal alude a los dispositivos pre-cinematográficos en una instalación cuya narración se centra en el peculiar universo del artista y cineasta Carlos Pastor. Ryan Rivadeneyra presenta un relato visual complejo configurado a partir de fragmentos o micronarraciones cuya articulación queda desvelada en el transcurso de una única performance. Karlos Gil muestra una parte de su proyecto cinematográfico en proceso que consiste en diferentes películas, cada una filmada en una ciudad diferente y con claros guiños a las películas de ciencia-ficción de los 60 (de nuevo, Chris Marker sí que pasaba por allí). Tamara Kuselman realiza una narración (o mejor, una videonarración, puesto que existe imagen, en este caso basada en colores). El relato cuenta un plan de actuación en caso de emergencia, en el que se confunde simulacro y realidad. La filmación (y posterior manipulación) de Pieter Greenen de dos picos del Monte Ararat oculta una compleja historia que evidencia relatos históricos, políticos y bíblicos creados a partir de los conflictos entre Turquía y Armenia a lo largo de la historia. Los ecos de lo infra-mince de Duchamp unido al ruido de fondo de Georges Perec aparecen en una de las dos propuestas de Marla Jacarilla, que parte del suelo de un patio para convertirse en una exploración cartográfica. La misma artista explora los procesos narrativos en la elaboración de la biografía de un personaje imaginario a partir de referencias de escritores y personajes literarios. Cierra este círculo de relatos Kaia Hugin que realiza un falso documental en el que se acerca al supuesto origen esquimal de su bisabuela.

La necesidad de contar historias no es ajena a los artistas contemporáneos, ya sea para investigar las relaciones entre lo real y lo ficticio, entre lo público y lo privado, para poner en escena sentimientos muy personales o para evidenciar arquetipos sociales. Utilizando la voz, los subtítulos, la imagen aislada o en movimiento, las influencias del cine y la literatura, o las referencias explícitas a ellos, aparecen bien presentes en todos estos trabajos.

Dejando al margen la irregularidad de las propuestas, la apuesta curatorial de Laudo sitúa al mismo nivel la presentación en la sala de exposiciones y la circulación de estas imágenes en otros circuitos, esta vez, sin las redes de seguridad del espacio expositivo. La cuestión es, ¿podrán entonces generar interrogantes, irritación o simple curiosidad? ¿serán capaces de generar otros relatos? O bien ¿se perderán entre la avalancha de imágenes, emails, postales y anuncios que desfilan diariamente ante nuestros ojos?

A Montse Badia nunca le ha gustado estarse quieta, por eso siempre ha pensado en viajar, entrar en relación con otros contextos y tomar distancias para poder pensar mejor el mundo. La crítica de arte y el comisariado ha sido una vía desde la que poner en práctica su convencimiento en la necesidad del pensamiento crítico, de las idiosincracias y los posicionamientos individuales. ¿Cómo si no podremos cuestionar la estandarización a la que nos vemos abocados?
www.montsebadia.net

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