Buscar
Para buscar una concordancia exacta, escribe la palabra o la frase que quieras entre comillas.
En A*DESK llevamos desde 2002 ofreciendo contenidos en crítica y arte contemporáneo. A*DESK se ha consolidado gracias a todos los que habéis creído en el proyecto; todos los que nos habéis seguido, leído, discutido, participado y colaborado. En A*DESK colaboran y han colaborado muchas personas, con su esfuerzo y conocimiento, creyendo en el proyecto para hacerlo crecer internacionalmente. También desde A*DESK hemos generado trabajo para casi un centenar de profesionales de la cultura, desde pequeñas colaboraciones en críticas o clases hasta colaboraciones más prolongadas e intensas.
En A*DESK creemos en la necesidad de un acceso libre y universal a la cultura y al conocimiento. Y queremos seguir siendo independientes y abrirnos a más ideas y opiniones. Si crees también en A*DESK seguimos necesitándote para poder seguir adelante. Ahora puedes participar del proyecto y apoyarlo.
La mordaz desaprobación en «¿Qué crítica?» de Martí Peran puede que traiga a la memoria la provocación de Marx, «Critica despiadada de todo lo existente». En ambos casos, el apremiante momento de impase presenta la entrada a la utopía.
La experiencia estética actual ofrece el «modelo de existencia» vigente —la «industria cultural», si empleamos la expresión un tanto pasada de moda— en el que la «cultura» se convierte en la cadena producción y centro comercial de bienes y servicios estéticos. Sin embargo, como Peran indica, la estética es una experiencia basada en el remordimiento del comprador. Disfrutar, como los psicoanalistas prefieren remarcar, ya es una defensa sintomática que va más allá. Siguiendo el hilo del texto de Peran, uno podría alegar que la experiencia estética —a modo de la negación determinada de lo existente— hoy en día opera como una defensa contra el espíritu crítico sobre el cual se basa la dimensión estética como tal.
La controversia de Peran apunta a la crítica actual por su inversión proporcional en el pluralismo y relativismo como método de análisis y evaluación basado en la pasión por la mera tolerancia. Como la crítica de arte va dirigida a la estética por excelencia —concretamente, el arte—, la crítica de arte se vuelve el objetivo más digno. Peran distingue su llamamiento al espíritu critico de la «absurda acumulación de conocimiento exquisito»; ciertamente, una acumulación casual de ideas incompatibles. Más bien, la crítica debería, según Peran, articular «la efectiva instrucción sobre: la ausencia de verdad».
Esta «ausencia de verdad» es, sin duda, un llamamiento a rechazar la mente meramente tolerante que neutraliza la controversia. Sin embargo, la expresión también sugiere un significado complementario: la estipulación de la verdad como categóricamente ausente. Efectivamente, una proposición como tal presenta una situación para la cual nunca estamos «suficientemente equipados y preparados». El pluralismo reafirma al mismo tiempo que positiviza, relativiza y cosifica la verdad. Por el contrario, el espacio utópico del discurso público puede, en efecto, servir como espacio de ausencia, no solo porque la verdad debe ser revelada y contada directamente, ni porque el espacio presenta unos puntos comunes, neutrales y desocupados, donde los interlocutores van y vienen libremente y escogen su propia aventura ideológica. El espacio del discurso público se convierte en un espacio de ausencia precisamente porque, en esencia, la verdad es un objeto y lugar de contienda en el que las apuestas/riesgos deben batallar dentro del contexto de contradicción y controversia. Tal vez la correcta imagen de verdad se aproxime a la propuesta de Adorno: «La paja en tu ojo es la mejor lente de aumento».
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)