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Otro polen se expande en el aire: Narraciones primaverales en tres actos

Magazine

09 mayo 2014
©Roberto Ruiz

Otro polen se expande en el aire: Narraciones primaverales en tres actos


Esta primavera ha venido cargada con algo más que polen. William Faulkner se refirió al «polen de ideas» para definir la similitud estilística que flota en el aire sin que haya relación directa entre varios autores. En las distintas charlas a las que he asistido durante esta estación hay un brote simultáneo que emerge de algunas propuestas desarrolladas en Barcelona. Me refiero a la necesidad de hacer evidente las narraciones que generan y difundirlas creando encuentros en los que se involucre de lleno la recepción.

Como parte del Capítulo II: Huidas. La ficción como rigor asistí a una de las charlas de “Antes de empezar”, una conversación entre Vila-Matas, en su papel de escritor, y Chus Martínez, quien como comisaria había invitado al narrador catalán a participar en la Documenta Kassel 13. La puesta en escena consistió, por un lado, en Vila-Matas relatando las curiosidades que lo motivaron a escribir su última novela, Kassel no invita a la lógica, y, por otro, la comisaria ampliando algunos apuntes sobre el contexto del proyecto que desarrolló para la Documenta. Esta fórmula improvisada dio como resultado un diálogo en el que todos los que conformábamos el público parecíamos unos intrusos. La condición de fisgones nos permitía preguntarnos si Vila-Matas y Chus Martínez se estaban parodiando a sí mismos. ¿Se interpretaban como actores que construían un relato de su experiencia en la citada exposición de Kassel? Si era así o no, lo que sí quedó claro es que todos los presentes formamos parte de esa representación ficcional que se ocupó del proceso creativo y las singladuras de la memoria, en la medida en que todo giraba en torno a la idea de crear a partir del recuerdo y el azar de ciertos encuentros.

El coloquio no amplió la relación con la novela que se presentaba, puesto que en la literatura las ficciones se alojan en papel y se procesan en el espacio íntimo del lector. Sin embargo, sí reforzó las nociones de ficción y de relato retomadas constantemente en el programa El texto: principios y salidas, dentro del que se enmarca la exposición Capítulo II: Huidas. La ficción como rigor. Una vez terminado el conversatorio me reencontré con una obra que ha pasado por varias fases de relato: proyecto, representación teatral y ahora pieza expositiva. Se trata del trabajo de Antoni Hervàs que desde el título (Orfeo y la montaña sumergida) anuncia la importancia de encantar a las sirenas y de las intertextualidades a partir del dibujo, la mitología y la interpretación musical.

Unos días más tarde, acudí a un recorrido con los artistas por la exposición La realidad invocable, en el que invitaban a reflexionar sobre la relación del arte con lo que nos rodea. Una vez en el hall del MACBA nos hicieron subir a la planta que acoge la exposición, por lo que pensé que allí comenzaría la actividad. En ese momento no era una espectadora intentando construir un relato a partir de lo que leía en las obras, sino más bien parte del público que estaba a la espera de artistas que invocaran la realidad. Desde el mismo instante en que no reconocí a nadie guiando a los visitantes, empezaron a desplazarse mis marcos de interpretación. ¿Cómo incide en nuestro comportamiento el modo en que nos inviten a ciertos eventos? ¿Nos condiciona no solo la institución museo, sino también la manera en la que son invocados los artistas?

Decidí abandonar la idea de recorrer la exposición “guiada” y la exploré a mi ritmo. Al cabo de unos minutos empezó a vaciarse la sala, así que me sumé al desalojo que resultó ser el eje de esta actividad que finalmente se desarrolló en el hall, entonces el ágora del museo. Desde allí, Montse Badia, comisaria de la muestra, y los artistas, abordaron las obras haciendo un recorrido imaginario; una narración de lo que estaba expuesto en la segunda planta. La clave del encuentro fue la descripción del origen del proyecto y de cuestiones en apariencia simples, pero vitales para abordar la pregunta de cómo las formas del arte pueden incidir en la realidad.

La constante fue la necesidad de construir nuevos ángulos de visión y desarrollar relatos que interpelen y desplacen las narraciones oficiales, como es el caso de Negro sobre blanco de Núria Güell. Con la cooperativa Ca l’Àfrica, la artista hace énfasis sobre el “poder” del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona para subvertir la ley que ilegaliza a los inmigrantes.

En este compendio de narraciones, Bar Project, iniciativa sin sede fija que se define como «agencia curatorial» y que hace que las conversaciones en bares pasen de cháchara a residencias para artistas, proyectos expositivos, cumplía el 28 de abril un año. Sus fundadores, Veronica Valentini, Juan Canela y Andrea Rodríguez, organizaron una fiesta en la que la hospitalidad y la performance de Isabel Lewis fueron los anfitriones. Música, comida, baile y charla fueron los elementos que utilizó la artista para generar lo que ella denomina un espacio afectivo (también efectivo) en el que fluyan los planes de los actores y gestores culturales.

Otras narraciones de cómo se pueden gestar las redes y los proyectos de carácter educativo y artístico son posibles si se tienen todos los sentidos abiertos para incorporar otros modos de crear y gestionar. Los tres ejemplos citados dan cuenta de que hoy las exposiciones, como las estaciones y el polen, pasan, pero las experiencias y las narraciones quedan.

Aymara Arreaza R. es una curiosa empedernida que hace del pasear, la lectura, la crítica del desplazamiento y las preguntas sus herramientas de trabajo. Es un híbrido de oficios: se expresa a través de la escritura, algunas imágenes propias, la docencia y proyectos de investigación que sustenta desde la construcción de las geografías más personales. Desde 2011 dirige www.rutadeautor.com

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