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Sol Calero. El cliché y el exotismo como estética en la identidad latinoamericana

Magazine

27 noviembre 2017
Tema del Mes: Hortera

Sol Calero. El cliché y el exotismo como estética en la identidad latinoamericana

Si escribo “Caribe” en cualquier buscador de imágenes de Internet, éste me devuelve centenares de fotografías en las que aparecen sistemáticamente el mar con tonalidad turquesa y muchas palmeras –alrededor de quinientas imágenes hasta que aparece un edificio o un mapa. La RAE define el adjetivo “tropical” como ampuloso, frondoso o exagerado y de nuevo el buscador devuelve una serie de fotos y patrones figurativos con palmeras, frutas, flores y animales exóticos (“exótico”: extranjero procedente de un país/lugar lejanos y percibido muy distintos del propio. Como segunda acepción: extraño, chocante, extravagante). Esta estandarización tanto visual como semántica genera un cliché que se ha convertido en identitario para toda la zona de América Latina bañada por el Mar Caribe. De exotización y banalización del Trópico es precisamente de lo que trata el trabajo de la artista Sol Calero. Y sí, la Red la tiene bien “parametrizada”. Si buscamos imágenes de Sol Calero nos devuelve un imaginario donde, aparte de ella misma, aparece todo lo anterior junto: exuberancia, colorida estridencia y una estética un tanto kitsch generada por un proceso de simplificación basado en estereotipos y construcciones idealizadas.

Con base en Berlín, Sol Calero (Caracas, 1982), es una de las cuatro artistas finalistas del Preis der Nationalgalerie 2017, en el que expertos y directivos de instituciones seleccionan cada dos años artistas jóvenes que, según la organización, “son de importancia para el arte contemporáneo y reflejan la internacionalidad y vitalidad de la escena artística en Alemania”. Calero crea instalaciones híbridas que operan como entornos de socialización y zonas de contacto. Su punto de partida y fuente de investigación remiten a una conciencia propiamente latinoamericana y a sus formas icónicas de estetización. Juega con las nociones de representación, identidad y marginación, informadas por sus antecedentes sudamericanos y desde su propia perspectiva de migrante. Las estrategias de socialización y autoconstrucción –de oportunidad, de asentamiento– y la estética que conlleva, son lo que ha estado explorando y recreando en sus instalaciones en los últimos cinco años.

Ser finalista del mencionado premio supone exponer (hasta el 14 de enero del 2018) en el Hamburger Bahnhof de Berlín junto a las otras tres nominadas. Para la ocasión, Sol Calero ha ideado el masivo proyecto Amazonas Shopping Center, pensado como una retrospectiva de sus propios trabajos de los últimos cuatro años. El visitante entra en un centro comercial que incluye una serie de espacios sociales: peluquería, sauna, casa de cambio, cibercafé, agencia de viajes, escuela de salsa y un cine. Todas son piezas ya presentadas en su galería de Londres en muestras individuales y ferias, así como en otras instituciones alemanas. Este estilo de espacios comerciales, que a menudo se encuentran en países de América Latina o son administrados por inmigrantes en sus países de destino, crea una dinámica comunitaria que trasciende al intercambio de los productos o servicios que anuncian, y al igual que las personas que los manejan, se construyen de modo que permiten flexibilidad, adaptación e improvisación.

“Quiero crear espacios para reflexionar, pero a la vez para interactuar. Quiero tratar la forma en que se siente el espectador más que lo que él ve. Son proyectos que trabajan en dos sentidos, uno es el aspecto social del espacio y la experiencia que produce y el otro es el aspecto estético o, si quieres, el aspecto formal del proyecto”, declara.

Conceptualmente, cada espacio representa una serie de problemas sociopolíticos. Casa de cambio (2016) es un sitio de negociación que acentúa la fragilidad de la circulación de divisas, la situación errática de Venezuela y las contradicciones de nuestros propios sistemas de valores. Un lugar de espera, añoranza y nostalgia donde lo decorativo, lo que distrae y lo cómico se vuelven elementos vitales de las actividades cotidianas. Ciber café (2014) es un punto de acceso a la información, típico de áreas sin acceso generalizado a Internet, donde las personas conversan con sus familiares en países distantes o resuelven su día a día en intervalos de tiempo prepago. En sus terminales se presentan trece piezas de video seleccionadas por Sira Pizà, en su mayoría realizadas por artistas de origen latinoamericano y que abordan temas derivados del imperialismo y el colonialismo.

Agencia Viajes Paraíso (2017) se basa en la construcción y autoconstitución de países como destinos turísticos. En este proyecto, Calero señala al turista como coleccionista de experiencias y el viajar como otra forma de consumo. La agencia, con su imaginería construida, carteles y folletos y su planificación necesaria, es el testimonio más evidente de la confección de lo exótico como noción. Además, incide en que el estado temporal del viajero diferencia al turista del migrante, demostrando que el acceso a la movilidad global es el factor final de estratificación en la era globalizada. Por su lado, La escuela del sur (2015) y Salsa (2014) giran en torno a la transmisión de conocimiento pero reflexionan sobre el apropiacionismo cultural y los procesos de importación y exportación de iconos culturales que se convierten en clichés en los nuevos lugares donde se consumen. Las visiones estereotipadas de sociedades diferentes y distantes se convierten en nociones de otredad que se reedifican a lo largo de la historia, en el lenguaje y la cultura popular.

Destaca en estas piezas el poder social de la música latina como verdadero testimonio de la integración racial de los hispanoparlantes: la salsa ha sido de constante interés para Calero por su gran contenido lírico, tratando tanto de desamor y de machismo como de temas culturales y políticos. Si bien la música y el baile han ayudado a generar interés por la cultura latinoamericana, también han generado una excesiva idealización, exotización y estetización que dibujan una imagen distante de la realidad diaria de América Latina.

Como deciamos al principio, las instalaciones de Calero se activan con actividades que convierten de facto las exposiciones en espacios de socialización donde se ponen en evidencia aspectos que implican la recreación o la apropiación cultural. El espectador es parte activa de la instalación. Así, el día de la inauguración en Berlín se impartieron clases de salsa, se vendió una edición en Casa de cambio y se ofreció servicio de peluquería. El cine proyectará Desde el jardín (2016), telenovela en capítulos realizada en colaboración con Dafna Maimon y producida por CONGLOMERATE, un proyecto en marcha en el que Sol Calero trabaja con otros cuatro artistas y que funciona por entregas, subrayando las dinámicas sociales retratadas en los culebrones: roles de género, posición socioeconómica y aspiraciones de clase a través de tramas de codicia, envidia, infidelidades, drama familiar y giros trágicos.

Bienvenidos a Nuevo Estilo (2014) es un salón de belleza que incluye La sauna caliente (2016). En Venezuela, la peluquería es un lugar de encuentro donde se comparten noticias o se compran productos que no existen en el mercado. Por su lado, el spa hace referencia al culto del cuerpo y del bienestar en la práctica institucionalizada de la producción de imágenes, una demanda contemporánea esencial.

Calero se mudó a las Islas Canarias con su familia a los diecisiete años. Casi desde el origen de su carrera ha cuestionado su práctica artística, su búsqueda de la propia identidad como artista y su responsabilidad en dar visibilidad a problemas sociales y políticos. Casi todos los proyectos de la venezolana realizados en los últimos años son colaborativos: “las colaboraciones con otros creadores son muy importantes en mi práctica, dan visibilidad a artistas latinos y ocurren de un modo muy orgánico, en parte debido a que trabajo y me relaciono con ellos en Kinderhook & Caracas, espacio de proyectos que codirijo”.

La formalización de todo ello se refleja en sus trabajos, donde aborda la percepción de lo exótico aplicado a América Latina, precisamente subrayando la idea del “otro”. Sus instalaciones artísticas no son solo escenarios, sino que brindan un espacio crítico para cuestionar esa otredad marginal mientras muestran una tradición iconográfica que ha sido excluida de las narrativas canónicas de la historia del arte.

La infinidad de cruces entre cultura, tecnología, artesanía, tradición e industrialización son hechos que reflejan la heterogeneidad pluritemporal de Latinoamérica, El concepto de hibridación explica a la perfección su naturaleza. En Latinoamérica, según Lidia Santos en su libro Kitsch Tropical [1], lo híbrido da paso a lo Kitsch, entendiéndolo como la conjunción de ese amalgama que, más allá de las temáticas o soportes, se presentaría como una visión estilística.

Según Eco [2]  la industrialización de la cultura como fenómeno social es un paso decisivo en la constitución del Kitsch como sistema icónico y simbólico, perfilado en lo camp [3] tras la explosión del pop en los sesenta, donde la producción de Warhol contribuyó a la reutilización de imágenes populares y los desechos de la sociedad de consumo. La estructuración de estos elementos deriva en la propagación del arte conceptual en la época postmoderna, donde el kitsch ya no asume solamente la posición del mal gusto, sino que se asocia a una situación irónica del arte, una anti-estética que convierte el mal gusto en buen gusto –estética camp–.

Calero manifiesta su fascinación por fenómenos como Tropicália[4]: “estoy tratando de encontrar una forma de lidiar con estas estéticas. Además me interesa mucho la idea de alta y baja cultura”.y hace uso de su visión estética personal de la cultura doméstica latinoamericana, el legado colonial y el tropicalismo homogeneizado para reclamarla como fuente de conocimiento e identidad en lugar de una percepción estereotipada de este patrimonio.

La cultura contemporánea ha dado paso a una fragmentación y dispersión de la mirada en sus diferentes ámbitos donde lo ritual y lo popular se adosan a los gustos desmedidos. El trabajo de Sol Calero, como creación contemporánea, usa el cliché y lo kitsch con una tradición experimental, fundamentada en la permanente ruptura con lo establecido, no solo en el arte sino en la estructura de la sociedad en general.

 

 

[1] Lidia Santos (2001), Kitsch Tropical: Los Medios En La Literatura Y El Arte De América Latina. Madrid: Vervuert, p. 93-102

[2] Eco, Umberto (1968), Apocalípticos E Integrados Ante La Cultura De Masa. Barcelona: Lumen, p.51

[3] Sontag, Susan, Notas Sobre Lo Camp. Ensayo publicado por primera ver en 1964 perteciente a Contra la interpretación: https://www.scribd.com/document/137791009/Sontag-Susan-Notas-sobre-lo-camp-pdf

[4]  El Movimiento Tropicalista brasileiro se perfiló como uno de los primeros que ironizó sobre la situación socio-cultural de la zona en la década de 1960. Tropicália fusionó la cultura brasileña de vanguardia con movimientos internacionales. A través del cine, la música, la literatura y el arte, acortó las diferencias socio-culturales entre Latinoamérica y Europa occidental

María Muñoz es gestora cultural y educadora formada en Historia del Arte e Ingeniería de Telecomunicaciones, esa hibridez forma parte de su naturaleza. Ha sido profesora de «Historia del Arte de la primera mitad del siglo XX» en ESDI y actualmente imparte la asignatura de «Arte en un contexto global» en el Master de Gestión Cultural IL3 de la Universitat de Barcelona. Además, a caballo entre Berlín y Barcelona, colabora habitualmente en diferentes medios escribiendo sobre arte y cultura y haciendo hincapié en la confluencia entre arte, sociedad/política y tecnología. Le apasiona la imagen en movimiento, la música generada electrónicamente y los medios digitales.

Retrato: Sebastian Busse 

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