close

En A*DESK llevamos desde 2002 ofreciendo contenidos en crítica y arte contemporáneo. A*DESK se ha consolidado gracias a todos los que habéis creído en el proyecto; todos los que nos habéis seguido, leído, discutido, participado y colaborado. En A*DESK colaboran y han colaborado muchas personas, con su esfuerzo y conocimiento, creyendo en el proyecto para hacerlo crecer internacionalmente. También desde A*DESK hemos generado trabajo para casi un centenar de profesionales de la cultura, desde pequeñas colaboraciones en críticas o clases hasta colaboraciones más prolongadas e intensas.

En A*DESK creemos en la necesidad de un acceso libre y universal a la cultura y al conocimiento. Y queremos seguir siendo independientes y abrirnos a más ideas y opiniones. Si crees también en A*DESK seguimos necesitándote para poder seguir adelante. Ahora puedes participar del proyecto y apoyarlo.

Spotlight

16 mayo 2018

La puerta fría. Marc Vives en etHall

Escribo con urgencia unas palabras sobre Es que ahora no puedo, la propuesta que Marc Vives presenta en etHall hasta mañana. Lo hago de este modo porque creo que es la mejor forma de vencer la tentación de describir en vez de revisitar. Me temo que desmenuzar aquello que sucedió ayer y tratar de establecer un orden supondría traicionar su hospitalidad y romper de forma irreversible algún tipo de pacto al que, casi sin darnos cuenta, accedimos todos los que fuimos a su encuentro. No me refiero al tipo de alianza secreta que se firma para garantizar la integridad de un tercero, o al ejercicio de muda responsabilidad de aquellos que, sabiéndose en posesión de una verdad, alimentan con ella su ego. Me refiero a un pacto que nos compromete mutuamente y que empieza en uno mismo. Cuán pretencioso resultaría hablar de sinceridad u honestidad, qué vacío. Creo que lo explicaré mejor y sin dar tantos rodeos si lo llamo fragilidad. No imaginéis preciosismos, me refiero a una búsqueda empecinada en hacer sin dejar de ser sostenible, humana y materialmente. Me refiero a construir desde la complicidad, la gratitud y la humildad. Con una buena dosis de coherencia y puede que incluso con disciplina – allí están esos baños matutinos en la Barceloneta que Marc Vives ha documentado vía Instagram.

Tal vez sea redundante, por obvio, anotar que lo personal es tremendamente político, pero en ese torrente de intuiciones, aciertos y pasos en falso que Marc Vives hilvana hasta llegar al aquí y ahora, si algo debemos sacar en claro es que habita con una resuelta comodidad en la disolución de esas dos categorías. También puede que sea redundante, y no por eso menos necesario, anotar que en todas las exposiciones, en todos las novelas que leemos, en la canción que suena en ese aparato de radio lejano y al que no prestamos mucha atención, en todos ellos podemos vislumbrar un comentario sobre el modo en que quisiéramos vivir y el empeño que otros ponen en cercenar nuestros deseos. Vives ha escrito un texto que distribuye entre los que estamos allí y nos dice: «no quería escribir esto y que, como sucede con las hojas de sala, terminara doblado en un bolsillo, sin más». Puede que las convenciones dicten que la puerta de acceso a una galería se muestre a menudo como esa «puerta fría» que abrimos sin demasiadas expectativas y tras la que se despliega un abanico de coloridas y manidas estrategias de persuasión. Marc nos pide que la abramos a sabiendas de que allí no encontraremos artificios, y que escuchemos. No es mucho pero es suficiente. No hay magia, pero sí la convicción de que esa hora escasa que compartimos habilita un espacio para la transferencia de ideas y la distribución de los afectos.

Todo nos induce a pensar que en Es que ahora no puedo Marc confronta esa deuda que parece adquirirse por el mero hecho de ser artista. Una negación a la presión por la producción, por generar contenidos, por presentarlos de forma aparente. También está allí la necesidad de alejarnos, de adquirir perspectiva sobre uno mismo, sobre las montañas y los edificios que bordean la playa; y encontrar placer en una inestabilidad lacerante que nos mantiene suspendidos mientras atraviesa nuestro cuerpo. Hay algo de recapitulación y de punto y aparte – la puntuación es muy puñetera –, pero también una constatación: algunas cosas no merecen ser contadas, deben ser vividas ¿no?

Marc Navarro es comisario y escritor. Ha colaborado con espacios e instituciones como la Sala d’Art Jove, el Centre Cívic Can Felipa, la Fundació Joan Miró o el Centre d’Art La Panera. Sus textos han aparecido en varias publicaciones y catálogos de exposiciones y en medios como A*Desk, El Estado mental o la Revista Artiga.
Foto: Silke Briel

Media Partners:

close
close
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)