close

En A*DESK llevamos desde 2002 ofreciendo contenidos en crítica y arte contemporáneo. A*DESK se ha consolidado gracias a todos los que habéis creído en el proyecto; todos los que nos habéis seguido, leído, discutido, participado y colaborado. En A*DESK colaboran y han colaborado muchas personas, con su esfuerzo y conocimiento, creyendo en el proyecto para hacerlo crecer internacionalmente. También desde A*DESK hemos generado trabajo para casi un centenar de profesionales de la cultura, desde pequeñas colaboraciones en críticas o clases hasta colaboraciones más prolongadas e intensas.

En A*DESK creemos en la necesidad de un acceso libre y universal a la cultura y al conocimiento. Y queremos seguir siendo independientes y abrirnos a más ideas y opiniones. Si crees también en A*DESK seguimos necesitándote para poder seguir adelante. Ahora puedes participar del proyecto y apoyarlo.

El enemigo cómodo

Magazine

04 agosto 2025
Tema del Mes: Desaparición de las políticas culturalesEditor/a Residente: Jorge Sanguino

El enemigo cómodo

Arte, monumentalidad y obsesión fronteriza en la era de los nómadas digitales

“Él (Enemigo) quiere que los hombres se preocupen de lo que hacen;
nuestro trabajo consiste en tenerles pensando en qué les pasará”,
Tío Escrutopo a Orugario en Cartas del diablo a su sobrino, C.S. Lewis.

Mientras escribía este texto estallaba en la red social X una noticia: el sábado 12 de julio por la mañana, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, difundió en su red social Truth Social una carta, con fecha  del 11 de julio y dirigida al gobierno mexicano, en donde anunciaba la imposición de un arancel del 30% a las importaciones de México si el país no controlaba el tráfico de fentanilo. No se trata de la primera vez que Trump hace esta clase de amenazas. Desde su segunda llegada a la Casa Blanca ha mantenido este tipo de declaraciones; en tanto, especialistas políticos han advertido sobre problemas más apremiantes para el país vecino como la relación con Rusia y la invasión a Ucrania, el genocidio en Gaza o bien, la guerra comercial con China. Sin embargo, la relación con México se ha revelado como una de las más complicadas en este mandato. México no parece ser una prioridad diplomática, pero sí una obsesión doméstica: el enemigo cómodo. En los primeros cien días del gobierno de Trump se deportaron cerca de 135 mil personas, y las noticias sobre agentes de ICE llegando a escuelas, iglesias, e incluso partidos de béisbol o fútbol, han saturado los medios de comunicación.

La relación México – Estados Unidos nunca ha sido sencilla, como vecinos, han atravesado buenos momentos, otros han sido más ríspidos y, ahora se está gestando una relación que ha permeado en la baja considerable del turismo en general a los Estados Unidos. Asimismo, a nivel mundial ha surgido un nuevo término, “nómada digital”, una persona que tiene la capacidad de cobrar en dólares o euros y gastar en otras monedas de mercados emergentes, en otras ciudades donde su dinero vale más y su calidad de vida mejora. Este fenómeno, que no es nuevo, aparece desde inicios de este siglo. Un ejemplo por antonomasia es Berlín, donde los creativos, extranjeros fueron capaces de adaptarse a una sociedad dividida y convertirla en un lugar de moda. En el libro Las perfecciones (Anagrama, 2025) de Vicenzo Latronico, se cuenta la historia de una pareja que, por temporadas, pone a la renta a extranjeros el espacio en el que viven, ya que ellos pueden pagar la plusvalía que ha adquirido la zona en la que habitan. Esta novela muestra cómo se mueven estos “nómadas digitales” y en la vida real, varias ciudad europeas han sido afectadas por estas movilizaciones humanas: Berlín, Lisboa, Barcelona… y ahora, de Europa a América Latina, en donde la Ciudad de México se ha vuelto un punto muy atractivo.

¿Qué la hace atractiva? Primero, su cercanía con los Estados Unidos, cómo olvidar el famoso dicho de Porfirio Díaz: “tan cerca de Estados Unidos, tan lejos de Dios”. Segundo, en un imaginario mundial, la Ciudad de México es un sitio con un clima afable, en donde no es necesario usar suéter, pasear con shorts  y se puede salir con sandalias descubiertas todo el año. Sin embargo, esta visión está muy alejada de la realidad, el clima suele ser cambiante, los nativos saben del arte de vestir como cebolla, salen de casa con chamarra y suéter, para ir quitando a lo largo del día varias prendas que se vuelven a poner por la noche. Sin mencionar, la estación de lluvias que en los últimos años, por el cambio climático, se ha alargado y convertido en sinónimo de caos y tormentas inesperadas. Y por último, la fama que tiene el país en cuanto a su gastronomía y el trato de los mexicanos con los extranjeros.

Neotameme (2024) de Chavis Mármol

En este ambiente, post- Covid, en marzo del año pasado, en la colonia Roma, una de las más populares para los “nómadas digitales”, surgió un nuevo ¿monumento?, ¿meme?, ¿broma? La instalación del artista Chavis Mármol, Neotameme (2024), en un lote vacío en Colima 71, tras el enrejado, se ve un Tesla Model 3 azul siendo aplastado por una cabeza colosal estilo olmeca de nueve toneladas, una referencia directa a un Chrysler siendo aplastado por una piedra rojiza del Xitle con ojitos de Jimmie Durham, Still Life with Spirit and Xitle (2007), que durante años estuvo en una calle del Pedregal y, actualmente, es parte de la colección del Hirshhorn Museum. En cuestión de días, la pieza cobró tal relevancia que fue citada en la conferencia diaria del presidente Andrés Manuel López Obrador, “la mañanera”, como ejemplo de “orgullo nacional” (“AMLO muestra obra…” en La Jornada de Oriente, 18 de marzo de 2024).

Neotameme se volvió una imagen viral, un objeto en disputa -con acusaciones de ser apropiación de una caricatura-, pero al mismo tiempo en superficie de múltiples lecturas. Se habló mucho de su literalidad, como dice el crítico Edgar Hernández en la Revista Cubo Blanco: “Para decirlo rápido, importa valorarlo como obra de arte, pero importa más apreciarlo como meme” (Neotameme, de Chavis Mármol”, 17 de mayo de 2024). La pieza pertenece a una serie de obras  vinculadas con la cabeza olmeca, desde un Mr. Olmeca Head (2021), pasando por la versión de mochila, al tipo de repartidores de comida, para llegar al epítome del Neotameme. El tameme era una persona que movía mercancía de un lugar a otro, haciendo un guiño con el pasado y el presente, como las formas de trabajo no han cambiado del todo. Entre la literalidad del título y la fijeza del rostro, la obra sugiere que la historia -esa que fingimos superada – cae con toda su densidad sobre las fantasías tecnológicas del presente. Al final, Mármol dice “En conclusión lo que yo buscaba al hacer esta pieza era trollear a Elon Musk y su nueva planta de autos en México, un meme a gran escala” (Instagram @Chavismarmol, 11 de marzo de 2024).

A un año de creación, Neotameme continúa, en palabras de Octavio Paz, siendo “un campo de batalla”, que revela complejidades como la relación de México con Estados Unidos, el tenso ir y venir de la “amistad” de Trump con Elon Musk (dueño de Tesla, donante a la campaña de Trump y su asesor político durante los primeros meses de su mandato), la relación con los “nómadas digitales” y la gentrificación de la Ciudad de México. En los años ochenta y noventa, el mismo Octavio Paz señaló que hay un campo pavimentado con concreto pulido, señalética bilingüe y cocteles de bienvenida. Lo que antes eran embajadas culturales, hoy son hoteles boutiques con galerías en la planta baja. Y, lo que antes era la crítica, hoy son captions en Instagram celebrando, con el mezcal en una mano y con la otra tomando un selfie.

Paz entendía la cultura como un espacio en disputa, no solamente entre ideas sino entre sistemas de poder. En su tiempo, cuando las cabezas olmecas viajaban como “embajadores culturales” de Nueva York a Venecia, con el museógrafo Fernando Gamboa a la cabeza, esa disputa se libraba entre el Estado posrevolucionario y las élites intelectuales, entre la autonomía del pensamiento y la maquinaria ideológica. Hoy, el campo ha mutado: las instituciones públicas se desmantelan, las privadas se sofistican, el capital simbólico circula más rápido por Instagram que por las revistas o los programas culturales, que van desapareciendo para crear un sinfín de podcast personales. Pero el conflicto sigue ahí, disfrazado de colaboración, de grandiosidad. El 18 de julio, se cumplen 700 años de la fundación de Tenochtitlan, ese gran mito del encuentro de los mexicas con el águila devorando a la serpiente sobre un nopal en medio de un lago, y que este gobierno celebra con la creación de 5 esculturas monumentales realizadas en fibra de vidrio junto con espectáculo de luces y sonidos, a lo mejor nos seguimos asombrando como los espejitos españoles asombraron a antiguos habitantes de esta ciudad.

Mientras en otros tiempos las piezas originales viajaban por el mundo como embajadoras del esplendor cultural mexicano, hoy los artistas producen esculturas de nueve toneladas en lotes baldíos y el gobierno responde con simulaciones de monumentalidad en fibra de vidrio. ¿Acaso se confunde lo grandote con lo grandioso?

Quedan más preguntas que certezas, mientras el apoyo a nuestros connacionales en el extranjero sigue condicionado por intereses políticos y en las calles de la Ciudad de México, al margen de los renders y los cocteles de bienvenida, alguien sigue escribiendo con plumón: gringo go home.

Si antes el intelectual era un mediador incómodo, hoy se espera del artista que sea un gestor eficaz, un productor de discursos útiles para la diplomacia cultural o el turismo simbólico, simplemente pensemos en la promesa de Chapultepec: naturaleza y cultura, proyecto encabezado por Gabriel Orozco, a casi seis años de su promesa en el Plan Maestro, los espacios prometidos se disolvieron como el Pabellón Contemporáneo Méxicano, o no se han concretado, tal es el caso de la Cineteca Nacional en Chapultepec o la Bodega Nacional de Arte. La batalla cultural ha cambiado de escenario: ya no son manifiestos, sino convocatorias; ya no discursos, sino escándalos en la prensa. Solo así el gobierno parece responder. Hoy, las exigencias públicas van desde la transparencia sobre la colección de Dolores Olmedo, hasta la responsabilidad de empresas culturales mexicanas involucradas en el conflicto de Gaza.

Octavio Paz describía al mexicano como un ser marcado por una historia de traición y vergüenza, el “hijo de la Malinche”: silencioso, hermético, con miedo a ser vulnerado. La identidad nacional, sostenía, que se construyó como una coraza, una máscara ante la humillación. Pero Neotameme no guarda silencio; más bien, lo aplasta. Es una pieza que no se esconde, ni se disculpa. La cabeza olmeca sobre el Tesla no busca reconciliación, busca escándalo. Se burla del progreso, de la solemnidad, de la narrativa tecnofílica global -aunque la venta de éstos haya disminuido en el último año, después de su vinculación con el gobierno de Trump y su búsqueda de crear un tercer partido político en Estados Unidos-. En palabras de Tomás Moro: “El diablo… el espíritu orgulloso… no puede aguantar que se mofen de él”. Tal vez ahí está la clave del efecto viral de la pieza: no porque sea monumental, sino porque se burla. Porque recuerda que el poder, cuando es ridiculizado desde abajo, revela su fragilidad. Y porque al hacerlo desde una estética mestiza, ambigua, sin respaldo de una institución, hiere doble. Porque reírse del poder, desde el sur, no es una evasión: es insumisión visual.

Ximena Apisdorf Soto. Comunicóloga con formación en gestión del arte y la cultura, posee una sólida trayectoria en análisis crítico y producción de contenido especializado en arte contemporáneo. Ha desarrollado su carrera en México, Estados Unidos y Guatemala, colaborando en museos, galerías, publicaciones culturales y plataformas de difusión. Con amplia experiencia en radio, participa en espacios de opinión y análisis. Además, ha trabajado en producción de contenido para medios digitales, análisis de comunicación visual y estrategias de divulgación cultural.

Media Partners:

close
close
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)