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Hace tiempo que la programación de museos y fundaciones de arte contemporáneo no se nutre principalmente de exposiciones y proyectos comisariados por colaboradores independientes (o “multidependientes” para ser más precisos) externos a la institución. La crisis de las instituciones, que es tanto económica como identitaria, es la responsable de que las colecciones hayan vuelto al primer plano de sus programaciones.
Las colecciones están vivas, evolucionan y muestran los orígenes y el ADN de los museos, configuran su identidad y su personalidad. Aunque para los museos pueda resultar más agradecido mostrar una y otra vez sus “piezas estrella” (un Jeff Wall por aquí, un Gerhard Richter por allá), es mucho más arriesgado y enriquecedor intentar configurar nuevos relatos y aportar miradas renovadas entorno a sus obras.
Esto es precisamente lo que la Fundación “la Caixa” lleva haciendo desde hace bastante tiempo. Con el ciclo “La mirada del artista”, acogió las “miradas” de Juan Uslé y Luis Gordillo o, más recientemente, a cargo de Rosa Martínez, con la exposición articulada en tres partes ¿Qué pensar? ¿qué desear? ¿qué hacer?. Caixaforum inaugura ahora un programa llamado Comisart (sí, el nombre podría haber sido un poquito más sofisticado) dirigido a comisarios emergentes, concepto que “la Caixa” traduce como “menores de 40 años y cuya experiencia incluye la realización de tres proyectos curatoriales”.
La primera de las tres propuestas de este programa es Arte Ficción. Y el título es lo menos acertado de este proyecto, comisariado por Jaime González Cela y Manuela Pedrón Nicolau, que parte de los parámetros clásicos de la ciencia ficción para generar un relato diferente, una propuesta que activa las obras de una manera inédita hasta ahora.
Es cierto que la ciencia ficción es un género que desde la distancia temporal permite analizar el presente de una manera crítica e incluso vaticinar un futuro no siempre alentador si pensamos en Blade Runner, 1984 o The Road. Jaime González Cela y Manuela Pedrón Nicolau nos sitúan en un espacio y un tiempo indeterminados, en el que llama la atención la ausencia de la figura humana, que sólo aparece alienada en la vídeoinstalación de Aernout Mik. Los trabajos seleccionados proyectan otros mundos, muestran dimensiones paralelas o presentan objetos que responden a otras realidades. En la exposición encontramos las ciudades disneyzadas de Ante Timmermans, los horizontes marinos de Hiroshi Sugimoto, los comportamientos extraños y obsesivos de los protagonistas de Aernout Mik, el reloj de tiempo detenido de Jorge Barbi, las paradójicas señalizaciones de Rogelio López Cuenca o la bicicleta cargada de bolsas como icono de una vida nómada y homeless de Andreas Slominski.
Pero el relato curatorial no sólo se configura a partir de la disposición en el espacio de los trabajos sino de una intervención muy mesurada a modo de camino a seguir (con unas líneas literalmente pintadas en el suelo) y a interrelacionar las obras a partir de conceptos clásicos en el ámbito de la ciencia ficción, como son utopía, distopía, cataclismo, génesis, paradoja y virus.
Porque es cierto que las obras pueden hablar por ellas mismas pero lo que hay que pedirle a una exposición es que sea capaz de articular un relato, de entre los muchos posibles, y de generar una situación o un universo en el que nos sintamos apelados. Y Arte Ficción (a pesar del título) lo consigue.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)