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«La escucha nunca es natural. Requiere y genera alfabetización.» Ultra-red
El trabajo del colectivo de activismo sonoro de Los Ángeles Ultra-red desde los años 90 del siglo pasado se había regido por un acercamiento al trabajo sonoro como una práctica espacial, potencialmente capaz de contribuir a la producción de espacio social, postulados derivados de su peculiar lectura de Attali y Lefebvre. A lo largo de los últimos 15 años, Ultra-red se habían convertido en uno de los paradigmas de lo que podía suponer una práctica de lo que ellos mismos han denominado «investigación sonora militante».
La reciente publicación de «Five Protocols for Organized Listening» supone un claro cambio de paradigma en la actividad del colectivo. Presentado como un cuaderno de ejercicios, o, si se prefiere, un libro de cocina, «Five Protocols…» consiste en 5 series de instrucciones para potenciales investigaciones sonoras colectivas.
La publicación es una base de conocimiento derivada de más de cinco años de talleres y proyectos colectivos realizados en diferentes puntos de Estados Unidos y Europa en contextos tan diversos como barrios gentrificados, museos, facultades universitarias o acampadas de protesta. Cada protocolo va acompañado por una serie de «variaciones», o apuntes, sobre su puesta en práctica en situaciones concretas. Así, si bien los protocolos inevitablemente remiten a la larga tradición de trabajos de instrucción en movimientos artísticos como Fluxus, las variaciones los anclan a problemas y preguntas concretas.
Al mismo tiempo, las variaciones también establecen una línea narrativa – una serie de relatos de múltiples voces, a través de muchos momentos y lugares diferentes, en los que se relata no tanto la evolución de una metodología, como la serie de crisis y transformaciones internas de los propios Ultra-red; en ningún lugar del libro se evita la mención de momentos de atasco productivo, dificultades de comunicación o las frustraciones cotidianas. Esto permite insertar una sub-trama que relata también la evolución interna de los propios Ultra-red a lo de largo últimos cinco años.
Se trata de una transición que aleja mucho a Ultra-red de casi todos los elementos gramaticales (o, si se prefiere, lugares comunes) del llamado «arte sonoro», o las prácticas fonográficas. Ni la grabación, ni la publicación de contenidos sonoros, ni siquiera los aspectos técnicos del registro de sonido tienen cabida en estos protocolos, más allá de algún uso puramente utilitario.
Todo el énfasis está en la escucha activa, que pasa de ser un acto de recepción de contenidos sonoros a una herramienta de trabajo interna; una metodología para poner en marcha el proceso constituyente de un colectivo social, examinar problemas internos, externos o individuales, o repensar el trabajo del grupo. Las acciones comprendidas por los protocolos – trabajo de campo, sesiones de escucha, paseos sonoros, trabajo con objetos sonoros – son ya parte establecida en el lenguaje del arte sonoro. Pero aquí se ven insertas en un proceso radicalmente distinto. Estamos hablando de actos de escucha, sí, pero de escucha en un sentido amplio; la escucha del entorno sonoro, pero también la escucha mutua dentro del grupo de trabajo.
Al mismo tiempo, «Five Protocols…» se alinea perfectamente con una marcada tendencia hacia modos de producción social de cultura de la última década: tanto si hablamos del llamado «giro educativo» en las instituciones culturales como de modos de producción de cultura en red, el valor de estos protocolos trasciende el ámbito del arte sonoro y se convierte en una herramienta indispensable para cualquier práctica cultural constituyente.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)