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¿Qué funciones debe cumplir una feria de arte en el siglo XXI? ¿Se están resituando las galerías a la misma velocidad que el resto de agentes del arte? ¿Y las instituciones? ¿Se están convirtiendo ferias y galerías en una de las pocas plataformas de trabajo que van quedando para los comisarios independientes/multidependientes?
Este es un momento de redefinición del arte, de la cultura, del sistema económico que conocemos y del mundo. A todos y cada uno de nosotros nos toca repensarnos. Hace unos días leía en el libro Funky Business unos datos muy gráficos: “Inevitablemente, los nuevos roles demandan nuevas habilidades. Hace treinta años, teníamos que aprender una nueva habilidad por año. Ahora, es una por día. Mañana será una nueva por hora. Habilidades como el networking -en el año 1960 un gerente medio debía aprender 25 nombres a lo largo de toda su carrera-; hoy debemos aprender 25 nombres nuevos cada mes. Mañana, puede que sean 25 nombres nuevos por semana (y la mitad de ellos probablemente serán nombres en otros idiomas)”.
Este es nuestro presente. Y este es el presente de ARCO. ARCO nació en el año 1982. Era el principio de los 80 y el inicio de la apertura mental y cultural de España. Varias generaciones de artistas, críticos, comisarios, galeristas y coleccionistas hemos crecido con ARCO. No siempre ha existido Internet (aunque a los más jóvenes les cueste imaginárselo), y no siempre hemos tenido acceso a lo que ocurría en el otro extremo del mundo. Fue en ARCO donde por primera vez vimos una impresionante instalación de Thomas Hirschhorn (en el stand de Chantal Croussel) y fue en ARCO donde pudimos escuchar a Harald Szeemann participando en una mesa redonda. En todos estos años, ARCO ha cumplido una importante función social y educativa.
Pero también es cierto que le ha costado re-situarse en medio de la proliferación de otras ferias de todo tipo (más exóticas, más emergentes, más potentes, más sexys) en todo el mundo. Mientras tanto, los límites entre ferias y bienales son cada vez más difusos (en una ocasión hablábamos de ferienales).
No sabemos si el equipo directivo de ARCO 2013 se ha hecho todas estas preguntas. Probablemente sí, pero también sabemos lo difícil que debe ser intentar adaptarse a las nuevas necesidades dependiendo de estructuras poco o nada flexibles. Debe ser algo parecido a lo que ocurre con la industria del automóvil. Está claro que el futuro pasará por los coches eléctricos, pero mientras tanto, ¿quién se atreve a desmantelar la industria del automóvil tal y como hoy la conocemos?
Pero ¿qué hay que destacar de ARCO 2013? La sensación es que se ha vendido y comprado. A pesar del 21 % del IVA. Y, no lo olvidemos, vender es uno de los objetivos principales de una feria. ARCO sigue siendo un lugar de encuentro y una buena razón para viajar hasta Madrid. Como cada año, ARCO es el momento mediático por excelencia para el arte contemporáneo. Para bien y para mal. Se aparece en los medios, pero de una manera bastante banal. Ningún problema con la banalidad, siempre que pueda convivir con un abanico más amplio de aproximaciones.
Temas anunciados a bombo y platillo como los códigos BIDI para obtener más información sobre los artistas o las ventas online no dejan de ser detalles no demasiado relevantes. Que el catálogo tenga una versión online ampliamente difundida sí es significativo.
No ha habido stands memorables, pero sí un nivel de calidad muy equilibrado y un trabajo riguroso que vale la pena destacar, en ProjecteSD, Ellen de Bruijne, ADN, Àngels Barcelona, Nogueras Blanchard, Maisterravalbuena, Chantal Croussel o Esther Schipper, por mencionar sólo algunos.
Un aspecto que distingue a ARCO de otras ferias es el énfasis en las propuestas curatoriales. Y ahí merece destacarse especialmente la sección Opening, comisariada por Manuel Segade y Veronica Roberts, que funciona en una doble dirección: permite a galerías jóvenes entrar en la feria, al tiempo que ésta recibe nuevos aires y nuevas maneras de ver y hacer.
Para muestra un botón: el trabajo de Sander Breure y Witte van Hulzen presentado por la galería holandesa tegenboschvanvreden. Tres actores representan el papel de galeristas de una galería ficticia llamada Ansgar Lund. Todas las dinámicas internas y tics de una feria de arte, así como algunas distorsiones, aparecen reflejadas. Y un detalle que no deja de ser importante, la performance no se acaba los días de visitas para profesionales, sino que dura hasta el final de la feria.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)