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En Downton Abbey, Lord Grantham a los inicios de los años 20 del siglo pasado ve como su mundo se desmorona. La Primera Guerra Mundial ha cambiado el escenario, pero lo que verdaderamente le afecta son los cambios en las actitudes, cambios domésticos. Más allá de su incapacidad para gestionar su economía en el sistema de inversiones y bolsa, lo que le descolora, lo que no ve como asumir es que una de las hijas, Lady Sybil, se enamore y se acabe casando con el chofer, un plebeyo, irlandés y marxista, o que otra de la hijas, Lady Edith, decida ser periodista. Pequeños cambios que retumban en la zona de servidumbre, en ese numeroso servicio a cargo de una familia que ocupa una gigantesca casa. La ayudante de cocina, Daisy, recibe la propuesta de un pequeño propietario para encargarse de una granja. Allí no sólo podrá ocuparse de las vacas y animales, también podrá vender productos caseros, puddings y demás. Ante la propuesta responde que había pensado que se dedicaría toda la vida a servir. El granjero replica que si acaso cree que dentro cuarenta años el mundo seguirá igual, con doncellas y lores, con grandes casas y servicio doméstico.
Jorge Carrion ha escrito mucho sobre series televisivas, en Teleshakespeare (un título tan bien logrado que explicita la tesis del libro, las series han usurpado el territorio de la gran novela de los siglos XIX y XX, el relato), en su blog y su cuenta de facebook. Y ha recalcado como siempre remiten a la actualidad. Como un remedo de aquel antropológico «pensar en los otros es pensar en nosotros», narrar las vicisitudes de una familia inglesa a principios de siglo XX tiene repercusiones en la actualidad. Pero Downton Abbey no relata (aún) los posibles problemas frente a la crisis del 29, ni el ambiente prebélico en la convulsa Europa de los años 30. No, habla de cambio, de un cambio que algunos entienden y otros no. Y ya es mucho saber que se está produciendo, entenderlo sería sublime. Recordemos las palabras del granjero: «acaso crees que el mundo será igual dentro de cuarenta años». Con eso basta, ni siquiera puede intuir como será.
Esa es la actualidad de la serie. Sabemos que el mundo no será igual en cuarenta años, ni siquiera estamos seguros de si será igual en quince, diez o cinco. Pero volvamos a Lord Grantham, son las cosas domésticas, los cambios en las actitudes lo que le descoloca. Así que no podía dejar de pensar en un remedo de la ayudante de cocina Daisy reconvertida en artista, crítico, comisario o galerista. En el proyecto de hacerse una carrera produciendo obras, publicando textos en revistas de prestigio, organizando exposiciones de esas obras únicas en museos con más obras únicas, pensando en abrir una galería para que esos artistas vendan esas obras para esos museos. Y viendo la serie desde mi ordenador, me hacía la misma pregunta que se hacía el granjero.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)