Buscar
Para buscar una concordancia exacta, escribe la palabra o la frase que quieras entre comillas.
En A*DESK llevamos desde 2002 ofreciendo contenidos en crítica y arte contemporáneo. A*DESK se ha consolidado gracias a todos los que habéis creído en el proyecto; todos los que nos habéis seguido, leído, discutido, participado y colaborado. En A*DESK colaboran y han colaborado muchas personas, con su esfuerzo y conocimiento, creyendo en el proyecto para hacerlo crecer internacionalmente. También desde A*DESK hemos generado trabajo para casi un centenar de profesionales de la cultura, desde pequeñas colaboraciones en críticas o clases hasta colaboraciones más prolongadas e intensas.
En A*DESK creemos en la necesidad de un acceso libre y universal a la cultura y al conocimiento. Y queremos seguir siendo independientes y abrirnos a más ideas y opiniones. Si crees también en A*DESK seguimos necesitándote para poder seguir adelante. Ahora puedes participar del proyecto y apoyarlo.
©Andreas Topfer
En nuestro día a día, en cada paso que tomamos, cuando llegamos al trabajo (si llegamos a él o cuando nos sentamos, en casa, café-te-zumo y ordenador…) cuando compramos, nos movemos en metro-bus-bici-coche… cuando bebemos agua-bebidas carbonatadas o alcohol; en todo momento, estamos rodeados de normas; morales o legales, vinculantes o no, que determinan cómo son las cosas y fijan los códigos y las conductas de lo correcto y lo justo.
Del mismo modo que la política que definimos marca nuestros modos de vivir, las leyes que nos rodean -aunque las ignoremos- determinan nuestras capacidades y nuestros límites. Atrapados en normas, aunque no las conozcamos, éstas también llegan a un mercado del arte que ha sobrepasado todos los límites de lo moral, lo justo y lo correcto (como muestra, Richard Prince) pero que, aún así, pueblan un sistema complejo que a menudo no es observado con suficiente atención.
En este número nos propusimos hablar de las normas que estructuran la distribución en el mundo del arte y de todo lo que se deriva de este paso imprescindible para el sistema.
Quisimos abordar el tema desde un punto de vista legal y especializado, por lo que le pedimos una colaboración a Eva Soria, acostumbrada a moverse en los dos frentes, el legal y el artístico. También quisimos ensanchar juicio y ampliar opciones con la observación crítica de los canales que hemos conocido con el cambio de siglo: Glòria Guso firmaba un comentario receloso del crowdfunding (también podríamos llamarle ¿capitalismo de base amplia?), de sus peligros y perversiones. Nerea Arrojería escribía un texto lleno de referentes habidos, alegato a las opciones reales de una distribución distinta, del compartir como alternativa factible y eficiente. María Muñoz contribuía con una imprescindible entrevista al generoso y multifacético Arman Avanessian, filósofo del realismo especulativo y artífice del proyecto DISCREET, agencia de inteligencia para la gente; una conversación en la que además conocimos los sistemas de poder y sabotaje del sistema arte; el Zeitkomplex o la necesidad de salirse de lo “contemporáneo”.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)