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Di-soluciones de Arte

Magazine

14 noviembre 2011

Di-soluciones de Arte

La definición de un mundo del arte basado en individualidades -habitualmente masculinas- que generan sus obras para pasar a ser material consumible se pone en duda en la crisis global. La necesidad de acción y respuesta social lleva a Tania Bruguera a plantear la belleza de lo útil para intentar superar barreras, distancias y posiciones cómodas, con la voluntad de hacer preguntas de difícil respuesta.


Decía Allan Kaprow que el No-arte es más arte que el arte Arte. Que el módulo lunar supera a cualquier esfuerzo escultórico contemporáneo, y que por lo tanto, el artista deja de ser tal para cómo no-artista fluir entre la vida y el arte. Algo similar está pasando en Queens, con el Immigrant Movement International Tania Bruguera hace de iniciadora de un proyecto que quiere eliminar el espectador y replantear las relaciones entre poder, ciudadanía y mercado.

El proyecto parte con el apoyo de Creative Time y el Queens Art Museum, y vive su primera fase en Corona Park, un barrio de mayoría latina dentro de la amalgama de orígenes de esta parte de Nueva York. El local a pie de calle, actúa como centro comunitario, donde se organizan desde sesiones gratis con abogados, a clases de inglés, dibujo o vídeo. Bruguera vive en la misma zona, comparte su vida con ilegales y sobrevive con el salario mínimo.

En 2010 dos Museos llenaron su espacio con dos propuestas que para algunos significaron la entronización de la estética relacional en Estados Unidos. Mientras Marina Abramovic estaba sentada en el Atrio del MoMA mirando fijamente durante tres meses a más de 1.400 personas, en el espiral del Guggenheim la gente paseaba charlando sobre el progreso con los intérpretes de Tino Sehgal. Ambas situaciones constituyen un ejemplo de cómo usar al museo en todas sus dimensiones y al mismo tiempo incluir al público en el devenir de la pieza, generando experiencia.

La redefinición del espectador revela según Jacques Rancière un proceso de emancipación. El espectador deja de ser tal para constituirse como cuentacuentos (storyteller), activando así no tan sólo su participación en el momento presente, sino también en el proceso de grabación humana por excelencia: la memoria.

El público se hace protagonista del arte al ser él mismo quien dirige y digiere su implicación. Sin embargo el papel del artista en estas piezas quedaba reforzado. En el ejercicio de asombro de Abramovic, ella es el canal de energía donde debemos reflectar nuestro interior. En la organicidad cívica en espiral de Sehgal, él permanece omnipresente, como autor-guionista de los pasos que damos.

La distribución de lo sensible es para Rancière lo que define las formas del “estar juntos” cuya transformación se imbuye en lo político. La creación de una comunidad de espectadores emancipados viene a romper la mediación mimética del teatro para reformular los roles y ahondar en la “inmediata perfomance ética”. Para Rancière existe un giro ético en nuestra contemporaneidad, algo fundamental y evidente en la plástica social. Bruguera es consciente de ello al situarse como no-artista y en avanzar en el concepto de “arte útil” como método para “proponer soluciones a los déficits de la realidad” para ello ha creado la Asociación de Arte Útil que entre otros alimenta al Immigrant Movement International

Con ese nombre, en 1969, Eduardo Costa hizo dos acciones que consistían en: una, instalar las placas de una serie de calles de Manhattan donde estas no existían, y dos, pintar la estación del metro de la calle 42. En abril de este año, en un evento de presentación del proyecto para el mundo del arte neoyorkino, Bruguera definió que aquello que le interesa, no es tanto la belleza del objeto útil, como la belleza de lo útil. Siguiendo esta fórmula, el re-ingreso a la utilidad del urinario de Duchamp, rompe con décadas de auto-complacencia estética del arte. Al mismo tiempo que se baña en las genealogías de la definición del papel del artista y en las del objeto como codificador de deseos.

Claire Bishop respondió a la estética relacional con la idea de que no se puede evitar la implicación social. Thomas Hirschhorn o Santiago Sierra vendrían a resaltar esta posición cuando insieren en la comunidad o en la explotación. En una reciente conferencia de Living as Form, el proyecto que Nato Thompson (Creative Time) ha ideado como hub-archivo del “arte socialmente comprometido”, Bishop expuso la necesidad de encontrar una forma de evaluar este tipo de prácticas sociales. ¿Es necesario rastrear sus efectos entre los que participan, y por lo tanto asegurarse de que el cambio social propuesto llega a cierta destinación? En Junio pasado, en un evento en la Kitchen que formaba parte de la exposición organizada por las comisarias del Whitney Program de este año, Bruguera proponía signar un documento donde el abajo firmante se comprometía a defender y o actuar cuando alguien hiciera uso del discurso exclusivista en contra de los inmigrantes. Al cabo de un mes, los firmantes recibían una llamada para hacerles recordar su compromiso, al cabo de unos meses más recibieron en casa el documento con una acreditación por el respeto dado. ¡Ay! ¿Quién en Europa se puede imaginar signando un compromiso para no ofender y respetar a la inmigración?

Siguiendo la narrativa de «Empire», Hardt y Negri identifican a la multitud y su proceso de toma de poder, como el sujeto y el objeto de la globalización. El ser migrante responde a la necesidad del modo de producción, y por tanto es una pieza clave a la que aún no se ha encontrado una entidad política correspondiente a tal efecto. El “Papeles para todos” resuena en el proyecto de Bruguera, que busca definir también una identidad política para aquellos que no la tienen o más aún, redefinir el concepto de ciudadanía de acuerdo con los movimientos de capital, bienes e información.

La ecología social que Bruguera gestiona, se encuentra en un lugar intermedio, fuera de los circuitos del arte contemporáneo, a medio camino entre la acción política y la intervención artística. ¿Como entonces participar, o experimentar esta performance continuada? La respuesta viene a ser algo como “Hay que venir aquí y ser parte de esto”. No existe una posición cómoda, delante de las circunstancias y condiciones legales, laborales y personales no sirven propuestas para sublimar la situación. El espacio del movimiento actúa como generador de diálogos, como red de apoyo, como acción colectiva donde el trabajo del artista-activista solo puede ser actuar-archivar (participación y memoria).

Una vez esta fase del proyecto acabe en Diciembre, Bruguera propone una expansión, cualquier persona o colectivo podrá montar su propio espacio del Movimiento en algún rincón del planeta, no se trata de franquicias sino de abrir la creatividad como forma colectiva para el cambio social. Ella menciona como referencia de la “creatividad común” el proyecto de Parreno y Huyghe, «Annlee» (el ser animado japonés que pasó de manos para ser intervenida, re-contextualizada o re-interpretada).

La disolución del arte o la democratización de las prácticas del arte, no tan sólo insieren en el largo discurso del arte-vida o las re-definiciones del artista, sino que también forman parte de la necesidad de re-pensar la articulación del sistema político-económico a escala humana. Una sensibilidad que está de acuerdo con la pluralidad y horizontalidad propias de los movimientos que sacuden las plazas del mundo. La acción en masa debe transformar las formas de actuación de la ciudadanía hacía la construcción de la gobernanza global. Un proyecto infinito que pasa por asumir un cambio en el sistema del arte. La individualidad con la que se ha vestido el arte de la era capitalista queda desfasada en este contexto. El próximo 18 de Diciembre con motivo del día Internacional del Migrante, se ha lanzado una convocatoria para que artistas de todo el globo propongan acciones o continúen acciones propuestas. Siguiendo el hilo de crear convocatorias mundiales, empujando lo local y lo global hacía una reacción donde se cuestione, se investigue y se experimente con nuevas formas de activación tanto en lo político como en lo artístico. Al mismo tiempo estas circunstancias nos obligan a repensar las formas con las que escribimos sobre arte. Seguramente este texto podría haber empezado de otra manera:

En Estados Unidos viven alrededor de 11 millones de inmigrantes ilegales (el 70% de origen Latinoamericano), después de casi cuatro años aún esperan la regulación prometida por Obama. La llamada Dream Act sigue varada en el Congreso de mayoría republicana. Poderes fácticos como el Tea Party (32% en el Congreso) gobiernan las mentes de este país, marcan la línea discursiva y alimentan los miedos a una invasión sureña. Ellos están detrás de las leyes de Arizona y Alabama, que criminalizan al inmigrante por su condición de migrante a la vez que restringe el acceso a la sanidad y la educación que amenaza sobre todo a la población joven. La barrera ideológica supone también una barrera económica, más del 40% de representantes en el Congreso y el 66% de los senadores son millonarios, y racial de los 435 miembros del Congreso 361 son blancos, de los 100 senadores 96 ¿Cuántos con servicio hispano o jardinería asiática?

Xavi Acarín está fascinado con la experiencia como motor de la cultura contemporánea. Ha trabajado para centros de arte y organizaciones culturales tanto en Barcelona como en Nueva York, con especial atención a la performance y a la instalación.

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