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Francesc Ruiz – En el momento que contacto contigo para invitarte a participar en este número de a-desk me comentas que te encuentras generando un nuevo cuerpo de obra en el que, a través de un diagrama de gran tamaño, visibilizarás el desarrollo y vinculación entre la ilustración francesa y la revolución haitiana, corrígeme si esto no es así. En cualquier caso, me gustaría que nos describieras brevemente en qué consiste esta nueva producción.
Efrén Álvarez – Pues me pillas a punto de dar el primer trazo e igual corro un poco el riesgo de que se me vaya un poco la fuerza por la boca, pero vamos allá…
Puedo decir que voy a intentar representar el cuerpo social del periodo revolucionario del s XVIII, centrándome en el imperio colonial francés. Estará presente la economía brutal de la época, pero el enfoque principal serán los procesos de formación ideológica, la república global de las letras, los contubernios, agenciamientos, maquinaciones… ¿Qué forma va a tomar eso? Bueno, habrá un trabajo de analogías, símiles, parodias, metáforas, parecido a lo que hice en Government, que acabarán formando una especie de seres colectivos reconocibles… No va a ser un mapa práctico de los hechos, pero espero que pueda representar a las instituciones que produjeron ese momento tan desgraciado para tantas personas y tan determinante históricamente.
Haití y París serán las «figuras» principales de la imagen, revoluciones paralelas que pueden presentar los problemas que quiero intentar digerir en estos dibujos, mostrando las tensiones entre ideologías explícitas y corrientes más viscerales.
Un momento que podría centrar el marco temporal es la secuencia de sesiones parlamentarias en torno a la abolición de la esclavitud de la Asamblea Nacional Francesa que recoge trascendentalmente C.L.R. James en Los Jacobinos Negros.
Tras la promulgación de la Declaración Universal de Derechos del Hombre y el Ciudadano de 1789, el antiesclavismo estaba muy presente socialmente, best sellers, panfletos y obras de teatro lo denunciaban. Parlamentarios de la izquierda burguesa, con el poder en aquel momento, como Brissot, Abbé Grégoire y Condorcet , constituyeron la sociedad antiesclavista que tuvo la iniciativa parlamentaria de abolir la esclavitud.
Aun así, reunidas en asamblea, teniendo la autoridad y supuestamente el consenso para cambiar la situación, las unas por las otras dejaron escapar el objetivo, y concluyeron que no había tanta prisa para establecer la igualdad. Lo de romper las cadenas de la esclavitud acabó quedándose en metáfora, hasta que las haitianas consiguieron hacerlo realidad más tarde, por la fuerza.
Dibujar y pensar un poco estos fracasos de lo ideológico, frente a no sé bien qué otras fuerzas, es un objetivo que tengo últimamente y que espero abordar en el proyecto.
FR – Cuando empezamos a hablar, me recomendaste la lectura de la obra de Robert Darnton El diablo en el agua bendita o el arte de la calumnia de Luis XIV a Napoleón, centrada en el estudio de los libelos como el medio que ayudó gestar un estado de opinión general que se concretaría en el estallido social que supuso la Revolución Francesa. Conforme leía el texto recordaba los fanzines que has ido publicando lo largo de los años, tanto aquellos donde desgranabas tus investigaciones sobre las estructuras de poder, el mercado y la política; a aquellos satíricos que centrados en el ¿quién es quién? del arte contemporáneo en España publicaste junto a Víctor Jaenada y que temporalmente revolucionaron la escena. Entre el libelo y el fanzine anarquista ¿dónde sitúas tu práctica fanzinera, tus dibujos fotocopiados y tu página web goodgore.com?
EÁ – Yo diría que los libelos tenían una potencia gigante comparado con lo que podamos hacer incluso en un medio mainstream hoy en día. En un contexto con un solo periódico real autorizado, censura oficial de todas las publicaciones … Esas intervenciones eran enormes. Valoro más la realidad subyacente que transmitían que si resultaban calumniantes a tal o cual persona. A un nivel atávico, lo de asociar la realeza con lo vulgar, lo de la gente común, era el insulto más injurioso posible pues erosionaba la distinción que cualquier aristócrata pretendía producir. Y esa igualdad de fondo no era ninguna calumnia, era pura realidad, o una lucha legítima por construirla.
Aquí en este mundillo del arte estamos apartadas como en un bolsillo social en el que producimos cosas que no suelen tener repercusión inmediatamente constatable. El momento más libelista que recuerdo en España quizá es la portada del Jueves con Felipe y Letizia del gran Fontdevila, quizá también a su manera la prensa del corazón, el Polònia …
Los libelos a veces eran una forma directa de extorsión: las autoras, antes de su difusión, podían exigir mediante intermediarias un pago a las autoridades para su destrucción. Se podían dirigir a un censor, o a un agente policial que velaba por la reputación de la institución monárquica.
Tengo en común con los libelos, si lo pienso, que también publiqué, con Víctor Jaenada, una historia secreta. Muchos libelos de esa época eran historias secretas, historias escandalosas, historias verdaderas… En nuestro caso versaba sobre los hechos acontecidos en 2016 durante el escándalo por censura en el Macba en torno a la exposición La Bestia y el Soberano… escribimos la verdadera historia de un escándalo.
Otros rasgos en común de mis fanzines con los libelos son la práctica de la comedia vieja de Aristófanes, que se caracteriza por el uso de alusiones explícitas a personas que probablemente leerán el texto y luego el uso de una crítica poco argumentada.
El resto de mis fanzines pueden tener intenciones libelísticas platónicas, pero creo que son de una implantación un poco más artística convencional. Empezaron imitando los materiales complementarios de Mike Kelley y los catálogos DIY de Ion Grigorescu. Y el Anarquismo es de fondo, sin influencia formal.
FR – Interesado como estoy en la distribución global de cómic pornográfico, comentábamos que muchos de los principales filósofos de la ilustración francesa publicaban porno en paralelo. Algo que no me sorprende en absoluto si te paras a investigar qué grandes grupos editoriales había en España detrás del estallido porno durante la transición. Tus obras, en muchas ocasiones, están plagadas de iconografía sexual y escatológica organizadas en flujos de penetrabilidad anal. La parodia porno es un modo muy poderoso de transmisión de ideas, ¿de dónde surge en tu caso esa imaginería y cuáles son tus referentes?
EÁ – …Organizadas en flujos de penetrabilidad anal ¡Ostia! gracias por la expresión, lo usaré para proyectos.
En mi caso vi que interesaban más los dibujos con iconografía sexual y fui incorporándola más y más. Diría que también empecé imitando al propio arte contemporáneo, recuerdo un auca de Bestué y Vives que incidió especialmente, pero también otras. Al principio debió ser un artificio para dotar de grandeur artística y expresividad a mis dibujos.
Ahora me lo voy tomando más concienzudamente, creo que se ha de participar en la revolución sexual del presente.
FR – Si los libelos eran el espacio de las fake news actuales que desde las imprentas de Grub Street en Londres generaron el caldo de cultivo de la Revolución francesa, la distribución de los idearios de la revolución en Haití se hizo a partir del rumor y la oralidad. En El viento común, Corrientes afroamericanas en la era de la Revolución haitiana, Julius S. Scott nos hace ver cuán rápido circulaban las informaciones provenientes de Francia a través de las redes configuradas por todos esos cuerpos que no querían ser gobernados …
EÁ – Otra de las problemáticas que estoy tratando, ya que mencionas la circulación de ideas por el Atlántico, es la posibilidad de la participación indígena en la producción de las ideologías de la modernidad.
David Graeber, en paz descanse, ha de sacar un libro este enero en torno a ese mismo tema del Viento Común de Scott, Pirate Enlightenment se llama y, supuestamente, explorará la posibilidad de que las ideas revolucionarias no sólo circulasen, sino que además fueran generadas en el mundo colonial. Este tema que ya había tratado con Wengrow en El amanecer de todo, también lo estoy intentando considerar en este proyecto.
El ejemplo de las comunidades del mundo colonial tiene una presencia enorme en el pensamiento moderno, se puede decir que hay un género literario de diálogos con la alteridad, y hasta hace poco, eso se ha asumido como una aportación pasiva por parte de dichas comunidades. Ahora, con la aportación de Graeber, que expone el trabajo de historiadoras y antropólogas que recopilan y estudian las voces indígenas del acervo histórico, podemos dudar si en los siglos de interacciones coloniales no habrá habido interlocuciones más activas que hayan sido ignoradas. Se trata un poco de ver la ilustración como esa típica escena en que una sargenta chusquera tiene la misma idea que las pobres soldadas llevan todo el día repitiéndole.
Por poner un ejemplo, se ve que Benjamin Franklin desde 1736 a 1760 estuvo imprimiendo y comercializando con gran éxito tratados y discursos diplomáticos y políticos de nativos americanos y que, según la vieja forma de ver, habían de ser meras curiosidades, pero si lo consideramos como influencia intelectual, la verdad, no puede ser insignificante. Y es que se trata de Benjamin Franklin, el influencer, ahí lo dejo.
FR – Esos cuerpos resistentes que, en las bodegas de los buques esclavistas, en las plantaciones, en los palenques y en las incipientes urbes del Caribe se organizaban, esos «abajocomunes», en palabras de Harney/Moten siguen hoy en día activos. ¿Dónde encuentras actualmente esas redes de resistencia real en un contexto como el de Barcelona?
EÁ – No sé qué decirte, yo he intentado acercarme sin mucho éxito a varios grupos políticos, idealmente me gustaría desarrollar mi vida cultural en el contexto de grupos politizados, como en los años 30, pero no tengo muy claro si es posible, no desisto.
Y de las formas más autónomas de resistencia que creo que deben ser los «abajocomunes» que dices, si tengo ocasión soy un testigo que las aplaude, pero entre el trabajo y los virus no estoy muy envuelto, desde fuera prefiero no señalar.
[Imágenes inspiradas por las conferencias del Museo del Prado, 2022]
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