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El otro más allá de las máscaras. A partir de “Making Africa. Un continente de diseño contemporáneo”

Magazine

16 mayo 2016
Tema del Mes: Globalidad y geografíaEditor/a Residente: A*DESK
a) making-africa1 Cyrus Kabiru, C-Stunners, 2012 @a-desk.org

El otro más allá de las máscaras. A partir de “Making Africa. Un continente de diseño contemporáneo”

Aún recuerdo la imagen de una pequeña y gastada fotografía en blanco y negro en la que aparece un joven Pablo Picasso sentado con los hombros encorvados, un tanto achicado, frente a un pequeño desorden de variopintas esculturas africanas, en el desastrado estudio Bateau-Lavoir de Montmatre. África constituyó todo un referente de inspiración “exótico-primitivista” para las vanguardias, que creyeron descubrir en ella uno de los últimos bastiones al resguardo del avance de la historia y la modernidad. Recodo preciado donde poder reencontrar el “verdadero” yo primigenio, natural y salvaje. Hoy, más de un siglo después, África continúa escenificada en nuestro imaginario como un mundo tribal, paralelo a la contemporaneidad, anclado en unas constantes vías de desarrollo, al que ya, sin embargo, poco más le queda que aportar. Una basta y compleja construcción cultural que extiende sus raíces desde Hegel o R. Kipling hasta al entrañable Tintín. “Mientras los leones no tengan sus propios historiadores, los relatos de caza glorificarán siempre a los cazadores” (Chinua Achebe, escritor nigeriano, en una entrevista a The Paris Review 1994). Okwui Enwezor, comisario asesor de la muestra Making Africa. Un continente de diseño contemporáneo bromea: “Desde que tengo memoria he leído en los medios de comunicación cómo las familias en África sobrevivían con un dólar al día, pero después de tanto tiempo ¿es que no han tenido nunca un aumento de sueldo? ¿no llegarán ya, al menos, al dólar y medio?». Así que quizá la mejor manera de comenzar la muestra sea a través de las extravagantes gafas de Cirus Kabiru. Lentes sin cristales brillantes, repujadas con materiales de desecho y que, sin embargo, cumplen bien su función: la de convertir al espectador en un estrafalario insecto que, a modo de metamorfosis kafkiana, pueda mirar a África desde una nueva perspectiva.

b) making-africa2: Anton Kannemeyer, Acrylic on canvas, Untitled // Georges Prosper Remi (Hergé),

El primer paso, planteado en el Prólogo de la exposición, no es otro que cuestionar quién ha tenido históricamente la voz para hablar sobre África y cómo lo ha hecho. Antoni Castel, miembro fundador del Centre d’Estudis Africans de Barcelona y codirector del posgrado de Comunicación de Conflictos de la UAB me acompaña por los pasillos de la muestra. Ya constató en su tesis doctoral, recogida en el libro Malas noticias de África, los estereotipos y simplificaciones en las que incurrió la prensa española entre 1992 y 1998 a la hora de comunicar tres grandes guerras africanas (la de Somalia, Ruanda y la República Democrática del Congo) así como la distribución asimétrica de poder entre cronistas y protagonistas. Pero las reglas del juego están cambiando. Más de 20 años después, ambos tenemos la oportunidad de ver trabajos como My Africa is o Slum TV en los que son los propios africanos quienes denuncian la representación distorsionada de África y hacen suyo el derecho a la auto-narración. El nuevo contexto digital ha devuelto la voz a los leones y la joven y urbanita clase media africana ha tomado las riendas sin complejos, aprovechando las actuales oportunidades de la red para compartir con el resto del mundo sus propios testimonios contados en primera persona, dejando de ser meros consumidores de cultura global para convertirse en productores.

A pesar de los malos augurios de fractura digital, África ha conseguido engancharse y al igual que la primera generación postcolonial retratada por Malick Sidibé, celebran su nueva posición con optimismo: “¡Ahora nos toca a nosotros!”. Tal y como afirma Amelie Klein, comisaria de la muestra, “África está asociada normalmente con el drama pero en la actualidad se está gestando todo un movimiento de celebración y la celebración constituye, sin lugar a dudas, poder político.” Castel reitera esta percepción: “una de las cosas que más me gusta de “Making Africa” es que no se trata de una exposición al uso, que repase otra vez el patrimonio artístico precolonial africano o que reincida en su lado más trágico, sino que, a pesar de los pesares, queda patente ese estallido de vida, en un momento en que Europa, sin embargo, parece cansada. Se palpa el “orgullo de ser africano”. Quien vive en Dakar no tiene prácticamente nada en común con quien habita en Addis Abeba, pero sí comparte con él la honra de pertenecer a una entidad común que por otra parte ha sido muy maltratada. Es interesante que la exposición recoja piezas de arte, diseño y arquitectura contemporáneos análogas a las que podríamos encontrar en Berlín, Reino Unido o EE.UU., demostrando que los interlocutores se encuentran en el mismo nivel de diálogo”. Como establece Okwui Enwezor: “Sólo situándose a la misma altura se puede dar una relación de colaboración real, y colaborar significa explorar las diferencias como mecanismos de reinvención. Mecanismos para ir más allá del uno mismo, de los propios pilares o certezas”[[https://www.youtube.com/watch?v=khNz6rWTSOU]].

c) making-africa3: Malick Sidibé. Nuit de Noël, 1963 // Mário Macilau, Moments in Transition series,

Los trabajos de los más de 120 creadores y autores que participan en Making Africa, son muestra de la mirada diferente que dirige África al mundo y que invierte la lógica de las dinámicas tradicionales occidentales. Así por ejemplo, MPSA, un servicio de transferencia de dinero a través del móvil, ha permitido que muchas personas con ingresos escasos puedan operar al margen del clásico sistema bancario, al que no podían acceder. Hoy este servicio, nacido en Kenia, cuenta ya con más de 12,2 millones de usuarios (“Es más fácil pagar un viaje en taxi con teléfono móvil en Nairobi que en Nueva York” anunciaba The Economist en 2013) y ha sido exportado a Europa o Asia. “Uno de los motores de crecimiento en África es su «economía informal», no reglada desde instancias oficiales y que sin embargo representa el 70% de la economía total. Debemos ser capaces de ver el potencial que tiene esa informalidad, esa capacidad de auto-organización. No digo que sea la solución para todo. Es obvio que está plagada de precariedad. Pero también rebosa creatividad.” (Amelie Klein)[[Amelie Klein, Exhibition Tour «Making Africa -A Continent of Contemporary Design»:
https://www.youtube.com/watch?v=7zXw-CwUDqs]].

Por otro lado, proyectos como Taboo de Bibi Seck o los neumáticos de Amadou Fatoumata Ba, desafían las tendencias de consumo masivo mediante el reciclaje. “Una de las cosas que más destruye las economías africanas es la importación de bienes baratos. Frente a ello, muchos africanos reivindican la utilidad política del Hacer (de la renegada práctica del Hacer) como una forma de investigación, de llegar a nuevos tropos, nuevas industrias o nuevos conceptos” Okwui Enwezor[[Opening Talk: «Making Africa -A Continent of Contemporary Design»:
https://www.youtube.com/watch?v=y-_n1R0WH4E]]. Fablab en wólof significa «hazlo con los demás», y se utiliza para denominar una nueva serie de espacios de trabajo, abiertos a la red mundial, que proponen tecnologías de fabricación de código abierto, digitales y de bajo coste, y que en África están sirviendo para avanzar en los procesos de innovación, ofreciendo a los jóvenes la posibilidad de encontrar por sí mismos soluciones a los problemas de sus comunidades. De ahí la importancia de “Making” Africa.

Más allá de su innegable cara amarga, seguramente ha llegado el momento de un cambio de perspectiva que nos hable también del África protagonista del presente, sin máscaras, que no mira hacia el este ni hacia el oeste, sino hacia delante. En cualquier caso, iniciativas como “Making Africa” surgida en pleno corazón blanco europeo, el Vitra Museum (situado en la frontera Alemana tocante con Suiza y Francia) también prueban que, afortunadamente, no sólo los leones son capaces de ser críticos con sus cazadores.

d) making-africa4: Kër Thiossane, Defko Ak Niep, 2014. Fablab y proyecto de diseño social, Dakar. Película, 27 min 23 s.

Quienes conocen bien a Amaia, le llaman cariñosamente “la contreras”. Y es que se pasa las horas, como si le sobrara el tiempo, debatiendo, pensando y repensando, analizando, deduciendo, replicando… Incluso hay quien le ha pillado in fraganti discrepando con su lápiz, en los márgenes de las páginas, con el autor de ese libro que por casualidad ha aterrizado en sus manos. Era cuestión de tiempo que ella misma acabase escribiendo sus propias reflexiones con la esperanza de que alguna vez alguien lea también sus cavilaciones, lápiz en mano.

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