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Imagina una escultura.
Una escultura de mármol blanco.
Una escultura de mármol de Carrara.
Un golpe de martillo la despedaza,
la descompone.
Los fragmentos por todas partes.
Dispersados.
Propalados.
Se han pescado todas las piezas.
No ha quedado ni una migaja,
ningún pedazo.
También se ha pasado la escoba.
Hasta el polvillo más delgado,
se ha recogido.
No obstante, falta materia…
Hasta cuánto puede desmenuzarse la piedra?
Y el polvo, un grano de polvo,
cómo de chico puede llegar a ser?
Es cuando traspasa el tamiz más delgado,
que el polvo deja de ser polvo?
La partícula, inapreciable,
está en suspensión horas, días.
Incluso años, dependiendo de su tamaño.
Conocemos las antropogénicas,
las de ciudad.
Pero también hay
que son motas orgánicas o minerales.
Tiempo atrás que sueño
en esculturas casi imperceptibles.
En nubes de polvo de mármol,
cúmulos de polvareda blanca.
Las pizcas más pequeñas de materia.
Las memorias en forma de chispitas.
Al polvo se lo odia por su volatilidad.
Y porque todo lo rellena y cubre.
A las partículas, ni siquiera las vemos.
Yo quiero que el viento me traiga una partícula,
o un grano de polvo de aquella escultura desmenuzada.
Que me toque, que aterrice sobre mí.
Y me susurre su historia al oído.
* En suspensión es un ensayo visual basado en el vídeo homónimo.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)