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En tiempos urgentes hablaré desde una nosotridad, no para universalizar mi experiencia, pero si para recuperar el sentido de coexistencia.
En tiempos urgentes, nombro el poder espiritual, para transformar nuestro mundo y vivir con integridad y unidad a pesar de las realidades opresoras y los días crueles.
En tiempos urgentes ¿Cómo hablar de ritos cuando los altares de pueblos enteros están siendo destruidos, desaparecidos? ¿Cómo hablar de espiritualidad? Cuando las lenguas siguen siendo cortadas y los idiomas que nos conectan con los pájaros y los ríos están desapareciendo así como los mismos pájaros y ríos.
En tiempos urgentes es necesario reconocer que la madre tierra está aquí, donde están nuestros pies ahora, aquí dentro de cada ser, en esta habitación que acurruca nuestros desvelos, nuestros duelos. En este espacio donde el agotamiento no puede aliviarse con el sueño. Aquí en las grandes ciudades, aquí donde también se elevan oráculos, montículos, rezos, marchas, manifestaciones del tiempo que nos ha tocado vivir. Memorias de las rebeliones que brotan como flores en el asfalto, altares que vamos construyendo a la memoria y a las ausencias. Tierra vibras aquí, resuenas aquí, tiemblas aquí, nos convocas aquí. Madre tierra nos confrontas, nos desafías, nos convocas. ¿Hasta dónde me permitiré dialogar con mi propia espiritualidad?
En tiempos urgentes luchamos para resguardar nuestro espíritu y el espíritu de nuestros movimientos, de nuestras colectividades, comunidades, territorios. Una espiritualidad que llame a la presencia, volver a la sagrada respiración, aquella que en su constancia nos convoque a la consciencia, a la enunciación, a la acción, a la no indiferencia. Reconociendo una y otra vez, nombrando todas las veces que haya que nombrar que cientos de años de colonización brutal, heteropatriarcado, racismo, genocidios, extractivismos, han trastocado, despojado, el mundo en el que vivimos, estructuralmente e íntimamente ¿Qué conexiones perdemos por la violencia de la asimilación? ¿Cuándo mi poder se encuentra arraigado en la cultura dominante?
En tiempos urgentes subvertir, renombrar, resignificar, descolonizar como proceso y compromiso de vida. Nutrirnos de visiones del mundo contrahegemónicas, ensamblar de nuevo nuestras partes, nuestras dimensiones del ser, encontrar nuestro nombre oculto, desafiantes ante los mandatos, practicar la responsabilidad más allá del castigo y desarticular los fundamentalismos con delicadeza, con rabia, con certeza.
En tiempos urgentes buscar en los lugares más oscuros, nuestra sagrada y bella oscuridad. En las profundidades del ser, de nuestras cuevas, en los secretos, en los territorios habitados por multitudes de ancestras y espíritus fieros e implacables que enseñan de coraje y determinación.
En tiempos urgentes necesitamos extender nuestra visión y aumentar nuestra capacidad de consciencia, presencia y compasión. Encontrar nuestras verdades cómodas e incómodas, hablar desde las rajaduras, desde las rendijas, desde las heridas, desde las cicatrices. Encontrar nuestras formas para ensamblar nuestras partes, recoger nuestros fragmentos, ensamblar nuestros sistemas, integrar nuestras dimensiones, expandir nuestras sensaciones. Navegando los desafíos desarrollando, intimidad y confianza.
En tiempos urgentes, pausas sagradas, como pequeños actos de resistencia colectiva: detenernos, respirar y recordar. Encontrar los recursos que tenemos o necesitamos para afrontar este momento, atender a la quietud. ¿Qué prácticas me ayudarán a arraigarme cuando estoy lidiando con el desasosiego? ¿Qué acciones pequeñas afirman mis conexiones conmigo, con otras personas, con otredad de seres, especies, entidades?
En tiempos urgentes, recios, buscar las otras caras del tiempo, los consejos de otros tiempos, a quienes viven bajo esos otros ritmos. Saber que el tiempo no es solo este impuesto, saber que hay tiempos que han querido ser borrados, saber que hay tiempos que resisten a desaparecer.
En tiempo urgentes escuchar el llamado del corazón, de los latidos sensibles que desbloquean el individualismo o la rudeza del capitalismo. Escuchar el llamado a caminar, conmoverse y construir colectivamente hacia la justicia restaurativa, recuperando el placer y la alegría como fuentes de compromiso con nuestro pasado, presente y futuro entrelazado.
En tiempos urgentes, ritmos pausados. Para conmovernos y encontrar la creatividad y la persistencia que nos enseñan los ríos y los cuerpos de agua, para la construcción de presentes y futuros libres.
Ritmos pausados para observar, para desatar los nudos de las prisiones que nos han construido dentro, en contextos de confusión y pocas certezas. Ritmos pausados para reencontrarnos con prácticas y formas de ver el mundo que vayan hacia la vida.
Ritmos pausados para reconocer en qué punto cardinal sale el sol, disfrutar del olor de las estaciones, deleitarnos con la contemplación de la pluralidad. Escuchar realmente lo que la esencia de la otredad nos quiere decir, saborear la sensación del instante. ¿Escucharemos más atentamente a algunos cuerpos que a otros? ¿Cómo respondemos ante las presencias que no son materiales ni humanas?
Ritmos pausados para enunciar nuestras necesidades, para enunciar y percibir todas las formas posibles el amor que nos sostiene y nos nutre. Para resonar con las voces de miel y fuego que encienden nuestra historia, nuestra ancestralidad, nuestro origen, nuestra raíz.
Ritmos pausados, que encuentran su fuerza en la persistencia y perspicacia para recrear estrategias significativas de resistencia y acciones transformadoras.
Ritmos pausados para reencontrarnos con nuestra dignidad, en diálogo con la red de la vida de la que somos parte. Ritmos pausados como experimentos para ritualizar la esperanza.
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El espíritu se va si no lo cuidamos
agarra su propio camino si se incomoda
toma su propia medicina si se enferma
se va como si nada, pasando sobre el mar
no dice adiós
se aleja sin remordimientos,
sin culpas
en su ausencia
dejamos de ser sagrados
nos volvemos algo sin nombre.
Kanimaj b’i ri qak’u’x wi kqilij taj
kuchap b’i ri ub’e we xyakataj royowal
kutij q’an ri ukunab’al wi xyowajik
eb’a’w kcha kan chi qech
maj royowal kanimaj b’ik
maj umak,
wi maj
maj chi qapatan
man oj loq’ob’al ta chik.
(Imágen de portada: Rosa Chavéz realizando un ritual. Foto © Edgar Tuy)
Rosa Chávez (Guatemala, 1980). Poeta, artista, educadora. Reivindica su identidad originaria Maya K’iche’ Kaqchikel. Nombra a la poesía como la columna vertebral de su práctica y desde allí fluye su trabajo multidiciplinario abarcando ámbitos como el performance, el video y la música. Autora de varios poemarios y traducida al maya k’iche’, inglés, francés, portugués, noruego, alemán entre otros. En 2024 recibió el premio Impact Award otorgado por Prince Claus Fund, reconocimiento a su trayectoria en el ámbito de las artes y la cultura.
Retrato © Edgar Tuy
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)