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Una conversación con Sabine Langen-Crasemann, Sandra von Halem y Karla Zerressen sobre dos décadas de trabajo de colección a la Langen Foundation a Neuss (Alemania), Ascona (Suiza), y sus conexiones ideológicas con Japón.
La colección de Viktor y Marianne Langen incluye alrededor de 350 obras de arte japonés del siglo XII al XX, incluyendo arte religioso, cerámica de Jomon, obras maestras de la escuela Kano, y pintura de género del siglo XIX. Los Langens adquirieron sus piezas directamente del Japón, reflejando su apreciación por la autenticidad estética y cultural. Hoy, la colección continúa con su hija y sus nietas. Con motivo de su 20º cumpleaños, se celebró la exposición Three Generations – One Passion (Tres generaciones – Una pasión), centrada en el diálogo intergeneracional de la familia en relación con el arte. En conversación con Sabine Langen-Crasemann, Sandra von Halem y Karla Zerressen, Arts of the Working Class pretende no solo dar luz a los valores familiares que configuran la colección, sino también plantear la cuestión del papel del arte como herramienta de contemplación y reflexión social en el mundo actual. Queremos entender como el espíritu del mundo del arte actual influye en la colección y que significa continuar una colección a través de generaciones, especialmente en un tiempo caracterizado por tumultuosos acontecimientos globales y profundas cuestiones éticas.
Marianne Langen enfatizó la importancia de la belleza por encima del valor de mercado. ¿Cómo esta actitud da forma al trabajo de vuestra colección en la actualidad? ¿Veis enfoques similares en la escena del arte contemporáneo?
Karla Zerressen: Especialmente con las obras japonesas, mis abuelos no solo coleccionaban por la belleza, sino también por la integridad. Mi abuelo estaba profundamente comprometido con el arte y la cultura japonesa.
Sabine Langen-Crasemann: La belleza por sí sola no es decisiva. Por ejemplo, mi padre puso un gran valor en las composiciones de color, cosa que a menudo llevó a desacuerdos con mi madre, pero la calidad era tan importante para él como el valor histórico y social que tenían estas obras. Desarrolló un ojo apasionado por el arte a través de muchas visitas a los museos, pero también a través de su trabajo con personas en el Japón.
Sandra von Halem: Cuando empezaron a coleccionar arte japonés, estas obras no tenían mucho valor de mercado. Los comerciantes japoneses estaban dispuestos a vender mucho en aquel momento. Esto ha cambiado hoy, puesto que hay una mayor conciencia de la procedencia.
¿Qué importancia tiene este aspecto ético para vosotras en comparación con los métodos de adquisición comercial actuales?
KZ: En los años 50 y 60, no había mercado de arte internacional para el arte japonés, pero mis abuelos coleccionaron con gran respeto por la cultura japonesa.
SL-C: Unas décadas más tarde, expertos del Japón valoraron nuestra colección y quedaron impresionados por la calidad. Mis padres sabían reconocer aquello que era artísticamente y socialmente relevante.
¿Había conversaciones en familia sobre arte u obras concretas?
SL-C: No solían haber discusiones sobre historia del arte, pero el respeto por las obras siempre estuvo presente. No fue hasta que los expertos nos visitaron que comprendimos plenamento la extensión de la colección. Por ejemplo, un rollo colgado de 23 metros de largo solo se desenrolló parcialmente a causa de su medida. Estas piezas se mostraban a menudo al museo de Ascona.
¿Y como ha influido la colección en vuestro trabajo de hoy?
SL-C: Mi padre todavía estaba muy involucrado en la empresa cuando empezó a coleccionar arte japonés. Más tarde, después de vender la empresa, el modernismo clásico se convirtió en el foco. Las obras japonesas estuvieron menos presentes durante un tiempo, hasta que se abrió el museo de Ascona. El edificio donde se muestra la colección japonesa se convirtió en la ubicación central de estas obras.
SvH: El arte contemporáneo que coleccionamos actualmente sigue otras premisas.
¿Cuáles son?
KZ: Siempre ha habido una conciencia social y ética. La Fundación Langen también refleja las relaciones comerciales entre Japón y Alemania, así como el papel de la familia en Renania del Norte-Westfalia.
¿Con quién compartisteis esta conciencia?
SvH: En el pasado, las conversaciones sociales tenían lugar en pequeños círculos. Temas como el cambio económico, las luchas laborales, la Academia de Arte de Düsseldorf, el movimiento estudiantil, el movimiento ecologista y las crisis políticas fueron importantes, pero no fue hasta la apertura de la Fundación Langen hace veinte años que la colección se hizo pública y nuestra responsabilidad social se hizo tangible. A pesar de que no tenemos una amplia experiencia en el arte japonés, siempre fuimos conscientes que habíamos aportado algo especial en este contexto. Uno de los rollos de papel más antiguos que tenemos se guarda en un pequeño contenedor de madera y entonces se transportaba de pueblo en pueblo.
SL-C: Mi madre quería presentar el arte japonés en Alemania porque en escasas ocasiones se mostraba aquí. Ella se centró especialmente en la apreciación por la artesanía y los dibujos mínimos. A la vez, mi padre quería regalar la colección a Monte Verità en Ascona. Así mismo, dibujó paralelismos entre la espiritualidad japonesa y europea en el arte y escribió un libro sobre mil años de arte japonés.
“Muchos llegan estresados, pero cuando entran en la casa, encuentran paz”.
El Monte Verità también fue destinado a ser un lugar donde tendría que residir la colección, lo cual pone de manifiesto la conexión entre arquitectura, arte y espiritualidad. ¿Veis paralelismos entre la estética minimalista visible en la arquitectura de Tadao Ando y las obras de vuestra colección a lo largo de las décadas?
KZ: Creo que mi abuela se enamoró del diseño de Ando por este motivo. No es solo el exterior del edificio, sino también la idea que hay detrás. Ando quería que el camino que lleva al edificio formara parte de la experiencia, una especie de separación del mundo exterior. Dejas atrás tus preocupaciones diarias y entras en el edificio con la mente clara. Esto también se puede ver con los visitantes. Muchos llegan estresados, pero cuando entran en la casa, encuentran paz. El espacio y el entorno prácticamente exigen esta tranquilidad. Funciona muy bien, también con el arte japonés y con obras contemporáneas como las de Troika, un grupo de artistas que actualmente presentan una gran exposición en la Fundación Langen.
SvH: A mi abuelo le habría gustado la actual exposición de Troika porque trata de nuevas tecnologías y cuestiones contemporáneas. En la exposición se percibe una crítica postcapitalista. Tiene un aire distópico, pero también contemplativo. Particularmente la sala de bajo con el agua y la puesta en escena minimalista. No ocurre casi nada, pero el efecto es increíble.
Es cómo en el sintoísmo, que está profundamente conectado con la naturaleza. ¿Cómo podría una interpretación posmoderna de las obras inspiradas en el sintoísmo de vuestra colección contribuir al actual debate social?
SvH: La oportunidad de paz y reflexión es una cosa que muchos visitantes aprecian a la Fundación Langen. Ven la colección japonesa y reconocen la conexión con obras contemporáneas. Continúa atrayendo los visitantes porque sienten estas conexiones.
KZ: Hay muchas conexiones entre el arte japonés y el arte europeo. La influencia de la pintura japonesa en los artistas europeos está muy documentada. Lo que más me fascina de la cultura japonesa es que a pesar de la influencia china temprana a través del budismo, el sintoísmo nunca fue desplazado. Hubo una transformación en la espiritualidad, pero el sintoísmo se mantuvo en el núcleo de la cultura japonesa y está fuertemente conectado con la naturaleza. Esto también se refleja en la obra de Ando, aunque su obra esté quizás más influenciada por los debates ecológicos y arquitectónicos. Esta interpretación posmoderna también es visible en nuestra colección y en la exposición actual.
¿Nos podríais explicar más sobre vuestra relación con los debates ecológicos, muy presentes en la exposición de Troika?
KZ: Estos son temas que también fueron el foco de la exposición de Julien Charrière y ahora se están revisitando con Troika. Se trata de como la humanidad destruye su hábitat y la naturaleza, y, por tanto, a ella misma. Ambas exposiciones abordan estas cuestiones de una manera sutil y estéticamente agradable. Cuando ves el video donde se tala el último árbol de la Tierra, el drama de esta destrucción se hace muy claro, sin ser predicación. Se trata de compartir una conciencia de nuestro tiempo de crisis con los visitantes sin hacerlos sentir culpables, sino simplemente señalando lo que está pasando en el mundo. Este lugar era especialmente importante para Ando porque valoraba la proximidad a la naturaleza. Esta apreciación proviene de la isla Hombroich, donde el arte y la naturaleza están estrechamente conectados. La casa de mi madre, que construyeron mis abuelos, también está situada en un paisaje precioso. Mi conexión con la naturaleza está muy arraigada, también a través de mis hijos, que me hacen pensar en su futuro.
SL-C: Hoy en día no puedes cerrar los ojos a estos temas. En el arte, a menudo mostramos estos temas sutilmente. Las imágenes de tormentas de Troika son bonitas, románticas, pero apuntan a la destrucción de la naturaleza. Es importante iniciar estas discusiones, pero sin sermonear. El arte puede sensibilizar sobre los problemas sin dar lecciones.
KZ: No tenemos grandes inhibiciones, de forma que los visitantes se enfrentan a temas que pueden no ser agradables, pero piensan en ellos. Somos un espacio de exposición privado, cosa que significa que tomamos muchas decisiones desde el corazón. Esto nos da libertades que otras instituciones podrían no tener.
SvH: Para la exposición de nuestro 20º cumpleaños, también mostramos lo que estaba pasando en diferentes culturas al mismo tiempo. Los visitantes podían ver como el arte del Japón, India u Oceanía se desarrollaba paralelamente al arte europeo. Nos gusta vivir con estas ventanas a otras formas de vida.
¿Cómo resumirías la contribución de la colección a la reflexión sobre jerarquías y estructuras sociales?
SL-C: El arte es importante para el bienestar de las personas, especialmente en estos momentos difíciles. Si nuestros visitantes sienten esto y marchan una sensación de renovación, hemos logrado nuestro objetivo.
KZ: Todo el mundo tendría que sentirse bienvenido aquí, independientemente de la edad, el género o situación financiera. Queremos ser un lugar de diversidad y reflexión para todo el mundo.
SvH: En un mundo perfecto, probablemente podríamos hacer todavía más. Pero por lo que hemos creado aquí, estoy muy agradecida a mi familia.
(Foto de portada: KÔ SÛKOKU (1730-1804), «Dos acróbatas y su jinete». Periodo Edo, mitada siglo XVIII. Todas las imágenes cortesía & © Sammlung Viktor & Marianne Langen)
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