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Moritz Küng se mueve mucho mientras habla, como si las ideas se revolvieran dentro de él y empujaran para salir afuera de su figura elegante y trato exquisito. Comisario de exposiciones y editor de libros, fue responsable del campus de arte internacional deSingel en Amberes (2003-2011), donde desarrolló proyectos como «Curating the Library» (Comisariar la Biblioteca). Su nombre también apareció en la prensa catalana como el director en funciones del Canódromo de Barcelona (2010-2012). Ha comisariado y editado numerosas exposiciones y catálogos, tales como el pabellón de Bélgica, la 25ª Bienal Internacional de Arte de Sao Paulo (2002) y la 11 Bienal de Arquitectura de Venecia (2008), donde en 2010 fue miembro del jurado para el León de oro. Le gustaría pasar la mayor parte de su tiempo investigando sobre artistas que hacen (muchos) libros de artista.
Me gustaría evitar la típica pregunta «¿qué es un libro de artista». Se ha preguntado antes y la respuesta es tal vez demasiado amplia. En cambio, quisiera preguntarte por qué, en tu opinión, algunos autores necesitan hacer un libro de artista?
¡Creo que sería mejor pedírselo a un artista! Pero ya que recientemente he trabajado en estrecha colaboración con dos artistas muy diferentes en la publicación de su catálogo raisoné de sus libros (en ambos casos con más de 100 entradas), me gustaría citarte a ambos. El estadounidense Peter Downsbrough con quien publiqué «The Book(s)» en 2011, una vez dijo: «No me gusta el término «libros de artista». Prefiero llamarlos simplemente «libros»: ¡uno no habla de libros de escritores! (…) Un libro es un volumen como cualquier otro y, por tanto, un posible apoyo a mi trabajo. Es importante hacerlo económicamente asequible. No hay ninguna razón para que sea más caro que cualquier otro libro. Para mí, se trata de una obra en sí misma, al igual que las otras obras”. Para Downsbrough, hacer libros no es más que otra forma de expresión.
El austriaco Heimo Zobernig, con el que justo publicamos «Books & Posters» – lo ve de otra manera: «Los libros de artista son pequeñas cosas bellas. Ofrecen profundidad sobre la manera en que piensa el artista, pliegan reglas de diseño convencional en sus cabezas y trastornan nuestros hábitos establecidos de lectura (…) También plantean problemas para el propio artista, ya que sólo pueden ser producidos, adquiridos y distribuido con un enorme esfuerzo. En cualquier caso, los libros de artista a menudo demuestran que las pequeñas cosas bellas también pueden costar una gran cantidad de problemas». Supongo que para Zobernig el libro es más bien una masa crítica que le permite definir otros límites. Y esos límites son muchas veces borrosos.
Así que es como un vehículo, o una herramienta … ¿para poder hacer otras cosas?
¡Creo que si! Hacer un libro implica otras destrezas, otras técnicas. Es una obra que tiene otro aspecto, al final. Para muchos artistas que conozco, el libro no es solo un libro, es también un espacio, un volumen, un objeto… una secuencia de páginas y una secuencia de espacios.
Desde 2014, eres asesor de contenidos para ArtsLibris, y desde el año pasado con Mela Dávila.
En efecto, pero Mela (mi querida co-curator) por desgracia ya no podía dedicarse a esta 7ª edición debido a otros compromisos.
A partir de la labor que hicisteis juntos, o a nivel individual, ¿qué criterios te harían decir que un libro que vale la pena?
Como sabes, todo en arte es muy subjetivo y aquí está la belleza de ello. No hay tal cosa como una sola verdad. Creo que vale la pena hablar de cada libro existente que se ha publicado desde Gutenberg pero personalmente, no estoy interesado en el éxito de ventas. Estoy interesado en el libro que lleva a una idea simple o específica y que representa una visión muy particular. Este libro no es necesariamente bueno o bello y puede incluso ser un fracaso. Permíteme citar a otra persona, el arquitecto holandés Rem Koolhaas, que declaró, con motivo de su conferencia en «Curating the Library»: «esencial a la hora de elegir los libros es el azar y la casualidad. Existe un propósito, pero en nueve de cada diez casos está limitado por el tiempo y las necesidades espontáneas o emergencias. Nunca he comprado un libro sin salir de la tienda con otro más». Y yo estoy totalmente de acuerdo con ello; el libro que vale la pena no es el que es perfecto, sino el que es urgente.
Para el simposio que organizo para ArtLibris, que llega a su tercera edición este año, he pedido a los invitados una vez más que traigan con ellos su libro de artista «favorito». Sé que esto puede ser una pregunta imposible, pero creo que ayuda en cierto modo al público a entender cuán amplia y diversa puede ser la definición del libro de artista; o cuán subjetivos e individuales son los motivos.
Si te invitáramos a un simposio y te hiciéramos elegir un libro…
Bueno, ya lo hice que con motivo del proyecto Curating the Library que desarrollé del 2003 al 2009. Consistía en una serie de conferencias en el centro de arte deSingel en Amberes. Cada mes invitamos a dos personas seleccionadas a presentar sus libros favoritos, con lo que podían gastar 400 €. Artistas, arquitectos, coreógrafos, historiadores, filósofos, escritores etc. fueron invitados a comentar sus opciones, que entraban a formar parte de una biblioteca en constante expansión. Después de 110 conferencias individuales la biblioteca había adquirido más de 1500 títulos. Pues bien, la primera conferencia la hice yo, y me di cuenta de lo difícil que era elegir o seleccionar mis favoritos. En 2003 presenté libros relacionados con los conceptos de tiempo, espacio y enciclopedia (entre ellos títulos de artistas como Stanley Brouwn, On Kawara, Jürgen Teller, Martin Kippenberger y el filósofo Franz Xaver Baier). Si me pidieran hacer lo mismo hoy, la selección sería por supuesto distinta.
¿Qué libro tendría que incluir, por ejemplo?
Hace algún tiempo descubrí un libro que se ha convertido en muy apreciado para mi: El orden de las cosas: Una arqueología de las ciencias humanas del artista finés Mikko Kuorinki[[The Order of Things: An Archaeology of the Human Sciences. (Karslruhe: Mark Pezinger Verlag, 2012, 432 páginas, 12 €).]]. Es un libro de bolsillo con una transcripción del texto original de Foucault, pero con todas las palabras que figuran en orden alfabético. Por supuesto, este es un libro ilegible – algo que me tiene fascinado últimamente – pero un gran concepto artístico y visual.
¿Te consideras coleccionista?
¡Lo curioso es que no! Ser un bibliófilo te convierte en una especie de coleccionista, pero yo no tengo la obsesión o el fetichismo que tiene un coleccionista normalmente. Yo no busco condiciones impecables de ediciones especiales firmadas… Para mí es como para Peter Downsborough: es sólo un libro.
Volviendo a Arts Libris; ¿cómo seleccionáis los expositores / participantes?
Principalmente, lo que Mela y yo tratamos de establecer el año pasado fue la internacionalización de esta feria. El clima en Barcelona es muy favorable al libro y la ciudad es un gran lugar para visitar. Hay una gran cantidad de editoriales independientes, y hay la celebración de Sant Jordi, que al menos para mí es un fenómeno muy exótico (¡ciudadanos vendiendo libros y flores!). Nuestra intención era involucrar a más editores extranjeros y también editoriales con una especial atención a los libros de artista. El año pasado la participación internacional aumentó en un 20% y este año sigue así.
Otra cosa que has desarrollado para Art Libris es la implantación de un premio especial que proporciona algunos fondos para una publicación, en lugar de la edición, por ejemplo, de un catálogo de la feria. Iñaki Bonillas fue el primer artista que publicasteis, con Hielos – Picos, seguido por Martin Vitaliti. ¿Habrá un tercero?
Sí, la serie AL que propuse a la directora de la feria Rocío Santa Cruz continúa, pero no se puede decir el nombre del artista seleccionado para el tercer libro; se dará a conocer durante o después de la feria. Esta serie se inició de una forma bastante espontánea: en ese momento Iñaki Bonillas tenía una exposición en Projecte SD, que muestra un trabajo directamente relacionado con un catálogo histórico de una exposición colectiva de Seth Siegelaub, el llamado Xerox Book, y más concretamente con una aportación de Carl André. Dado que este trabajo tenía el potencial de ser formateado en una publicación modesta – los recursos son bastante limitados- pedimos a Bonillas hacer una propuesta que finalmente incluyó otra serie. La producción de un libro como Hielos – Picos es una cosa, su distribución es otra, y aquí ArtsLibris ha sido muy afortunado al ser capaz de coproducir este libro con Walther König en Colonia, asegurando la distribución internacional. El libro de Martin Vitaliti titulado 360º, un cómic conceptual, será distribuido también por König.
Como parte de tu tarea como asesor -y productor- de contenido en la Feria AL en el Arts Santa Mónica, también has creado una exposición que la acompaña. El año pasado se dedicó a las cubiertas. ¿De qué va la exposición de este año?
En 2014 se puso en marcha el Simposio Internacional ArtsLibris, en 2015 la publicación AL-Series y una pequeña exposición (This is the cover of the Book). Este año, en febrero, ArtsLibris también lanzó un satélite en Arco Madrid, incluyendo junto a 15 expositores una pequeña exposición de libros de artista, Amerikaner / Europäer que podrá verse ahora en la feria de Barcelona. Y además de esto, ArtsLibris presentará en colaboración con Arts Santa Mònica por primera vez un «gran» exposición en el segundo piso. El título de esta muestra es bastante largo y complejo, y proviene de una de las obras expuestas: Déjate distraer de lo que estás leyendo en este mismo instante y llevarte a otra situación…Imagina una en lo que lo más probable es que no hayas estado nunca. Básicamente, la exposición trata de la mutación de una obra –escultura, pintura, texto, fotografía, etc. – en un libro, o viceversa. A través de una configuración en pares, vemos cómo una idea o concepto en particular se muestra a través de dos medios diferentes. La exposición cuenta con quince artistas (entre ellos Koenraad Dedobbeleer, Sandra Gamarra, Dora García, Aglaia Konrad, John McDowall, Francesc Ruiz, Yann Sérandour, Richard Venlet, Cerith Wyn Evans… ¡y Picasso!). En algunos casos, el libro se presenta como una escultura en sí misma (como con Stanley Brouwn, James Lee Byars y Gilbert & George). Mi intención básica es hacer que la gente tome conciencia de la situación del libro de artista como una obra artística creíble. Muy a menudo, creo que las personas subestiman el «valor» de un libro de artista porque no es una obra única.
¿Y el título de la exposición?
El título proviene de una obra del artista galés Cerith Wyn Evans que se presenta en la exposición. Consiste en una frase escrita en neón que cita una frase de Guy Debord. La frase es, al menos para mi, un síntoma de lo que ocurre cuando se lee un libro, y demuestra el poder de la palabra escrita para que el lector pueda entrar en otra realidad. Esta obra en particular se produjo con motivo de una exposición individual que comisarié en 2009. En aquel entonces también produjimos un libro, que solamente incluía esta frase y recuerda así los libros «Un coup de dés jamais n’abolira le hazard» de Stéphane Mallarmé (de 1904) y el de Marcel Broodthaers (de 1969), dos figuras de referencia para el artista. El trabajo de Wyn Evans es un muy buen ejemplo de cómo un concepto en particular puede aparecer en diferentes formas, como un libro y como un objeto.
Has trabajado y vivido en diferentes contextos europeos, sobre todo en Austria, Países Bajos, Bélgica, y Suiza, pero en 2010 te trasladas a Barcelona. Después del singular proyecto que comisariaste en Projecte SD en 2012-2013, The Umbrella Corner, te has involucrado en el proyecto The Whole Hole Hall. ¿De qué se trata?
TWHH es un proyecto de un grupo de personas de la que formamos parte los arquitectos de Maio, el diseñador Curro Claret, y yo mismo. Barcelona tiene toda una escena artística alternativa interesante, y esa escena es también muy crítica con la oficial, institucional. Silvia Dauder, a quien considero una de las figuras más inspiradoras en Barcelona, estaba buscando, en 2015 una sede para organizar una conferencia con motivo de la exposición de Koenraad Dedobbeleer en su galería. Esto ocurrió al mismo tiempo que Guillermo López, de Maio, y yo discutíamos la posibilidad de iniciar un espacio alternativo. La oficina de Maio tenía este espacio de almacenamiento, de algún modo inaccesible, que se encuentra a una altura de 3 metros al lado de su entrada principal. La idea de Silvia era presentar el fanzine «UP» que Koenraad había editado junto con su amigo, el arquitecto Kris Kimpe, y una cosa llevó a la otra. Decidimos lanzar la revista el 1 de abril 2015 «allá arriba» en este pequeño espacio de almacenamiento y lo llamamos The Whole Hole Hall. Este nombre tan “Joyceano” refleja perfectamente las condiciones de ese espacio: es un agujero (hole), que se encuentra en una sala (hall) que forma un todo (whole). Dicho esto, la iniciación de un espacio es una cosa, programarlo es otra muy distinta. Un año más tarde (!), El 1 de abril de 2016, montamos nuestra segunda presentación con una conferencia, libro, y «exposición» de Oriol Vilanova. Y de nuevo, estuvo muy concurrida y demostró que hay, al parecer, una necesidad en Barcelona para este tipo de lugar informal.
¿Y qué viene después?
Supongo que una exposición en Bruselas en otoño y un tercer libro de libros, pero todavía tengo que concretar el/la artista con el que me gustaría comprometerme a realizar una empresa de este tipo.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)