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En un momento de la conversación mantenida entre Chus Martínez y Ferran Barenblit, que publicamos en este mismo número, la directora de la Frankfurter Kunstverein alude a Kant para referirse a algunas contradicciones que se han convertido en consubstanciales al trabajo en arte. En concreto, Chus hablaba de que un perfecto plan de fundraising se ha convertido en el paso previo a la concepción de una programación. Pero en este mundo del arte (aunque no sólo en éste, por descontado) lidiamos diariamente con muchos más “escándalos para la razón”: la destinación de mucho más tiempo y energía en aspectos administrativos que en el verdadero tema que nos ocupa –el arte-; la inexistencia legal –y dependencia política- de muchos centros de arte; la adaptación de programaciones a los intereses de los posibles patrocinadores… Quizás una de las tareas no explícitas del arte sea que sus agentes activos sepan moverse en esas aguas para intentar sacar adelante proyectos, en los que creen firmemente, en esas condiciones adversas, por no hablar de territorios declaradamente hostiles. Y, claro, concentrarse en su responsabilidad, antes que nada, con el arte y la cultura.
En este número, además de una conversación entre Chus Martínez y Ferran Barenblit publicamos críticas de las exposiciones: «Zona B» en la Fundació Tàpies (Barcelona), de David Bestue y Marc Vives en el Laboratorio del MUSAC en León, de Joao Onofre en la Galería Toni Tàpies (Barcelona), de Nuria Guell y Art Larson en Gerona, «Rendición extraordinaria» en la Galería Nogueras·Blanchard (Barcelona) y Carlos Pazos en el Macba; también publicamos un nuevo B-Desk de Roberto Enríquez.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)