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“Hace poco escuchaba a un grupo de docentes”

Magazine

28 abril 2025
Tema del Mes: MediaciónEditor/a Residente: E:\\ART

“Hace poco escuchaba a un grupo de docentes”

Hace poco escuchaba a un grupo de docentes pensar colectivamente sobre el encuentro entre las prácticas educativas y las artísticas. Las escuchaba atentamente y filtraba todo aquello que decían a través de mis recursos y aprendizajes, hechos principalmente desde el trabajo en las trincheras, la escucha, el error, el hallazgo, la gestión, la producción, los libros, la amistad y las compañeras. Las escuchaba, curiosa por intentar descifrar cuáles eran los suyos, desde qué saberes hablaban. Intentaba imaginar su día a día, sus horas en la escuela, sus ritmos. Intentaba entender sus palabras, su espacio de pensamiento, como si fuera una habitación donde podía entrar. O más bien, donde intentaba meter la cabeza para descubrirla, al menos un poco.

En aquel momento me esforzaba para salir de mi habitación y andar por el pasillo que conectaba las dos puertas. En medio de un movimiento errático, veía una luz de neón, haciendo chiribitas. ¿Cortocircuitaba? Quizás estaba mal enchufada. ¿Tendría algún cable pelado? La bombilla tenía forma de palabra: posibilitar. Pasaba de largo, mirándola de reojo, y entonces llegaba a la puerta de las docentes. Ruido, ¡madre mía, cuánto de ruido! De todo tipo: gritos, golpes, gente por todas partes, risas, mobiliario golpeando (que si ventanas, que si mesas). Daba un paso atrás, para volver al pasillo. Miraba mi puerta: silencio, un silencio sepulcral; sonidos distorsionados, palabras monótonas, reverberaciones, teclas frenéticas. Decidí quedarme un rato al pasillo, bajo el neón intermitente, mirando de lado a lado, alternativamente. Parándome a pensar. Cuando me veían, las docentes me decían: qué suerte.

Los programas educativos y de mediación de las instituciones públicas parece que disfruten de una libertad de acción mucho más amplia y dilatada que la de los centros educativos. No tienen que hacerse cargo de las curas esenciales, constantes y diarias de los grupos que las visitan. No cargan con el peso de ser un espacio sobrehabitado y, por lo tanto, inevitablemente tensionado. No tienen que responder a muchas normativas, convenciones ni guías específicas a seguir. No tienen que estar constantemente gestionando conflictos.La mediación/educación dentro de la institución es un espacio que se le permite mucho margen de maniobra. Se convierte en un caldo de utopías (a menudo pienso en El Modelo, de Palle Nielsen [1]En 1968, Palle Nielsen construyó una especie de parque infantil dentro del Moderna Museet de Estocolmo: a lo largo de un mes el museo acogió un espacio habitado solo para niños, sin familias ni … Continue reading),idealismos, ficciones, proyecciones. Es, a menudo, un espacio que acoge muchas situaciones que son marginales fuera de sus muros. Donde se puede jugar, pensar, intentar, hacer, ser, deshacer. Llena unas salas que habitualmente están vacías; los grupos y personas que entran (puntualmente) lo inundan, lo agitan, lo trastornan. Esta actividad remueve la institución y todo aquello que esta legitima: mancha paredes, mueve obras, rompe piezas. Incita diálogos, pone interrogantes, deshace rigideces. Acerca, aleja, traspasa, desplaza.

Pero, ¿escucha?

Esta aparente libertad de movimiento que parece tener la mediación/educación puede generar peligros: aislamiento, superficialidad y jerarquía. Cuanto más tiempo nos quedamos dentro de la institución, más podemos alejarnos del conflicto. Por lo tanto, podemos estar más tranquilas y tener tiempos para jugar, pensar, intentar, hacer, ser, deshacer. La mediación/educación puede prometer posibles que se olvidan cuando volvemos a salir afuera. Puede crear una burbuja de ficción desde donde poder imaginar, pero que sea frágil, que se parta después de poner un pie en la calle. La experiencia que tendremos normalmente será puntual, esporádica, anecdótica.

La mediación/educación también puede permitirse muchas cosas que la escuela no: puede equivocarse cada día, puede experimentar, puede traspasar muchas fronteras. Esta fuerza, de carácter individualista, contrasta con la fluctuación orgánicamente desordenada del grupo que entra por la puerta del museo, y la hace sentir superior, alimentando su ego. Dejadme dudar de que estas circunstancias nos conduzcan a experiencias significativas y vínculos saludables, facilitadores de encuentros.

¿Cómo, esta relación entre vida-arte-escuela-museo-mediación-ciudadanía, puede tener un flujo multidireccional de intercambio? ¿Cómo podemos actuar para que la mediación/educación sea un espacio más permeable, transformador, incluso por ella misma? Quizás destapando las ventanas y mirando hacia fuera, saliendo a conocer, dando la bienvenida y haciendo preguntas a todo el mundo que entre. La mediación/educación puede ser transformadora cuando se sitúa en un lugar de igualdad con la vida, la escuela, la calle. Cuando articula, pero también es articulada. Cuando propone, pero también se mantiene a la espera. Cuando conecta y está conectada. Cuando escucha, recula, responde. Cuando es propia y apropiada. Cuando participa en la creación de vínculos. Cuando se menea, sobre todo, desde la autocrítica y la humildad. Cuando es curiosa.

La mediación/educación tiene que abrir las puertas del museo y escuchar. Tiene que ser un espacio vinculado con el día a día, un lugar de diálogo, de intercambio, de pensamiento crítico, de acción crítica. Dónde la educadora, el público y la institución se encuentran y se afectan recíprocamente. Entonces, puede llegar a propiciar situaciones que descentran el funcionamiento habitual del museo, de sus trabajadoras, de sus usuarias. Cuando las salas se llenan de voces, relaciones y experiencias compartidas, se pueden llegar a generar aprendizajes significativos. Cuando todo esto sucede, el objetivo de conservar y difundir patrimonio se desplaza y nos encontramos con un interesantísimo caldo de cultivo: dónde la agencia de la obra de arte pierde la centralidad dentro de la institución y de los procesos de aprendizaje, y cede la importancia a los vínculos (democratizados) entre todos los agentes que lo habitan.

 

[Imágenes de la actividad “Més enllà de la línia” programada en el marco de la exposición «Límit obert» del artista Juan de Andrés, en el Centre d’Art Tecla Sala (2024). © Equipo educativo y de programas públicos del Centre d’Art Tecla Sala (2024)]

 

References
1 En 1968, Palle Nielsen construyó una especie de parque infantil dentro del Moderna Museet de Estocolmo: a lo largo de un mes el museo acogió un espacio habitado solo para niños, sin familias ni agentes del centro.

Eulàlia Garcia Valls es artista, mediadora y educadora graduada en Artes y Diseño en la Escola Massana (Barcelona). Ha sido artista residente del centro por la investigación y la producción artística de Hangar (Barcelona, ​​de 2019 a 2021) y De Ateliers (Amsterdam, de 2017 a 2019), entre otros. Ha formado parte de departamentos educativos de diferentes instituciones como el MACBA y el DHUB. Actualmente, es coordinadora de educación y programas públicos en el Centro de Arte Tecla Sala de L’Hospitalet (EART). www.eulaliagarciavalls.com

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