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Resulta inevitable no esbozar una sonrisa al leer las instrucciones de uso que Julio Cortázar (De Cronopios y Famas, 1962) escribe a cerca de cosas y acciones aparentemente cotidianas, como en Instrucciones para llorar, Instrucciones para subir escaleras, Instrucciones para dar cuerda a un reloj o Instrucciones para matar hormigas en Roma. Pensar lo cotidiano excede el límite de lo pensable, en cuanto que no analizamos cada uno de los actos que realizamos en nuestro día a día. Cuestionar lo cotidiano y desconfiar de las evidencias es quizá lo que nos queda en un mundo en el que cada vez más está en juego el poder– biopoder- por el dominio de todos los ámbitos de la vida.
Hacer en lo cotidiano es el proyecto expositivo de la comisaria Beatriz Alonso que resultó premiado en el concurso “Se busca comisario 2013”, una convocatoria pública que surgió hace cuatro años por parte de la Consejería de Cultura de la Comunidad de Madrid. La iniciativa busca “dar la oportunidad a jóvenes comisarios para realizar proyectos expositivos”, y de paso dotar de un contenido coherente a una sala situada lejos del centro de la ciudad -con lo que esto conlleva-, destinada a jóvenes creadores madrileños, así como revitalizar un espacio hasta ahora de escaso interés, tanto para la administración que lo gestionaba como para los usuarios -que no lo usaban-, a través de un programa de actividades paralelo, con visitas (no guiadas), charlas, encuentros con artistas y conciertos.
De febrero a mayo de este año pudimos ver la primera parte de este proyecto, con una exposición en la que participaron diez jóvenes artistas vinculados de alguna forma a la ciudad de Madrid, entre ellos Julio Falagán, Hisae Ikenaga, Luján Marcos, Begoña Olavarrieta, Maite Angulo, María Castelló Solbes, entre otros. La segunda parte del proyecto, que durará hasta septiembre, continua con el discurso sobre el que la comisaria ha articulado, partiendo de las teorías del filósofo Michael De Certeau y su Invención de lo cotidiano, todo el proyecto: lo cotidiano en el arte y sus distintas formas de hacer.
Si en la primera exposición se incidía en la proximidad de los objetos, en lo cotidiano de los lugares y situaciones, y sobre la mirada que los artistas tienen sobre ello; en esta segunda parte se pasa de alguna forma a la acción, y ahora los artistas pasan a intervenir mediante pequeños gestos diferentes contextos y situaciones cotidianas.
La artista Marta Fernández Calvo modifica un parque público mediante sutiles cambios, como quitar las bolas de un seto hasta la línea de un banco; Fermín Jiménez Landa introduce el absurdo en ambientes cotidianos a través de elementos sencillos, como utilizar un paquete de levadura como si fuera un móvil en un supermercado; Carlos Granados convierte la sala en un invernadero temporal en el que “dirige” el crecimiento desviado de una planta interior a través de la luz; Cristina Garrido oculta muebles de Ikea en una de sus tiendas cubriéndolos con las mismas sábanas que se venden en estos establecimientos; Marlon de Azambuja realiza una intervención sobre una planta tropical pintándola con pintura gris en spray; Isabel Marcos presenta un trabajo en vídeo sobre una serie de derivas a través de distintas ciudades, en las que la artista va creando distintas narrativas a través de las conversaciones que tienen lugar entre los participantes en estos paseos. En el espacio expositivo encontramos también citas con fecha y hora escritas sobre las paredes, son las diferentes performances que el artista Christian Fernández Mirón realizará en el transcurso de la muestra, o el correo electrónico de Javier R. Casado, que invita al espectador a mandarle un email para explicarle la obra.
El tema de lo cotidiano atraviesa la cultura y el arte desde el siglo pasado hasta la actualidad: desde las primeras vanguardias y el gesto dadaísta, pasando por el Situacionismo y Debord, e incluso, como proclama de las protestas de mayo del 68, hasta los movimientos sociales y artísticos de los años 70 y 80 bajo el concepto de biopolítica. El arte contemporáneo se ha encargado de representarlo sino con violencia, sí con cierta hostilidad, pues lo cotidiano, aquello que nos es próximo, se ha visto hasta una fecha reciente como la condición que nos constreñía y reproducía sistemas de dominación o pautas de comportamiento. En la actualidad el tema de lo cotidiano sigue muy presente en el arte, más sutil si se quiere, aunque no por ello menos violento. En esta exposición, los artistas reflexionan sobre la cotidianidad no desde el conflicto o desde el elemento fantástico como Cortázar; lo cotidiano aquí se representa con cierta “normalidad” y se convierte en el escenario donde confluye la vida, en el espacio común para el diálogo con el otro desde la experimentación en el arte.
Durante las pasadas Jornadas de Estudio de la Imagen en Madrid, Santiago López Petit argumentaba la ineficacia por sí misma de la creatividad como motor de cambio y el desgaste del pensamiento de la diferencia, hoy integrado de pleno en las instituciones. A falta de otra cosa, y a la espera de nuevas instrucciones de uso, al arte, como al ciudadano, no le queda otra que seguir haciendo, aunque sean pequeños gestos.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)