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La crítica de arte no ha muerto porque nunca existió (o se llama de otro modo)

Magazine

noviembre
Tema del Mes: La crítica de arteEditor/a Residente: A*DESK
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La crítica de arte no ha muerto porque nunca existió (o se llama de otro modo)

Acaba de terminar el décimo simposio que la Asociación Catalana de Críticos de Arte (ACCA) organiza sobre su materia. Pero, ¿sobre qué materia? ¿Sobre qué va a ser?, me responderán los lectores, un simposio sobre la crítica de arte. Y yo me veré en el compromiso de darles la razón, a pesar de que durante el desarrollo del evento la mayoría de los ponentes empezaron por distanciarse de la profesión, de la función o de lo que sea que ha sido, es o pueda ser la crítica de arte. “Gracias por invitarme a este simposio aunque yo no soy crítico o crítica de arte o ya no ejerzo la crítica” iban diciendo los protagonistas, o no lo decían pero algunos debían sobreentender que Mark Lewis hablaba como artista y Aimar Pérez Galí como bailarín y que eso ya les permitía salirse por la tangente (¿o será de la tangente?).

Los coordinadores del simposio, Oriol Fontdevila y Joana Hurtado, lo habían titulado con el enunciado “La diseminación crítica”, bajo el supuesto de que la vieja crítica de arte había desparramado sus esencias en otros dispositivos, en otros lugares, en otros discursos. Pero muchos de los que hablaban querían hacer notar que “ellos no eran críticos de arte”, como si todos nosotros fuéramos unos apestados, como señalé burlonamente al fin de una de las sesiones. Y entonces empezaban a referirse a la muerte de la crítica de arte y a los que certificaron su defunción, comenzando como coartada irrefutable por Walter Benjamin. Pero, ¿por qué habían aceptado hablar sobre algo que ya no existe?, ¿qué hacíamos todos allí reunidos alrededor de un cadáver acaso momificado durante cien años?

Tengo dos respuestas a esas preguntas y las dos parten de una negación absoluta del cuerpo del delito (o de la muerte natural): no, la crítica de arte no ha muerto y sí, su diseminación es un hecho fehaciente, o sea, es rotundamente cierta. La primera respuesta tal vez roce el absurdo: los que negaban ser críticos de arte incumplieron su negación a partir del mismo momento en el que empezaron a trazar sus discursos por medio de la palabra, también el cineasta, más aún el bailarín, con aquel ensamblaje apoteósico de gestos y palabras. Intuyo que, en algunos casos, sobre todo por parte de los que venían del mundo universitario, se trató de una estricta impostura. Sé de lo que hablo porque ese fingimiento puede ser retóricamente enriquecedor y confieso haberlo practicado.

La segunda respuesta requiere un trazo más grueso, si soy capaz de administrarlo. Jacques Derrida decía o venía a decir que la visualidad es silente, que la pintura y todo tipo de arte visual son mudas y que su misión intelectual era otorgarles pensamiento, un continuo “estar interpretando” que realizaba él, pero que también realizan los artistas que acuden a la creación y los sujetos que acudimos a la obra y al pensamiento sobre la obra y, así, sucesivamente. Si eso es cierto, llamarse o no llamarse crítico de arte no deja de ser un anacronismo. La crítica de arte no ha muerto, pero Diderot sí murió. Es evidente que todavía quedan rescoldos de la crítica entendida como juicio u opinión, hay revistas cinematográficas que aún puntúan a las películas con número o estrellitas. Pero el pensamiento sobre el arte no murió con Diderot, entre otras cosas, porque no había nacido con él. La mudez del arte ha sido intervenido por las palabras desde antes del siglo XVIII, pero ahora se practica más que nunca y en los lugares más insospechados.

Ese “estar interpretando” se realiza en las prácticas artísticas, las convencionales y las nuevas; en los proyectos curatoriales; en el trabajo en la calle tanto como en la galería o el museo; en el periodismo analógico que todavía permite la expresión del pensamiento crítico en la hoja de papel y en el periodismo digital; en ese “estar interpretando” permanente que supone la Red, sea con contenido publicitario o sin él; en los blogs de viejos y nuevos críticos que despliegan sus discursos; en plataformas como la que aquí me acoge; en lugares que ni yo mismo sospecho que existan; evidentemente, en algunas aulas universitarias, aquellas que intentan desembarazarse del positivismo, de las imposturas y de los objetos de estudio acartonados… También en un simposio como el nuestro, en el que David G. Torres demostró que “estar interpretando” quiere decir pensar desde hoy y, si es necesario, convertir en una momia dialéctica (esa, sí) al propio Greenberg.

Sí, a pesar de que pueda quedar naif por mi parte, la crítica de arte existe. Lo demostraron todos los que participaron activamente en el encuentro (tanto los que nos hicieron bostezar como los que nos maravillaron con sus propuestas); más aún, lo demostramos los que escuchábamos, veíamos e incluso olíamos el sudor del pensamiento. Todos nosotros, los unos y los otros, “estábamos interpretando”. Si a eso no le queremos denominar crítica de arte, que nadie se preocupe, buscaremos otra designación más (post)moderna.


Nota editorial: Este texto de Joan Minguet Batllori, presidente del ACCA, se publica como editorial y colofón del mini-ciclo que A*DESK ha llevado a cabo como colaboración con el X Simposio Internacional de Crítica de Arte organizado por la misma institución. También han colaborado:

Anna Dot, entrevistando a Thijs Lijster

Sonia F. Pan, entrevistando a Irit Rogoff junto con Marina Vives

Irina Mutt, con una visión «encarnada del simposio y

Marina Vives, realizando una suerte de resumen opinado.

Tema del Mes

Joan Maria da clases de arte contemporáneo, crítica de arte y teoria del cine en la UAB desde 1993. Pero siempre ha sabido que el arte se tiene que estudiar, pensar y analizar a pie de obra. Ha intentado aplicar sus estudios sobre Miró, Dalí, las vanguardias, el circo y el cine de los primeros tiempos en exposiciones, libros, vídeos, artículos y, sobre todo, clases y debates. Entre 2010 y 2016 preside la Asociación Catalana de Críticos de Arte, desde la que ha procurado que la voz de la crítica se hiciese escuchar. En 2010 publicó el libro de poemas “Pensacions”, que también da nombre a su blog.

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