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El mes pasado se presentó tanto en La Reina d’Àfrica como en Enmedio, “Llamamiento y otros fogonazos” editado por Acuarela & A. Machado. El libro reúne un conjunto de escritos anónimos que surgen de un espíritu común haciendo mención a Tiqqun o Comité Invisible, de origen francés.
Publicado originalmente en 2003, sin mención de autor ni de edición, el libro circuló no por los canales comerciales, sino de mano en mano en ciertos espacios políticos franceses, a decir de los autores, no por un deseo de fanfarronería de la sub-cultura, sino buscando que el libro coincidiera con un gesto y con la necesidad de poner sobre la mesa la cuestión de una estrategia revolucionaria efectiva.
Llamamiento es un libro que se lee lento y muchas veces, a la manera en que se leen los aforismos y también como sólo puede leerse la poesía radical. En voz alta y con la cadencia estratégica de un verdadero grito de guerra (no desde la euforia, sino desde el filo de frases cortas y sumamente contundentes) el libro da inicio con la transcripción del texto que acompaña al documental, también anónimo, ‘Et la guerre est à peina commencée’ (‘Y la guerra apenas ha comenzado’, 2001), similar al film de Debord ‘La sociedad del espectáculo’ en su combinación entre texto e imagen.
El libro, aun siendo una compilación de escritos diversos construye una unidad de intención, de posicionamiento como ellos mismos lo llaman, que contra las estrategias de individualización, granadas de fragmentación y dispersión de las multitudes del liberalismo, apuesta por el valor estratégico de una puesta en común radical. Llamamiento señala que ante la evidencia de la catástrofe hay los que se indignan y toman nota (los que extrayéndose de la realidad, la diagnostican), están los que denuncian (¡quien denuncia se exime!) y los que se organizan. Llamiento afirma ‘estamos del lado de los que se organizan’, organizarse es partir de la situación, tomar partido en su seno, tejer las solidaridades necesarias, materiales, afectivas y políticas. Es “el despliegue de un archipiélago de mundos compartidos y habitables. La asunción colectiva de lo que nos ata a la vida. Para nosotros, no hay amistad que no sea política”…
Quisiera enfocarme aquí a los textos reunidos bajo ‘El bello infierno’. Este capítulo surge como crítica al proyecto urbanístico llevado a cabo en Lille en 2004 con motivo de su nombramiento como capital europea de la cultura. En aquel momento los autores publicaron un pequeño libro titulado ‘La fiesta ha terminado’ que se acompañó de diversos actos de sabotaje denunciando ‘la infame utopía’ urbana vendida tanto por políticos como por artistas. Este capítulo aborda la cuestión de la estetización de la experiencia en la metropolis contemporánea, que sin hacer mención directa bien podría relacionarse con una crítica al modelo de ciudad creativa, generación e instrumentalización de la clase creativa y del artista y del ciudadano en general como ‘entrepreneur’, en resumen, la cultura como la forma más competente, aceptada e introyectada de pacificación y ordenamiento urbano.
Llamamiento sugiere una concepción de estética que para aquellos relacionados con el campo del arte puede resultar tal vez necia, sin embargo, vale la pena seguir su argumento. Tiqqun afirma que estética ‘es la existencia metropolitana en toda su complejidad y la nueva sociedad “imperial” en su fundamento. La estética es la forma que toma la fusión aparente del capital y de la vida en la metrópolis.’ Lo estético instituido como dispositivo de control y gestión de los espacios de sociabilidad, de encuentro, de la relación con los otros, con la realidad y aun más, con uno mismo generando la subjetividad de aquel que se contempla a sí mismo como proyecto y hace de sí su propia empresa, su ser creativo.
Este proyecto de la metropolis moderna pretende, a través de la estética, reunir lo que antes ha sido separado: ….. . Pero aquí Llamamiento advierte que la voluntad de reunirlo implica en primera instancia creer que verdaderamente en algún momento se han encontrado separados. Así, aspirar a unir el arte con la vida, lo sensible con lo material, el trabajo con la vida es dar por hecho (ceder a la idea imperante, moderna) de su separación. En la metrópoli se han liquidado las formas de sociabilidad autónoma, permitiendo únicamente la subsistencia del trabajo como forma de sociabilidad bajo control. La cultura, paradójicamente surge no como el espacio radical de crítica, sino como un dispositivo de captura, de regularización del juego y de la libre asociación. La dinámica de la metrópolis es la de apropiarse de lo inapropiable, la de jugar a ocuparse y en ello el ocio productivo asociado a las actividades así denominadas estéticas o culturales juegan un papel crucial.
Llamamiento hace una crítica a un contexto (capitalismo, civilización, imperio) que no sólo pretende controlar cada situación sino que, intenta que no haya situación. Debe señalarse que cuando el texto habla de imperio no se refiere a una entidad supra-terreste o a una suerte de conspiración de los gobiernos, redes financieras o multinacionales. ‘El imperio está ahí donde no pasa nada’, donde reina la situación normal, donde todo funciona. En ese sentido, la estética ‘es la neutralización imperial ahí donde no se puede introducir directamente a la policía’ (y aquí podemos fácilmente pensar en proyectos urbanísticos de limpieza, pacificación y ordenamiento de territorios conflictivos a través de la construcción de museos y otros proyectos culturales).
Frente al supuesto ideal gozoso de libertad, independencia, flexibilidad y movilidad que acompaña al modelo de ciudad creativa Llamamiento plantea ‘formas-de-vida’ es decir aquellos usos y haceres que nos afectan, queramos o no, a través de todo aquello a lo que nos atamos, a lo que estamos atados. Cuesta admitir esta atadura, porque estamos poseídos por una idea estética de la libertad, la libertad de quien no está nunca en el mundo que describe, donde el único imperativo permitido es el de “invéntate, prodúcete a ti mismo”. En contraparte hay una apuesta por los modos y por los usos que recuerda a la propuesta benjaminiana del autor como productor, de actos revolucionarios que radican no tanto en los contenidos (hacer crítica, abordar temas políticamente correctos y en voga, concientizar, reivindicar, tendencias frecuentes en ciertas propuestas artísticas) sino en las formas de producción, en las relaciones entre los contenidos, los procesos y las plataformas con que se producen y circulan las obras, las formas de trabajo.
“Quien actúa, actúa hoy como niño perdido (…) Los niños perdidos son los huérfanos de todos los órdenes conocidos. Bienaventurados los huérfanos, el caos del mundo les pertenece.”
“La errancia gobierna este abandono. Vagamos. Vagamos entre las ruinas de la civilización; y precisamente porque se encuentra en ruinas, no nos será dada la posibilidad de enfrentarla. Es una guerra bien curiosa esta en la que nos hallamos comprometidos. Una guerra que requiere que se creen mundos y lenguajes, que se abran y ofrezcan lugares, que se constituyan hogares, en medio del desastre.”
El libro en pdf aquí
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)