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Materias sonoramente dibujables

Magazine

27 marzo 2009

Materias sonoramente dibujables

La Galería Joan Prats exhibe los últimos trabajos de Perejaume. Propuestas que exploran la capacidad de presentación de la realidad partiendo del sonido como herramienta de lenguaje verbal.


Una de las preocupaciones centrales de la obra de Perejaume, tanto visual como escrita, reside en la voluntad de explorar y exponer la realidad por sí misma. Una realidad compleja que el artista intenta liberar de ejercicios de representación (y por tanto de manipulación) al mismo tiempo que, desde múltiples formatos – dibujo, pintura, fotografía, escultura, instalación, video o texto – subraya y analiza el efecto de nuestra percepción sensorial y conceptual sobre el entorno inmediato.

Una dualidad que le lleva a invertir la relación convencional de interpretación de lo real a partir de lecturas subjetivas, para incidir precisamente en lo contrario: en la interpretación de nosotros mismos en base a ciertas expresiones autónomas de la realidad. En definitiva, un interés en el territorio (de carácter geográfico y telúrico) que parte de lo pictórico para ensayar nuevas fórmulas de paisajismo que van más allá de las técnicas habituales de representación artística y que, desde el uso no-convencional de la imagen, el sonido o la escritura, desdibujan los límites entre los lugares que nos definen y nuestra incidencia en ellos.

Desde el pasado 19 de marzo, y hasta el 2 de mayo, la Galería Joan Prats – la galería que lleva mostrando regularmente el trabajo de Perejaume en Barcelona desde los años ochenta – exhibe “Màquina d’alè”, un nuevo proyecto videográfico centrado en el sonido que, además de dar título a la muestra, incorpora trabajos recientes y una nueva versión de la video-instalación “De l’ús” (2003), en este caso adaptada al paisaje sonoro de Rambla de Catalunya, calle en la que se encuentra la galería.

Si el trabajo de Perejaume aborda la realidad desvelando el ejercicio de simulacro que implica su representación artística – algo que el artista ha venido mostrando desde la pintura, la escultura, la instalación, la edición o las acciones y registros en espacios naturales – todas las obras presentadas en Joan Prats, de un modo u otro, priorizan la relación sonora con dicha realidad. De este modo, el sonido como dispositivo de comunicación verbal (como otra forma posible de lenguaje) parece erigirse en el leit motiv de su trabajo actual. Y no el sonido como ruido, sino el sonido como habla.

En este sentido, «Màquina d’alè» – doble proyección de una acción del artista realizada en diferentes lugares de la geografía catalana (concretamente tres: el Auditori de Girona, la cima del Canigó y el Valle de Olzinelles) – supone el registro de un acto poético y aparentemente absurdo que, acompañado de un texto escrito que subtitula y condiciona toda la secuencia de imágenes, explora de un modo metafórico e incluso fonético la supuesta voz de aquello que, de entrada, o al menos hasta que no intervenimos, no lo tiene. Un gesto mínimo pero significativo con el que Perejaume, armado con una máquina de expirar aire con micrófono incorporado (de ahí la idea de aliento), explora con interés casi científico la identidad sonora pero no audible de las cosas. De este modo, la obra muestra imágenes sugerentes e inusuales (instrumentos y mobiliario de una orquesta sin músicos, las rocas de una montaña o los matorrales de un bosque) que atrapan al espectador por el efecto y el sonido amplificado de la máquina (una especie de viento artificial, cercano a lo orgánico, a la boca como instrumento del habla) y por el relato literario que funciona como traducción textual de aquello que vamos viendo; un texto poético y flexible que juega con la percepción estereotipada de la imagen para fabular sobre otras posibilidades de relación: en este caso la de dibujar con sonido. Como él mismo apunta, un intento de evidenciar que “cualquier volumen, cualquier materia, resulta sonoramente dibujable”.

Pese al protagonismo de «Màquina d’alè», el resto de piezas que conforman la exposición permite profundizar en dicho diálogo entre dibujo y sonido, entre trazo gráfico y estímulo auditivo, entre percepción visual y acústica, para llevarlo todo más bien al terreno del lenguaje y la palabra, quizás el punto en el que confluyen sus intereses de un modo más preciso. Buena prueba de ello son las pinturas de pequeño formato – «Vermell» (2008) o «Atròfia del Dibuix» (2007) – que, como es habitual en su trabajo, funcionan como poema visual desde la interrelación entre palabra escrita e imagen. Por otro lado, los fotogravados «Boca» (2008) y «Passes» (2008) enlazan explícitamente con la boca como emisora de sonido y el uso de los displays clásicos de la presentación en arte, como son los marcos dorados; un recurso habitual en Perejaume para hablar del límite entre lo real y lo artístico.

Finalmente, la exposición recupera «De l’ús», una video-instalación de 2003 en la que el artista relaciona el acto de hablar de diferentes personas con el sonido ambiental de la calle a partir de un micrófono situado a la entrada de la galería. Un juego de opuestos en los que, en este caso, el acto voluntario y consciente de hablar por parte de diferentes actores, se transforma – como si de un experimento alquimista se tratase – en un ejercicio de azar que se corresponde con el sonido en directo del lugar, en este caso la ciudad.

Podemos decir pues que «Màquina d’alé» se mantiene fiel a las premisas que articulan la larga y compleja trayectoria de Perejaume: la exploración de las fronteras de la realidad y su intento obsesivo de dotarla de independencia y de entidad propia. Un trabajo en el que, de nuevo, la escritura y el lenguaje se erigen como uno de los ejes fundamentales de su discurso. No es de extrañar por tanto que la exposición incorpore, en formato póster desplegable y portátil, el texto íntegro que aparece en el vídeo. Un ejercicio literario que, al igual que pasa en su obra, requiere de una lectura atenta, comprometida y cómplice para acceder al equilibrio que Perejaume plantea entre su herencia pictórica, su poso conceptual de raíz lingüística y sus referentes arrelados a la pertenencia a un lugar, concretamente Catalunya.

David Armengol (Barcelona, 1974) es comisario independiente y combina su práctica curatorial con otras actividades paralelas como la gestión cultural y la docencia. Le interesa especialmente la música, la naturaleza y el relato, pero desde el ámbito del arte contemporáneo. Es decir, no sabe tocar ningún instrumento, no es un gran aventurero y no domina el arte de narrar. En cierto modo, le basta con que sus pasiones sonoras, paisajistas y narrativas convivan en el formato de una exposición. Por eso siempre piensa en artistas.

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