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En un artículo de nuestra revista comentaba enfáticamente la exposición de Dora García en ProjecteSD. Decía que era la mejor exposición que había visto en mucho tiempo. Me gustaba especialmente el giro que suponía ponerse en primer plano a través de otros. Lo que se destilaba de honestidad al retratarse mostrando los hombres que adora. Lo que quizá no comenté tanto es que si Dora admira tanto a esos hombres (y yo destacaba a Andy Kaufman) es por lo que tienen de antiheroes. Tipos abocados a causas perdidas. Pero causas que no son causas, que son anti-causas. Más bien causas que tienen que ver con estar contra todo, una especie de anti-todo, hecha de escepticismo, de descreimiento, de la conciencia de que no hay causas justas y, finalmente, en los que se entrevé la lucha por un profundo individualismo (en tanto que reivindicación del individuo). Son antiheroes porque son perdedores y pierden porque no hay causa. No hay otra lucha más allá que contra todos y contra uno mismo. Ahí radica su radicalidad y también su contemporaneidad. Son heroes posmodernos, porque parten de la conciencia de que es imposible ser heroes en un sentido moderno y utópico.
Por eso no comprendo a Aminetu Haidar. Porque su huelga de hambre y su empecinamiento en ella se corresponde con la idea del héroe moderno. La huelga de hambre tiene que ver con figuras sacrificiales, dispuestas a hacer un sacrificio utópico (lo contrario del antihéroe como ser descreído) inscritas en la tradición romántica: el mártir, el bandolero, el guerrillero y el terrorista; Juana de Arco, El Che, Curro Jiménez…
«Kill your idols» daba título a una canción de Sonic Youth. Los anti-héroes de Dora García no son sus ídolos, son los hombres que ama (the men I love). Aminetu Haidar parece estar dispuesta a convertirse en un ídolo.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)