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El proyecto Roundabout. Encounter Program que Martí Peran dirige desde 2002 llega ahora a su quinta edición; esta vez favoreciendo el intercambio artístico entre Barcelona y Jerusalén. Una propuesta en estado de madurez que, al margen del simple canje expositivo de un lugar al otro como estrategia de aprendizaje y difusión, se articula en esta ocasión a partir de la idea de residencia, quizás el modelo más efectivo y enriquecedor para un artista que trabaja y expone fuera de su contexto habitual.
Fiel a la noción de implicación y contacto directo con otro territorio, “I Like to Be a Resident”, comisariada conjuntamente por Nirith Nelson – responsable del Jerusalem Center for Visual Arts (JCVA) – y Martí Peran parte del estudio de campo que ambos realizaron en sendas ciudades para decidir así los dos artistas locales que llevarían a cabo dicha estancia. Por un lado Doménec y Daniel Chust Peters como artistas de Barcelona (seleccionados por Nelson) y Doron Rabina y Koby Levy (por Perán) como representantes de Jerusalén. Tras el periodo de residencia de cada uno de ellos, el resultado de tal iniciativa pudo verse en mayo de 2007 en el Tel Aviv Artist’s Studio y ahora en La Capella.
Asumiendo el hecho de que el formato expositivo final no podrá reflejar de manera precisa la intensidad en tiempo presente del intercambio, una muestra de estas características, en las que no existen hilos conductores compartidos entre las piezas más allá de la experiencia vivida, es siempre un reto complejo. Un ejercicio difícil que, al margen del interés por cada uno de los proyectos, en términos de exposición colectiva y percepción global de la misma puede resultar irregular y confusa.
En este sentido, el caso de “I Like to Be a Resident” me parece especialmente singular. De un modo consciente y cuidadoso, reflejado ya en la proximidad e ironía de su título, los dos comisarios inciden en sala en aquellos aspectos comunes que se encuentran en la actitud y conocimiento del lugar por parte de los artistas. Unas directrices generales reflejadas en el análisis – múltiple y diverso – de las relaciones y conflictos surgidos entre el individuo y los espacios en los que éste interactúa. Un motor de trabajo que da pie a cuestiones de identidad, compromiso y pertenencia a un territorio para llevarlas cada uno a su terreno formal y conceptual.
De este modo, el recorrido por La Capella permite ver el interés común de las cuatro propuestas y sus diferencias de enfoque e interés, algo que refleja a su vez las virtudes y defectos de “I Like to Be a Resident”. Por un lado, “Real State” de Doménec supone un amplio proyecto de investigación centrado en la perversa gestión del territorio que define el conflicto palestino. Fotografías, videos, entrevistas y demás registros de su experiencia en Israel que le permiten profundizar de un modo crítico en una realidad compleja y desconocida. Una situación límite que el artista analiza desde los lazos de pertenencia del pueblo palestino con su territorio y las estrategias de ocupación israelíes, para incidir en la arquitectura efímera y precaria que surge como respuesta a esta situación.
Por su parte, Daniel Chust Peters presenta “Airsoft”, un sencillo y sutil proyecto de intercambio frustrado. Tras solicitar un taller para trabajar durante su estancia en Jerusalén y conseguirlo gracias a la financiación de un particular, el artista inicia un proceso de agradecimiento en forma de regalo destinado a su benefactor (una pequeña maqueta en cerámica de dicho taller); algo que de momento no ha conseguido. Un simple gesto que evidencia una problemática mucho más amplia y que busca un contacto transparente en un contexto repleto de intereses ajenos al propio arte y que impiden que algo tan insignificante e inocente tenga lugar.
En relación a los artistas de Jerusalén, Koby Levy resume su estancia en Barcelona con el proyecto “All Earth, Travelling with Yosi Romano”, un viaje hasta el sur de la península para explorar la problemática de la inmigración marroquí. Un display a base de collage y videos registrados durante el mismo que interpelan de forma caótica y saturada al espectador desde aspectos como la fe, la creencia, el deseo o simplemente la suerte.
Finalmente, Doron Rabina muestra “Details”, un propuesta que, deudora de la mirada furtiva del voyeurista o la atenta y receptiva del flaneur, refleja situaciones concretas de confrontación entre el individuo y su entorno. Algo que el artista tiene muy asumido y que en Barcelona, pese a producirse por motivos distintos, descubre ciertos paralelismos con su propio lugar. Un video de la detención policial de unos jóvenes acampados en la playa, otro de un vagabundo masturbándose en un parque o la pintura sobre cartón de una manada de monos como síntesis de la condición grupal definitoria de la ciudad son algunos ejemplos de los trabajos que pueden verse en la muestra.
En definitiva, “I Like to Be a Resident” muestra cuatro proyectos independientes y autónomos que, en este caso, se ven forzados por las circunstancias a convivir de forma armoniosa y dialogante en la misma muestra. Un aspecto necesario dentro de la propuesta política y artística del intercambio pero que, debido a las claras diferencias que plantean las cuatro formalizaciones en sala – resulta ambigua para el usuario. Y pese a que las cuatro funcionan bien a nivel de espacio y distribución, surgen algunos problemas al adaptarlas a una concepción convencional de exposición colectiva. Pequeños detalles que dificultan y descolocan al receptor externo; es decir, a aquel que al margen de la temporalidad y ritmo de trabajo propios de la estancia, recibe finalmente la exposición.
La instalación de Doménec se pierde ligeramente al intentar recrear los códigos propios de una inmobiliaria, cuando en cambio los videos y fotografías son de una gran contundencia. Por su modestia, la pieza de Daniel Chust Peters adquiere una presencia excesivamente secundaria en el conjunto. El proyecto de Koby Levy no acaba de visibilizar de un modo preciso la experiencia de su viaje y los trabajos de Doron Rabina quedan algo dispersos al exhibirse junto a otras obras anteriores del artista.
Quizás es que la complejidad y riqueza de cuatro estancias en lugares tan distintos al habitual, no consigue adaptarse de forma natural a un espacio de exhibición compartido, y eso crea ciertas fisuras en la recepción final del hecho expositivo. Quizás un proyecto de tal envergadura y tipología precisa de otros modelos y mecanismos de conclusión y cierre. De todos modos, la exposición continúa siendo el contexto de visibilización pública más poderoso, y se mantiene como principal dispositivo de conocimiento en arte. Pese a su complejidad para/con el usuario, no se me ocurre otra manera de aproximarse al proyecto Roundabout y a sus intenciones.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)