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Sobre la literaturización: «Holy Bible» y la divina violencia

Magazine

19 diciembre 2013
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Sobre la literaturización: «Holy Bible» y la divina violencia


Bertolt Brecht llevaba consigo una Biblia llena de anotaciones e imágenes. La trataba como si fuera una libreta y en la portada tenía pegada la fotografía de un coche de carreras que había recortado de un periódico. Brecht no sólo fue contemporáneo de Walter Benjamin, también amigo del filósofo de la reproductibilidad técnica, quien enunció que a partir de entonces la obra de arte sería accesible para las masas y contribuiría a lo que llamó «literaturización» de las formas de vida -concepto que hace referencia a un proceso de superación de los roles «autor» (productor) y «lector» (consumidor) para pasar a hablar de lo que actualmente llamamos prosumer-. De algún modo la teoría de Benjamin y la Biblia de Brecht no me dejan de parecer dos elementos relacionados, y es que, lo que uno ponía en palabras, el otro lo transformaba en hechos.

Basándose en este objeto personal de Brecht, los artistas Adam Broomberg y Oliver Chanarin han elaborado el proyecto «Holy Bible«: una Biblia ilustrada con imágenes procedentes del Archive of Modern Conflict, de Londres. Aunque han mantenido tanto el formato como el contenido del objeto, las imágenes que han seleccionado del archivo han sido impresas directamente sobre el texto, haciendo así que fragmentos de éste no sean visibles, y con color rojo han subrayado cada página algunas de las palabras que aparecen.

Así, cuando tenemos la «Holy Bible» en las manos, el tipo de lectura que llevamos a cabo pasa por una búsqueda rápida por la página buscando un trazo rojo y una posterior mirada a la imagen. El texto bíblico no subrayado se ignora y el tema sobre el que leemos pasa a ser el de la violencia. Y es que tan violento es el gesto de Broomberg y Chanarin de prohibirnos el acceso a un texto por medio de la colocación de imágenes, como si fuera una especie de censura, como lo es también el contenido de las imágenes, en las que vemos a personas anónimas muertas; saltando de un barco en llamas; paisajes devastados; soldados; armas, un niño atado a un árbol; una flor; sangre; cuerpos amontonados unos sobre otros… todo ello pervirtiendo un texto que es, para muchos, sagrado. A la dureza del gesto y de las imágenes hay que añadirle la poética -no menos violenta- de las palabras subrayadas en rojo, que por el simple hecho de estar remarcadas, adquieren rápidamente un vínculo con la imagen, como si las palabras concretas hubieran estado siempre allí, esperando a la fotografía adecuada.

En «Holy Bible» encontramos también un fragmento del texto «Two Essays on God and Disaster», de Adi Ophir. Titulado «Divine Violence» este escrito del filósofo israelí explica que en cada ocasión en la que, según la narración bíblica, Dios se ha presentado ante los hombres, se ha producido alguna desgracia, natural o provocada por los humanos, que se ha justificado como una señal divina. Ophir habla de las víctimas de las calamidades, los castigos divinos que se han ganado por el incumplimiento de alguna ley que desconocían, como la materialización de Dios en la Tierra. Si tenemos en cuenta esta condición, el trabajo de Broomberg y Chanarin se puede interpretar como una transformación de la Biblia en un álbum de fotos que repasa algunas de las escenas en las que un supuesto Dios ha tenido lugar en la Tierra a través de víctimas anónimas. «Holy Bible» es quizás una manera de ajustar cuentas con una figura divina que ha sido creada y mantenida por el ser humano y que ha servido y sirve para justificar muchas de sus barbaridades.

Vuelvo a Benjamin y pienso que quizás es a este tipo de prácticas a las que él se refería, también, cuando hablaba de la literaturización de las formas de vida. Una literaturización que en algunos casos pasará por la violencia -como en el gesto de Brecht y recientemente el de Broomberg y Chanarin- pero que permitirá la renovación quizás infinita de los discursos, incluso de aquellos que parecían más consagrados.

Anna Dot nació un domingo de abril. Es de Torelló y trabaja entre dos mundos que no percibe separados de ninguna manera: el de la producción artística y el de la reflexión sobre los contextos artísticos a través de la escritura.

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