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En 2019, el diseñador gráfico libanés con sede en Londres Marwan Kaabour creó la cuenta de Instagram Takeweer, que él describe como una cuenta dedicada a «narrativas queer en la historia y la cultura árabes». Este archivo amateur de vestigios históricos y curiosidades de la cultura pop que derivan en lecturas e interpretaciones queer acumula hasta la fecha 25,100 seguidores, convirtiéndose así en un espacio apreciado por árabes queer de todo Oriente Medio y toda su diáspora para que se involucren y compartan partes de su historia y cultura que hayan despertado sus sensibilidades queer o en las que se hayan podido identificar, rechazando colectivamente la creencia, hegemónica tanto en Occidente como en Oriente Medio, de que en el mundo árabe no hay, hubo ni habrá cabida para nada que hoy día no se considere como género y sexualidad normativas y naturales de la región.
Al narrar la génesis de su proyecto, Kaabour explica que el origen del nombre de su página proviene de la 81.ª Sura del Corán, Surat At-Takwir, que identifica los presagios que anuncian la inminente llegada del día del juicio. El término takwir deriva de la palabra árabe qura o esfera, que se traduce en «la transformación en una esfera», interpretado por Kaabour como «la creación de un mundo» (Jahshan 2023) y que también suena como la palabra inglesa «queer». Kaabour hace una fusión del inglés y el árabe para crear la palabra compuesta Takweer, que él traduce como «hacer queer (o queerizar)» (Jahshan 2023).
Me interesa pensar con la intención de «hacer» en vez de demostrar; de enfocar un proyecto como Takweer como un modo de hacer un mundo queer en vez de como un intento de recuperar o autentificar la identidad queer y enfrentarla contra la identidad árabe. El propósito de un proyecto como este no es el de localizar lo queer en el mundo árabe y definir un modo «auténtico» de ser árabe y queer, sino hacer que el mundo árabe también sea queer y desafiar la historia occidental sobre el origen de lo queer, desestabilizando nuestra concepción de quién y qué es queer, y quién y qué es árabe. ¿Qué significaría canalizar la mirada queer a través del mundo árabe? ¿Qué significaría aprender la identidad queer (queerness) como una forma de ser y de devenir, como una orientación en y hacia el mundo, desde y a través de la arabidad en vez de contra y sin ella?
Por lo que respecta a los tipos de contenido que aparecen en Takweer, se plantean para sostener tres argumentos: que la identidad queer siempre ha existido en el mundo árabe; que el mundo árabe ha tenido una relación históricamente ambivalente con el género y la sexualidad no normativos, lo que creó espacio para maniobrar en cuanto a expresión sexual y de género; y que la cultura árabe por sí misma se caracteriza por una sensibilidad camp en conflicto con su heteronormatividad profesada. La página empezó siendo un repositorio de bienes culturales que habían moldeado la relación de Kaabour con la identidad queer en intersección con la árabe, lo que le impulsó a emprender un viaje de exploración histórica en búsqueda de ancestros queer. Comenzando por el conocimiento histórico popular al que había estado expuesto al crecer en el Líbano, conocimiento que se daba por sentado pero que también estaba marginado y no se cuestionaba; y continuando con la búsqueda de material académico, impresiones históricas y material fotográfico. A medida que la página fue ganando seguidores, Kaabour se dejó guiar por su audiencia.
A modo de ejemplo, tenemos una publicación titulada «La fascinante vida del cantante folk transgénero iraquí» en la que Kaabour presenta a Masoud El Amaratly, un cantante iraquí que, según nos cuenta, saltó a la fama en los años 20 y era conocido por su distintiva voz y por las canciones folk rurales que interpretaba. Como muchas de las publicaciones de Takweer, esta también es breve. No hay una narración detallada sobre el viaje de género de El Amaratly, ni sobre una comprensión de su identidad de género; y tampoco lo que supuso su transformación o cómo fue recibida. En cambio, sí obtenemos fragmentos recopilados de diversas fuentes anónimas que ofrecen un vistazo de la existencia de un sujeto «trans» que no solo existió en la región, sino que parece haber prosperado en cierta medida dentro de la escena musical regional. Estas narrativas se presentan normalmente sin muchos comentarios, dejando que el público saque sus propias conclusiones, complete los vacíos de un modo especulativo e imagine cómo El Amaratly y otras figuras similares se movían a través del espacio y el tiempo.
Durante nuestra conversación, Kaabour reconoce que El Amaratly fue recibido de manera aparentemente ambivalente, lo que permitía enfoques contradictorios en cuanto a su identidad de género. Emerge como un célebre cantante de folk cuyo talento hizo posible que su género fuese quizás tolerado o ignorado. Kaabour no presenta esta ambivalencia a su público en su página de Instagram; más bien les presenta simplemente el hecho de la existencia de El Almaratly y su positiva acogida como cantante folclórico. Esto es suficiente en muchos sentidos, ya que la existencia de un cantante folk regional de género variante popular en el Oriente Medio contemporáneo resultaría, para muchos, imposible de imaginar. El Amaratly es un vestigio del pasado que a los árabes queer se les dice que en el presente no puede existir. Es importante destacar que es un vestigio de lo transgenero y la identidad queer de principios del siglo XX. Fue entonces cuando el sentimiento y la lucha anticolonialistas surgieron por toda la región y desestabilizaron la distinción entre el género precolonial y la no normatividad sexual, y el argumento de que el encuentro colonial dio lugar a la eliminación de modos alternativos de encarnar y practicar la disconformidad sexual y de género.
En 1942, por ejemplo, la popular revista egipcia al-Ithnayn wa-l-Dunya publicó un artículo titulado «Si yo tuviera bigote», en el que se preguntaba a varias actrices qué bigote elegirían para sí mismas si fueran hombres. En 1944, la también popular revista semanal Al-Musawar publicó una serie de fotografías de actores y actrices egipcios travestidos y posando juntos. En Takweer aparecen las imágenes de ambas publicaciones. De la serie de Al-Musawar, Kaabour comparte una foto del célebre comediante egipcio Ismail Yassin vestido de mujer, al que la actriz y bailarina Gamalat Hassan, vestida con traje y sombrero fez, ayuda a Yassin a bajar del autobús. Según Kaabour, el pie de foto original de la serie dice: «Con una elegancia sin igual, Ismail Yassin intenta bajar del autobús, mientras Gamalat Hassan, por miedo a que tropiece, se le adelanta y toma su mano para ayudarle».
A las actrices con bigote, un comentarista responde: «Las mujeres árabes inventaron los drag kings». A la foto de la serie de Al-Musawar, un comentarista responde afirmando que el famoso escritor egipcio Tawfiq al-Hakeem «era queer». Kaabour me contó que al-Hakeem había publicado una carta en un número anterior de Al-Musawar en la que pedía a los actores y actrices que intercambiaran ropa, a lo que la revista respondió organizando la serie mencionada anteriormente. En cuanto al comentario sobre la sexualidad de al-Hakeem, Kaabour pidió más detalles al comentarista, quien respondió que «en realidad no tiene pruebas», pero explicó que, en la colección publicada de sus cartas personales, Zahrat Al Omer, los intercambios entre él y su mejor amigo Andre dan a entender que «estaba muy unido a Andre emocionalmente, de una forma que parecía íntima y vulnerable». La respuesta de Kaabour fue que, cuando leyó la propuesta de al-Hakeem a jugar con el género en la revista, «estaba casi seguro de que tales palabras no saldrían de la boca de un hombre no queer». Estas publicaciones en Takweer dibujan una imagen del mundo árabe en el que una práctica como el travestismo no solo se toleraba, sino que se fomentaba.
Estas publicaciones y los sentimientos que suscitan rompen con la teleología de la identidad queer tal y como la entendemos convencionalmente, y con la idea de que lo queer es ajeno al mundo árabe; de ahí la afirmación de que las mujeres que aparecen en Al-Musawar «inventaron los drag kings». Los comentarios sobre al-Hakeem apuntan a una reflexión especulativa sobre el posible papel que las personas queer han desempeñado en la formación del canon de la cultura popular árabe; sobre las figuras queer que, entre bastidores, introdujeron el juego de géneros en la cultura de masas.
El material de estas publicaciones en Takweer insinúa un interés generalizado del mundo árabe por la fluidez de género y la libertad sexual, lo que desafía directamente la estricta concepción de los roles de género, las actuaciones y las personificaciones con las que han crecido muchos árabes queer contemporáneos. En el caso de al-Hakeem, llevan a especular sobre la existencia de antepasados queer capaces de prosperar, aunque fuese en secreto, en una época que, desde la perspectiva actual, se percibe como más flexible e incluso durante la cual, podrían haber intervenido en la cultura hegemónica, aprovechando sus aparentes curiosidades para labrarse un espacio para la expresión queer justo ante las narices de la heteronormatividad.
Kaabour afirma que «si hay algo que se puede extraer de un proyecto como Takweer, es que los árabes queer siempre han existido, independientemente de lo que puedan pensar las autoridades árabes, los medios de comunicación y las familias que afirman que la identidad queer es una “importada de occidente”. Con suerte, al reunir tantas historias queer árabes a lo largo de las décadas, la página puede ayudar a recordar a la gente un tiempo en el que había más apertura hacia la diversidad» (Jahshan 2023). Kaabour invita a su audiencia a relacionarse con el pasado de manera que genere un anhelo tanto por lo familiar como por lo desconocido, por aquello que ha sido presentado como imposible, preguntándose qué podría significar esto para el presente y el futuro de los árabes queer, a quienes se les ha dicho que deben aceptar una vida fragmentada o insuficiente en casa, donde su identidad queer es inaceptable y debe ser escondida, si no abandonada por completo; o una vida fragmentada en el extranjero, donde su rechazo a la identidad árabe es la condición para que puedan integrarse de lleno en la llamada «seguridad queer» de Occidente.
Sophie Chamas es profesora titular de Estudios de Género en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos (SOAS) de la Universidad de Londres. Su investigación se centra en la imaginación política radical en Oriente Medio y su diáspora.
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