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Es indiscutible que los acontecimientos de los últimos 20 meses han tenido, y tendrán, un impacto profundo y duradero en las instituciones culturales del Reino Unido -el contexto que más conozco- y de todo el mundo. Los cierres de museos impuestos por la COVID-19 han precipitado una drástica caída del número de espectadores y de los ingresos asociados. Las restricciones en los viajes internacionales que prohíben el acceso a los lugares turísticos más populares han afectado con especial dureza a los grandes museos nacionales, incluyendo la Tate Modern. Incluso cuando el edificio se abrió, las multitudes de veraneantes, familias y escolares que antes abarrotaban la cavernosa Sala de Turbinas y los espacios de las galerías han estado notablemente ausentes. Además, todas las predicciones indican que los visitantes turísticos al Reino Unido no volverán a los numero previos a la pandemia hasta dentro de varios años[1]https://www.visitbritain.org/2022-tourism-forecast. Entonces, ¿para qué sirve un museo de arte nacional como la Tate Modern, si no es para ofrecer educación y entretenimiento a un número cada vez mayor de visitantes de todo el mundo? ¿Y puede sobrevivir financieramente si el modelo de la exposición que atrae a visitantes masivos ya no es viable?
Igualmente impactante ha sido la respuesta al asesinato de George Floyd en mayo de 2020 por parte de los museos de arte nacionales. El movimiento Black Lives Matter lleva tiempo llamando la atención sobre el papel del patrimonio en la perpetuación del racismo; sin embargo, desde el año pasado con la creciente indignación pública, aumentó la presión sobre galerías, bibliotecas, archivos y museos para que abordaran el racismo dentro y fuera de sus organizaciones y se comprometieran a descolonizar sus prácticas y colecciones. Aunque muchas instituciones culturales en 2020 respondieron haciendo declaraciones públicas en las que se comprometían a la igualdad racial y a hacer frente a las desigualdades interseccionales sistémicas, la realidad es que lograr estas ambiciones requiere una importante transformación institucional. Para ir más allá de la señalización performativa de virtudes y avanzar hacia una auténtica descolonización y equidad de acceso, los museos deben deconstruir y cambiar qué y cómo coleccionan, exponen, conservan, archivan, interpretan y enseñan sus colecciones. ¿Es factible esta transformación? ¿O, como ha sugerido Tristram Hunt, director del museo V&A, conduciría en última instancia —y para él de forma preocupante—al desmantelamiento del proyecto de museo nacional por completo[2]Se cita Tristram Hunt: «Para un museo como el V&A, descolonizar es descontextualizar: la historia del imperio está incrustada en su significado y sus colecciones…» … Continue reading?
Desde ciertos puntos de vista, la situación actual de los grandes museos de arte nacionales puede considerarse potencialmente catastrófica. Sin embargo, podría decirse que la crisis actual encierra la posibilidad de una reinvención positiva. Imaginemos por un momento un escenario en el que, por ejemplo, los museos nacionales aprovecharan esta oportunidad para repensar fundamentalmente cómo valoran y hacen visible el conocimiento creado por los profesionales que trabajan en ellos y la experiencia de quienes se relacionan con ellos. Pensemos en la posibilidad de que estos museos reevalúen su función, de modo que sigan siendo los conservadores, en el sentido de ser los cuidadores de las colecciones, sin ser las autoridades exclusivas sobre ellas. ¿Qué pasaría si estos museos destinaran importantes recursos a trabajar en estrecha colaboración con el exterior para cocrear nuevas configuraciones e interpretaciones de los objetos y obras de arte del museo? Pensarán sin lugar a duda que estos no son conceptos nuevos. El argumento de que los museos deberían funcionar más como foros de debate y de libre intercambio de ideas que como templos elitistas de enrarecido conocimiento, se ha planteado en diversas ocasiones desde finales de la década de 1960. Pero quizás lo hace que este momento sea único, es la combinación de la aguda inestabilidad financiera con la crítica sostenida de los fallos de representación y el racismo sistémico de estas instituciones: dos escenarios que podrían permitir un replanteamiento existencial y epistemológico.
La investigación como modo de generar conocimiento desempeña un papel importante en el apoyo a esta transformación. Sin embargo, para lograrlo, es necesario reformular el como se entiende el funcionamiento de la investigación dentro del propio museo. Es necesario reconocer la interconectividad entre la práctica, la teoría y la investigación; las formas de praxis que existen no sólo en los departamentos de conservación, sino también en los programas y actividades pedagógicas, en las divisiones de conservación y en los equipos de experiencia de los visitantes. Además, la investigación llevada a cabo en el museo no debe trascender el reino de una minoría selecta de académicos. Es decir, tenemos que destacar cómo la investigación en la que participan profesionales y colaboradores de fuera de la institución puede funcionar de forma más democrática y disruptiva. En esencia, la investigación es un proceso de indagación estructurado y basado en una pregunta (o preguntas) que genera nuevos conocimientos que se comparten públicamente. En otras palabras, la investigación es una actividad que requiere cuestionamiento, compromiso crítico, reflexión y creación de conocimiento. Entendida en estos términos, la investigación puede ofrecer un espacio epistemológico dentro del museo para interrogar los sistemas y estructuras existentes, sacar a la luz narrativas previamente ocultas pero vitales de nuestras historias y centrar interpretaciones más diversas. Visto así, la investigación tiene el potencial de ser un agente de interrupción y cambio productivo.
Ya existen modelos de cómo la investigación llevada a cabo por profesionales de los museos en colaboración con colegas universitarios y con individuos y grupos, puede poner de manifiesto las prácticas museísticas excluyentes y realizar intervenciones positivas en las instituciones culturales. Los textos reunidos por Bronwyn Bevan y Bahia Ramos en una reciente publicación que aborda la equidad en el museo[3]Bevan, B. & Ramos, B. (eds.) (2022). Theorizing Equity in the Museum. Integrating Perspectives from Research and Practice. Abingdon: Routledge. destacan cómo las «asociaciones de investigación-práctica» (RPP) pueden generar conocimiento de forma más equitativa y ética. En un ensayo, las autoras detallan por ejemplo cómo los educadores coinvestigaron junto a académicos y jóvenes de comunidades históricamente marginadas, basándose en teorías de justicia espacial para coproducir nuevos «imaginarios espaciales[4]Calabrese Barton, A., Balzer, M., Kim, W.J., McPherson, N., Brien, S., Greenberg, D., Archer, L and Members of the Youth Action Council. (2022). ‘Working toward justice: Reclaiming our Science … Continue reading». En este caso, el proceso de coinvestigación ofreció oportunidades para cuestionar, repensar y «reclamar» un centro de ciencias en Estados Unidos para el grupo racialmente diverso.
Sin embargo, un tema igualmente dominante en los ensayos es la frustración y el agotamiento que sienten los colegas de color especialmente, ante el ritmo del cambio y el racismo arraigado y las jerarquías de conocimiento y poder implícitas dentro del museo que se resisten activamente a cualquier desmantelamiento de las estructuras y prácticas actuales. Estos profesionales-investigadores de los museos quieren ver el cambio, al igual que muchos otros que conozco y que se dedican a la investigación colaborativa participativa con el fin de examinar y cuestionar sus propias instituciones. A menudo basados en equipos de educación o divulgación, estos individuos son conscientes de la necesidad de que voces múltiples y diversidad de conocimientos y experiencias den forma al museo. Tratan de establecer asociaciones de investigación equitativas que respeten las contribuciones de todos los participantes y que aprendan de los conocimientos obtenidos a través de un proceso de investigación en colaboración. Sin embargo, con demasiada frecuencia, estas personas y los proyectos que promueven operan al margen del museo, y las intervenciones de investigación están limitadas en tiempo y recursos. Los proyectos que tratan de corregir las interpretaciones coloniales, por ejemplo, o de conectar con organizaciones comunitarias específicas en relación con una exposición «relevante» concreta, pueden ir acompañados de un sentido de temporalidad preocupante.
Lo que se necesita es un compromiso más sostenido y a más largo plazo por parte de la dirección de los museos para coinvestigar y transformar cómo y de quién es el conocimiento validado por la institución. Esto debe ir acompañado de la aceptación y la voluntad de aprender de las ideas potencialmente críticas que puedan surgir de tales interrogantes. El clima actual, en el que la existencia de los museos tal y como los conocemos es incierta, es a menudo difícil y agotador para quienes trabajan en ellos. Pero para algunos, la comprensión de que no podemos seguir operando del mismo modo, manteniendo prácticas excluyentes que ya no son viables ni ética ni económicamente, es liberadora. Incorporar la participación basada en la investigación y la colaboración genuina en el corazón de la práctica museística es uno de los varios enfoques que un museo nacional podría adoptar para lograr una verdadera equidad de acceso y representación. Si partimos de la premisa de que, si no todo, al menos muchos procesos, estructuras y modelos financieros deben cambiar para que el museo nacional sobreviva; plantear preguntas y explorar posibilidades con personas que puedan aportar nuevas perspectivas críticas es sin duda un buen punto de partida.
(Imagen de portada: ‘Tate Modern Level 4 Concourse December 2021’. Copyright Emily Pringle.
↑1 | https://www.visitbritain.org/2022-tourism-forecast |
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↑2 | Se cita Tristram Hunt: «Para un museo como el V&A, descolonizar es descontextualizar: la historia del imperio está incrustada en su significado y sus colecciones…» (https://www.theguardian.com/culture/2019/jun/29/should-museums-return-their-colonial-artefacts). |
↑3 | Bevan, B. & Ramos, B. (eds.) (2022). Theorizing Equity in the Museum. Integrating Perspectives from Research and Practice. Abingdon: Routledge. |
↑4 | Calabrese Barton, A., Balzer, M., Kim, W.J., McPherson, N., Brien, S., Greenberg, D., Archer, L and Members of the Youth Action Council. (2022). ‘Working toward justice: Reclaiming our Science Centre’ in Bevan, B. & Ramos, B. (eds.) (2022). Theorizing Equity in the Museum. Integrating Perspectives from Research and Practice. Abingdon: Routledge |
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