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Un momento de colapso

Magazine

05 diciembre 2010

Un momento de colapso

los artistas Bestué – Vives, conjuntamente con el comisario Manuel Segade, protagonizan «Plato de ostras aún vivas». Un recorrido performántico alrededor de lo que nos espera: El futuro. Los tres hablan sobre el proceso de trabajo, la situación actual, la ironía y el silencio.


ANDREA PACHECHO: Hasta hora todos vuestros trabajos se han desarrollado en el ámbito de local, lo doméstico, lo precario y me parece que el engranaje de esta pieza es más sofisticado y la problemática más profunda.

DAVID BESTUÉ: La historia era plantear el hombre en la actualidad. En este momento de colapso, en esta época en la que vivimos en que no puedes hablar de Foucault porque esta pasado de moda, pero a la vez está vigente, pero todo está súper vigente, pero a la vez es como un stand by. Hacia dónde vamos, esa es la pregunta cuando ya no hay valores culturales… la globalización, yo qué sé. Es como un momento de colapso. Lo cual no tiene que ser negativo pero es un buen marco de trabajo: hacia dónde vamos, no como futuro, sino como presente.

AP: ¿Os preocupa el futuro?

MARC VIVES: Pues ciertamente me preocupa mucho más el presente, que es lo único que puedo controlar y el miedo -si realmente se trata de eso- está en como tratar la escurridiza realidad del día a día. No me preocupa el mañana si en el ahora estoy siendo feliz y disfrutando con lo que hago. A un nivel menos personal y por consiguiente global, parece que todo se está torciendo día a día y que estamos viendo una suerte de apocalipsis en ralentí, lo que no deja de ser dramático pues esa velocidad no nos hace ser consciente de que la cosa está a punto de romperse. Toca cuidar las cosas importantes: el amor, la convivencia… ese es el presente vayan como vayan las cosas.

DB: A mí me fascina la idea de cómo vamos a evolucionar sin valores comunes. Sin el catolicismo, con el descrédito de la política, cómo vamos a evolucionar, cómo vamos a desarrollarnos a nivel filosófico, también. Sí, me preocupa como supongo que le preocupa a mucha gente. Y hablar del hombre del futuro es hablar del hombre del presente. Es hacer una proyección del momento de ahora porque no sabemos muy bien cómo continuar, entonces hacemos un poco de ciencia ficción. Pero sin tampoco ahondar demasiado en ello. Por eso la mayoría de las figuras son un poco sosas. Lo importante es el discurso, es el texto.

AP: Un texto escrito a tres manos, entre los dos artistas y el comisario, un ejercicio que funde práctica artística y curatorial, apuntando a nuevos modelos de producción centrados en la raíz del trabajo más que en su vistosa floración. ¿Cómo evaluáis esta nueva fórmula de trabajo, con el comisario involucrado en todas las partes del proceso, incluso como parte de la pieza?

MV: Es una maravilla poder contar con un comisario que quiere tomar cartas en todas las partes del trabajo, sin condicionar por otro lado los márgenes de libertad y decisión. Ayudó mucho arengando, desatascando y poniendo sobre la mesa material muy útil. Después, algo absolutamente inusual, compartimos el proceso de elaboración del texto y se hizo cargo de la presentación pública, no como curator sino como parte y engranaje de la performance.

MANUEL SEGADE: Parte de mi reto era, ‘vamos a pensar en un proyecto que os lleve al límite también. Ya que tenéis que hacer una cosa en vivo, que no estáis acostumbrados, vamos a intentar hacer otra fórmula de proyecto’. Por eso me han implicado en todas las partes del proceso. Es como decir ‘bueno, venga, si hacemos un diálogo hagamos un diálogo de tres al completo’. Entonces, parte del reto era poner un marco de trabajo nuevo y cuando empezaron a hablar del bodypainting, como un juego con la representación, precisamente salía esto, y pensé, aquí hay una línea de trabajo de cara a otra cosa.

AP: ¿Y no temías influir o modificar, por ejemplo, el tono que ellos manejan, un humor que es muy de Bestué – Vives?

MS: Evidentemente, en el tono del guión más seriote puedo tener algo que ver yo, aunque hay muchos gags, como cuando digo delante de ellos ¡qué horror! o cuando aparece el tipo de la limpieza. Hay muchas cosas de las que ellos entienden como chistes, pero están formalizadas, porque claro, un esfínter que se autopenetra, cuando lo dices no parece una broma, pero si lo piensas es un disparate. Creo que jugaron con un registro de chistes un poco diferente.

DB: Llevamos ya tiempo así, con más seriedad, pero también hay ironía. Algunos trucos como de humor, algunos pequeños gags, pero el fondo sí, es serio, nos gustaba la idea de que este hombre del futuro fuera como impenetrable, entonces ahí era más complicado perforar eso. El texto era muy trascendental, yo creo que la gracia de esto era jugar con los trascendental a través del bodypaintig, que parece algo un poco flojo, de pintarse camisetas, como de discotecas. Nos gustaba esta idea de usar algo así superficial en un texto filosófico duro. Nos gustaba esa tensión, ese es el humor que tiene este trabajo. Yo creo que la gente se queda a cuadros y nos gusta eso porque nosotros utilizamos el humor para que la gente se quede a cuadros.

MV: Sí, estoy de acuerdo. Hay una lucha de polos, lo proyectivo (hacia el futuro) del texto y la inmediatez y fisicidad de los cuerpos. Además de dos lenguajes paralelos que responden a dos tonos y dos diferentes velocidades. El de un texto reflexivo y pretendidamente filosófico, y el otro -el bodypainting- es propio casi de un trabajo de directo de una velocidad resolutiva. Son como dos muros que nunca se van a tocar, y que crean un ambiente muy turbio en medio, como cuando alguien en una cena familiar dice algo inoportuno y se crea el silencio, en ese momento también se puede generar el humor.

Andrea Pacheco nació en Santiago de Chile, vivió 14 años en Madrid y retornó a su ciudad natal no hace mucho. Su interés en el trabajo de los artistas contemporáneos es sincero y profundo. Cuando escribe sobre alguno de ellos, tiene siempre en mente la célebre frase de Salvador Dalí: lo importante es que hablen de tí, aunque sea bien.

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"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)