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La figura de Aby Warburg (1866-1929) en la escena académica del siglo XIX fue disruptiva. El historiador de la cultura y el arte exhortaba por una crítica de las artes visuales alejada del las discusiones estilístico-formales del historicismo de la época. Su conferencia El ritual de la serpiente (1923), discurso de despedida de la clínica psiquiátrica Kreuzling donde estuvo internado, es una de sus obras de referencia. Y allí formuló los alineamientos de una iconología asociada a las fuerzas vitales por las cuales retornan las imágenes del pasado al presente. A través de sus investigaciones impulsó un pensamiento fragmentario y transdisciplinar que le permitió entender el arte desde una perspectiva innovadora como una serie de prácticas institucionales que establecen un objeto determinado de interés cultural. En ese sentido, de acuerdo con su perspectiva cómo y con qué condiciones las imágenes permanecen en el tiempo.
El Atlas Mnemosyne, el proyecto final de Warburg, materializa las principales líneas de su trabajo. Bautizado bajo el nombre de la titán de la mitología griega Mnemosine, hija de Gea y Urano. Además de ser madre de las nueve musas trascendió por su asociación alegórica con la memoria (el origen filológico de su nombre en griego antiguo, mnếmē, significa “memoria”). El investigador recopiló hasta su muerte material gráfico para componer un archivo de imágenes que diera cuenta de temas, patrones y gestos visuales de la cultura occidental desde la Antigüedad hasta el Renacimiento y más allá. De esta forma, Warburg creó un método iconográfico propio, a través del cual los conceptos de “supervivencia” (Nachleben) y “fórmulas de lo patético” (Pathosformeln) son utilizados por la historia del arte, la cultura y la filosofía hasta el día de hoy.
Sobre pizarras negras móviles, el historiador dispuso reproducciones fotográficas de obras de arte de Oriente, la antigüedad clásica y Renacimiento junto con recortes de anuncios y fotografías contemporáneas, para evidenciar los patrones gráficos comunes. Y de esta forma, el investigador y su equipo estudiaron las formas y la red de relaciones de las imágenes, componiendo una cartografía abierta, una forma de conocimiento por montaje. Una alternativa metodológica que cuestionaba las dificultades que los historiadores del arte le habían atribuido a las imágenes como vehículos de representación.
El montaje otorgó flexibilidad a Warburg y así pudo trasladarse desde La primavera y El nacimiento de Venus de Sandro Botticelli a los rastros de la Antigüedad en los frescos y los signos astrales coronados por dioses paganos del Palazzo Schifanoia.
En la exhibición, Aby Warburg: Atlas Mnemosyne. Das Original de Haus der Kulturen der Welt, por primera vez los paneles y los documentos originales están reunidos en su totalidad, distribuidos de manera concéntrica en el Ausstellungshalle 1.
El recorrido incluye, además, un acierto importante por parte de los curadores, un sector está dedicado al equipo de investigación que acompañó a Warburg en su titánica tarea hasta el año de su muerte. Fritz Saxl y Gertrud Bing rescataron el trabajo de su maestro del nazismo y trasladaron su vasta biblioteca (60.000 libros y 15.000 fotografías) de Hamburgo a Londres donde luego se creó el Instituto Warburg.
Los trazados estéticos presentes en las más de 1000 imágenes de los casi 80 paneles de la exposición nos transportan por las constelaciones visuales que pretendía exponer Warburg. Las pizarras están numeradas y forman series temáticas. La primera de ellas está señalada de la A a la C, corresponde a la introducción del Atlas y contiene mapas de Europa y Mesopotamia, ilustraciones del sistema solar, cartas astrales y la reproducción fotográfica del Hombre de Vitruvio de Leonardo da Vinci. De esta manera, su propuesta pauta las formas, los lugares y las figuras “superviventes” a lo largo del trazado de más de casi 3.000 años de imágenes.
En la serie El renacimiento de lo antiguo puede observarse la pasión por el Renacimiento italiano. Las reproducciones de El nacimiento de Venus y La primavera de Sandro Botticelli están presentes en diferentes tamaños, detalles y recortes de los diferentes personajes que componen ambas obras. En su libro El renacimiento del paganismo Aby Warburg dialoga con diferentes textos para analizar el trabajo del artista italiano y recuperar la vitalidad y el movimiento de los gestos.
Las tablas dedicadas Andrea Mantegna, Claude Manet y Albrecht Dürer contienen un estudio de mazos de tarot históricos y la perdurabilidad de las imágenes como el Mantegna Tarocchi (Ferrara s. XV); las barajas de Jean Dodal (Lyon s. XVIII) y Jean Payen (Avignion s. XVIII). Asimismo, el historiador alemán no dejó un texto escrito para cartografiar el recorrido de su Atlas que, al igual que las cartas de tarot, nos invitan a un viaje fragmentario y abierto hacia el arcano XXI, el Mundo.
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