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Spotlight

08 agosto 2024
Tuan Andrew Nguyen -fotograma de Los sonidos no enterrados de un horizonte problemático copia

Creer en las señales

Crónica sobre "Nuestros fantasmas viven en el futuro" de Tuan Andrew Nguyen en la Fundación Miró

Nuestros fantasmas viven en el futuro es una exposición de Tuan Andrew Nguyen, ganador de la octava edición del premio Joan Miró. El recorrido expositivo presenta cortometrajes, esculturas y archivo, alrededor de la reconstrucción de la memoria y de los tejidos sociales tras los proyectos colonialistas y los conflictos bélicos perpetrados en el territorio de Vietnam, Laos y Camboya durante el siglo XX.

Visitar la Fundació Miró siempre es una experiencia meditativa: en el contexto del Montjuïc, la obra arquitectónica de Josep Lluís Sert se transforma en una especie de templo. Entrar en él es aceptar su sintonía, visitar la muestra estable, admirarse con las vistas, alucinar una y otra vez con la fuente de mercurio de Calder.

Hay que subir para encontrar la exposición Nuestros fantasmas viven en el futuro de Tuan Andrew Nguyen, y lo primero que aparece ante los ojos es algo que está en el código del lugar: una referencia a Calder, unas esculturas muy cercanas a su lenguaje pero con una impronta diferente. Rápidamente aparecen los vestigios de armamento entre las piezas de los móviles, son carcasas de las bombas halladas en Vietnam. Con la imagen completa, la composición abstracta de pronto deja de serlo, en cambio es posible ver el retrato estático de varios bombardeos. Esa imagen detenida en el tiempo, el instante antes de la detonación, nos da una pauta del viaje en que estamos a punto de adentrarnos, porque ya vemos un velo a traspasar, pero nos encontraremos con otro y después otro, para incorporar íntimamente el asunto que se pone en escena.

El velo se abre hacia el misterio, sin embargo hay una realidad concreta e ineludible que son las bombas, su presencia ominosa enseguida dispara la angustia. En la segunda sala se presenta El sonido de los cañones, familiar como tristes estribillos que pone en diálogo dos relatos audiovisuales: una propaganda militar estadounidense y un registro documental del desentierro de las bombas halladas en la actualidad. Entonces el título de la exposición empieza a cobrar un sentido, que también está expresado en el texto curatorial de Martina Millà bajo la incógnita sobre si las guerras alguna vez terminan.

En esta obra aparece la voz de la bomba. La que habla es una que no estalló, porque de los 7,7 millones de toneladas de bombas lanzadas durante los veinte años que duró la contienda estadounidense, muchas no explotaron, algunas lo hicieron más adelante, algunas se mantienen enterradas, pudiendo detonarse o no. Se desentierra el pasado, un peligro inminente, y éste tiene el poder del estruendo destructivo o del silencio. En su silencio la bomba habla de sí misma, de su fabricación en tierras lejanas, de las operaciones militares, de su anidamiento en una selva oriental. Una canción vietnamita acompaña su relato, porque el canto siempre está unido a la memoria.

Un velo más y nos encontramos en otra sala de cine, quizás el corazón de la exposición. Durante un cortometraje se retratan personajes bastante realistas, sin embargo la ficción entra con fuerza para contar lo inefable. La muestra es un gran ejercicio de retrato que eleva las voces de personas relegadas al olvido, y las representa en el proceso transformador de elaborar el trauma. El olvido es la verdadera muerte, todos lo tienen claro y en sus distintas aproximaciones a la memoria, cada personaje ofrece una estrategia: el cinismo se disuelve en la trascendentalidad del arte, el escapismo físico y mental al dolor, se conduce con el sonido, la destrucción se afronta con una paz interior, humildad y afecto que habrá que rescatar valientemente del fondo de cada persona.

Vista expo Andrew Tuan Nguyen en la fundación Miró

Vista expo © Fundació Joan Miró. Foto Pep Herrero

En Los sonidos no enterrados de un horizonte problemático también se pone en escena la reencarnación de Alexander Calder que conecta el recorrido y nos devuelve a la pregunta sobre el vínculo del contexto con la obra ¿qué significa la reencarnación de una práctica en un contexto que no le corresponde discursivamente? ¿Desde dónde vemos estas obras, quienes somos en esta trama? El brazo que se extiende hacia afuera con la referencia a Calder, nos introduce en un relato sobre desplazamientos.

En la relación que la exposición propone entre el terror de la guerra —concreto, carnal y urgente— y el valor simbólico del arte —como convención cultural e intelectual— el sonido es capaz de trascender e instalar en el cuerpo la experiencia que se expresa en las pantallas. Y el gesto sonoro demuestra que se puede creer en lo que no se ve, o que es más factible entender lo inaprensible si se compromete todo el cuerpo.

Fotograma del video Andrew Tuan Nguyen

«Los sonidos no enterrados de un horizonte problemático», fotograma

Tras otros velos, la experiencia sonora encarna nuevas historias, y la intensidad emocional aumenta a través de las estrategias narrativas. Nunca sabemos si sigue la aventura hasta que traspasamos el velo. En la próxima sala hay un álbum familiar y el sonido de una voz que ensaya un diálogo o canta una canción, siempre en clave entrañable. Al recorrer las imágenes nos encontramos con el registro de soldados reclutados en colonias francesas y las familias que conformaron durante los años de ejercicio en Vietnam. Se trata del caso de los tirailleurs, un fenómeno sociopolítico del colonialismo francés, que atraviesa el tejido social de los habitantes de esas colonias. El caso se presenta en la escala íntima de sus hogares, desplegando unas tramas tan complejas y desgarradoras como inimaginables para quien es extrajero a su conflicto. El sonido de la voz narradora hila la experiencia de múltiples perspectivas que produce la disposición de las pantallas. Desde el centro de la experiencia, es posible recorrer con la mirada distintos escenarios sobre el mismo relato, y sin nunca perdernos del mismo, encontrar señales en las distintas imágenes. Nuevamente, el gesto nos integra apelando a nuestra presencia como testigos del drama.

tirailleurs © Fundació Joan Miró. Foto Pep Herrero

Situado en el mismo caso de los tirailleurs, un cortometraje se dispone en la muestra como último portal: uno capaz de conectarnos con la otredad, con nuestros muertos, con nuestros futuros fantasmas. Una operación poética de potencia transformadora estructura el relato de una mujer a quien la historia jamás hubiera rescatado, y cumple la doble función de restituir la memoria de los derrotados y ofrecernos un espejo de las miserias corrientes de la sociedad. Sin embargo, en el balance de los símbolos y su escenificación prevalece la esperanza y la sensación de haber alcanzado alguna justicia. Quizás es el triunfo de la fe sobre sobre la destrucción lo que articula los elementos que son materia en general de la exposición. Porque nadie vivo escuchará es un relato mundano y desafortunado que se proyecta al infinito gracias a la generosidad y el coraje sublime de su protagonista.

El último velo es volver a la propia vida sabiendo todo lo que la exposición ha logrado enseñarnos, algo que no sería posible conocer mediante cualquier disciplina abocada a los grandes relatos geopolíticos. La tensión entre la memoria y el olvido, que conforma el cuerpo de este trabajo, se instala en algún lugar de la consciencia a través de la agudeza y los temblores reverberantes del trabajo sonoro. Si nuestros fantasmas viven en el futuro quiere decir que aún estamos vivos, en una temporalidad que convive con la futura muerte física y memorial; con los problemas no resueltos que deberán afrontar nuestros fantasmas y las generaciones que con ellos cohabiten, entre las tribus invisibles de los que todavía aman.

Tuan Andrew Nguyen, retratos con sus piezas

Tuan Andrew Nguyen con sus obras © Fundació Joan Miró. Foto Pep Herrero

(Foto de portada: Tuan Andrew Nguyen, «Los sonidos no enterrados de un horizonte problemático», fotograma)


Nuestros fantasmas viven en el futuro se puede visitar hasta el 24 de septiembre de 2024 en la Fundació Miró.

Retrato de merlina Rañi

Merlina Rañi (Brasil, 1987) es una curadora de arte orientada a medios digitales y divulgación científica. Investiga sobre entornos virtuales y su relación con la fisicalidad, su práctica gira en torno a la producción narrativas. Sus últimas producciones se centran en el impacto de la abstracción tecnológica en aspectos políticos y afectivos de la sociedad, en torno a ejes como simulación, lenguaje, complejidad y aprendizaje automático.

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