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Creo que todos podemos estar de acuerdo en que hubo una mujer-leyenda que batió su espíritu por los campos de Francia durante al menos cien años a la que llamaron Juana[1]Juana de Aizpuru. También podemos estar de acuerdo que no en Francia, sino en España, somos doblemente afortunados al haber tenido la suerte de no solo haberla tenido a ella sino también a la nuestra propia, cuyo pelo de fuego también batalló por los pabellones de ARCO durante al menos otros cien años más. Y, además, en este 2025, los meteorólogos nos dejaron un juego de letras al quitar la vocal “u” de una borrasca que, como las dos anteriores mujeres, estas con “u”, golpeó con fuerza IFEMA mientras dentro se avecinaba la gran tormenta del arte en España.
Dejando fuera por obviedad a los fenómenos (iba a decir fenómenas pero me sonaba a entrenador de fútbol) el resto de todos nosotros nos tuvimos que refugiar dentro del pabellón. Las Juanas y Janas no, pero para el resto, otras aguas, todavía más profundas, comenzaban a desparramarse. Desde cada stand, desde cada dossier, desde innumerables puntos de fuga, unas corrientes cargadas de electricidad iban derribando uno a uno los paraguas de nuestras mentes. Sí, otro año más con el agua hasta el cuello, nueva oportunidad para aprender a bucear por los entresijos de las únicas olas que parecen surfear al mundo. Otro año más para darnos cuenta de nuevo que solo los artistas parecen saber explicarnos porque seguimos aleteando, casi sin respiración, sobre aguas fétidas y estancadas.
Y estas a continuación son solo unas pocas de las muchísimas propuestas. Al fin y al cabo, el arte como el agua, siempre está en movimiento…y venga; ¿Por qué no? ¿No se ha dicho siempre que no se le puede poner diques al mar? Estas fueron las islas que encontré en IFEMA en las que fui desembarcando y en las que como en un cuento épico, pude al fin beber un poco de agua dulce.
Primera parada de la expedición, Callirrhoë de Atenas. No podía ser de otra forma. Si la metáfora conductora de este texto es el agua hay que empezar por el principio de todo. Además, Atenas es ahora mismo un verdadero hotspot. Mi editora María (otro buque insignia de mujer) me presentó a su fundadora Olympia Tzortzi y todo los que nos contó fue pura maravilla. Para empezar, es una galería joven, fundada y llevada por una de esas chicas que te hacen entender por qué el siglo XXI es el siglo de ellas y que además representa como nadie la nueva ola de artistas griegos que están levantando de nuevo Atenas. Os recomiendo visitar su web (sino estáis es Grecia) y que veáis los preciosos mapas (para mí son eso, no lo tiene que ser para ti) de Yorgos Stamkopoulos. Sus continentes se deshacen en los lienzos como si fueran de confeti. Además, y esto de verdad que es cierto, Olympia nos contó lo siguiente:
“Callirrhoë significa la energía de una corriente de agua. Es un término de la mitología griega y decidimos llamar así a la galería porque cuando entramos por primera vez en el espacio, estaba casi en ruinas. No obstante, había en la pared un grifo. Fuimos a abrirlo y de repente el agua comenzó a salir a borbotones. La magia estaba servida, no podía sino augurarnos que la corriente estaba de nuestro lado”.
Yorgos Stamkopoulos en Callirrhoë. Cortesía Callirrhoë
Seguimos con otro espacio que esta vez no está llevado por una chica, sino, es más, se llama El CHiCO y creo que no necesita presentación. Es una de esas galerías que también han vuelto a redefinir Madrid y su dueño, Javier Aparicio, es uno de esos hombres que bien se merecen un puesto al lado de las grandes mujeres. Su propuesta estaba cargada de sutileza. Maya Pita-Romero nos invitaba a adentrarnos en los misterios del cuerpo, con sus inevitables fechas de caducidad. ¿Os acordáis las vanitas de la pintura barroca? Bueno pues sus instalaciones nos vuelven a poner de frente ante la vacuidad de todo. Nos vamos descomponiendo día a día y aún somos, como lo eran en el XVII, los suficientemente arrogantes (o más bien cobardes) como para no querer confrontarlo. Y luego estaba Cristina Stolhe, que tiene la capacidad de darle a sus fotografías ese tipo de niebla que en inglés llamaríamos Intriguing, o Disturbing, o sencillamente Bello.
Maya Pita-Romero en El CHiCO. Cortesía El CHiCO
Mención de honor para Lara Fluxà de Bombon Projects, otro espacio hot, esta vez de Barcelona, ciudad que también nace del mar. Fluxà ganaba el Premio Pilar Forcada ART Situations y se lo entregaba la gran capitana al mando, otra mujer arrolladora, la directora de ARCO Maribel López. Su pieza ganadora, Flure, es una oda a la inherente fuerza de lo frágil. Qué hermoso. Y de nuevo es la energía femenina la que nos recuerda que frente a la naturaleza lo estamos haciendo todo mal, pero que muy mal, que el tristemente famoso discurso de Trump de “vamos a perforar, baby, a perforar” debería pertenecer ya a los recuerdos de otro mundo más lejano, y, sobre todo, mucho más feo.
Lara Fluxá en bombon projects. Cortesía bombon projects. Foto: Roberto Ruiz
Otra mención especial para Tadej Pogačar de la galería eslovaca P74. Liubliana será próximamente otro place to be, y si no, tiempo al tiempo. Qué maravilla su pieza School´s Out 1999 (aunque es un proyecto que va de 1997 a 2013). Solo digo que si hubiera tenido dinero la habría comprado ahí mismo. Un precioso collage que transita por la oscuridad y lo tierno.
Tadej Pogačar en P74. Cortesía P74
También mención de honor, y no podría ser de otra forma, a la inmortal Helga[2]Helga de Alvear. Gracias por haber existido, uno de tus Donald Judd me pareció la obra más refinada de toda la feria. Y por supuesto Chaveli Sifre en la galería Embajada de Puerto Rico. Un muelle dónde desembarcar para poder oler sus obras, que cuestionan la hegemonía del ojo como instrumento único en la sensorialidad del arte.
Cuatro piezas de Chaveli Sifre en la galería Embajada. Cortesía Embajada y la artista
Y tenemos que ir terminando por cuestiones de formato, aunque podríamos seguir navegando y navegando como si fuéramos tripulantes del icónico Veinte mil leguas de viaje submarino. ¿Y con qué cerraremos esta travesía? Pues acabamos donde empezamos, en Madrid. The Ryder Projects, los inteligentísimos Carmen y Roberto, traían otra cabellera de puro fuego. Vamos cerrando así las alegorías de este artículo. Suzanne Treister y su pieza Software/Q. Would you recognise a Virtual Paradise?/Serv-Wel de 1993 nos transportaba a la nostalgia de un mundo en disquete. Un tema que ha pasado ya a ser digno de un óleo. Y menudo óleo, ojalá también poder haberlo comprado. Los 90 siempre me han parecido fascinantes.
A la izquierda en primer plano Suzanne Treister en el stand The Ryder Projects ARCO 2025. Cortesía The Ryder
Y aquí ya sí que nos paramos, subimos a la superficie y tristemente dejamos de lado esa bombona de oxígeno que nos ha permitido este buceo. Los artistas, sí, ellas y ellos, han sido una vez más ese aire que ha permitido la vida. Un viento de una semana, en IFEMA, mientras el agua nos sigue llegando cada vez más al cuello.
(Imagen de portada: Vista del stand de The Ryder Projects en la feria ARCO 2025. Cortesía: The Ryder)
Jesús Nebreda Galíndez es un especialista en diseño y arte para plataformas digitales con un Master en Gestión Cultural por la City University de Londres cuya tesis versó sobre la Moda como uno de nuestros últimos productos culturales como sociedad. Jesús ha trabajado para instituciones como el Museo Británico y Saatchi Gallery y en plataformas de venta de arte y diseño como Pamono y más recientemente Artsy. Colabora de manera regular escribiendo artículos de opinión y entrevistas para las publicaciones METAL, Acero y Neo2.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)