Desde mediados de los setenta, Anthony McCall (1946, Reino Unido) está reconocido como uno de los artistas más singulares e innovadores en su ámbito de trabajo que se desarrolla en la intersección –simple compleja y sensorial– del cine, la escultura, el diseño y la performance. Solid Light es el conjunto de obras cumbre de su trayectoria de las que el MAAT de Lisboa expone hasta el 17 de marzo en la muestra Rooms cuatro piezas producidas entre 2007 y 2020.

Las “luces sólidas” de McCall fluyen por el espacio en penumbra como esculturas lumínicas inmateriales. En estas instalaciones fílmicas no existe ninguna separación o jerarquía entre el espacio de los proyectores y de las pantallas y el espacio del espectador. En consecuencia, la prioridad de la experiencia fílmica deja de estar enfocada en la imagen proyectada (finalidad misma de la cinematografía) para desplazarse a un lugar intermedio donde se desarrolla el fenómeno de proyección.

La implicación del cuerpo del visitante es igualmente primordial en las creaciones de Anthony McCall. La dimensión performativa de estas obras surge, por tanto, de la articulación entre la participación del espectador, la sensación corporal y la percepción de la fisicidad de las formas dibujadas por la luz. La función espontánea –y al mismo tiempo previsible– del público consiste en intentar tocar o atrapar esa película sedosa y metamórfica compuesta de luces nebulosas. Mientras examina las formas como si constituyeran un objeto o una escultura, el observador no se percata de que ya es parte de ese cuerpo visual; esto es, de la obra de arte.

Las formas proyectadas, a las que McCall denomina «impresiones», van cambiando lentamente, casi de forma imperceptible, de tal manera que el visitante las percibe como una forma escultural estática. McCall comprendió que, si movía una «impresión» demasiado deprisa, el espectador dejaría de considerarla como una escultura y la observaría como si fuera una película. En el planteamiento creativo del artista, el público es crucial en el descubrimiento de la obra de arte: su movimiento, junto con el de la propia escultura, instaura esa interacción indispensable.

 

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La fotografía Room with Altered Window (1973) da la bienvenida a la muestra. Con ella, McCall consiguió documentar uno de sus primeros experimentos artísticos que sirvió de base para Solid Light. La imagen muestra una ventana cubierta con papel negro con una rendija por la que se filtra –o se proyecta– una franja plana de luz solar en la habitación. El polvo en suspensión y el humo del tabaco condensados en el espacio contribuyen a intensificar su visibilidad.

Cuatro instalaciones ocupan el contiguo espacio expositivo en tinieblas. Los dos proyectores alineados de You and I, Horizontal III (2007) ejecutan una especie de danza conjunta, mientras que la pieza procedente de la serie Mirror recurre a un espejo para intensificar y dotar de profundidad la proyección. De la serie Acoustic son Doors y Skylight, dos conos de luz en pedestal con banda sonora tempestuosa de David Grubbs.

Anthony McCall se mueve con una gracia irrefutable en el terreno lumínico convertido para él en género artístico. Sus esculturas translúcidas moldeadas por el humo brumoso entablan un diálogo, o más bien un juego o un baile, con el espectador; una inmersión sin la cual estas piezas no tendrían fundamento ni discurso alguno. Sobre el público recae la misión de quebrantar los haces de luz para configurar nuevas refracciones en una estimulación recíproca y tridimensional que vertrebra el trabajo del artista.

Anthony McCall en el MAAT Lisboa, hasta 17 MARZO 2025.

(Foto y video © Paco Arteaga)