Élan d’Orphium es el alter ego de Pablo García Martínez. Nacido en Don Benito, Badajoz en el año 1992, los estudios en Bellas Artes e interpretación de violín le llevaron a Madrid. Una vez en la capital, la personaje drag Élan emerge producto de una proyección bizarra de los miedos y las fantasías del artista; imbuidos por la atmósfera oscura de los antros nocturnos. Abalorios colgantes, perlas de fantasía, rubores y colores primarios que contornean mejillas y sienes, postizos de muñequita panki y mucho, mucho látex. Su cosmética evoca la provocación angulosa y artificial de La Movida Madrileña antes que al maquillaje filtro-porcelana visto hoy en redes sociales. El drag de Pablo nace como necesidad, como instinto de exploración alimentado por la espontaneidad y por la estética kitsch presente en la subcultura de la metrópolis.

Pero no es todo brutalismo: su monstruosidad de arlequín kuir ―que bastardea grácilmente a un Mathew Barney con una José Pérez Ocaña travestida como devota de mantilla― es contrapesada por un toque de inocencia infantiloide, propia de las caricaturas niponas o de los personajes grotescos de las fiestas populares de sus tierras.

Los cabezudos en las ferias patronales de septiembre, fotografía, Archivo Revista AZAGALA, Alburquerque, c. 1960s.

Tras el COVID-19, la pesadilla de cualquier persona que cuestiona la cis-hetero-normatividad se volvió realidad: Pablo debió retornar a su ciudad natal. El sexilio de Élan en la noche cosmopolita se transformó en los llanos de la periferia extremeña, y de pronto comenzaron a orbitarle preguntas sobre las raíces y las genealogías chuecas que habitan latentes, sepultadas a ras de la historia oficial. ¿Han existido en las fiestas paganas extremeñas espacios de expresión para la ambigüedad sexo-género o el deseo anti-normativo? Fue entonces cuando la Asociación Cultural y Juvenil Sambrona de Alburquerque invitó al artista a formar parte de su programa de Micro-Residençias Artísticas versión 2021: espacio inaugurado en 2016 como coyuntura para artistas, críticxs y disidencias sexuales dentro de aquel territorio.

Élan D´Orphium (Pablo García Martínez), dibujo proceso de «La cabezada: sueño breve», 2021.

A poco andar, la atención de Élan junto con su contraparte Sambrona recayó en una tradición popular campy recordada con pavor por el Pablo infante: los cabezudos de las fiestas patronales de septiembre. Calada en la memoria estival del pequeño Pablo se encuentran aquellos corpóreos empleados por adultos, realizando pasacalles carnavalescos repartiendo golosinas, portando grandes y redondas cabezas huecas representando personajes de cuentos de hadas. La mera apariencia de los cabezudos puede producir una reacción paradójica en lxs niñxs: la euforia glicémica de los dulces, paralela al espanto de encontrarse con estos seres festivos, de elevada estatura para el punto de vista contrapicado de cualquier prepúber.

Sambrona facilitó al artista de nutritivos diálogos con la comunidad local y su relación con las fiestas populares. Compartieron con el notorio alburquerqueño Baldomero Gemio, organizador del desfile de los cabezudos. De su testimonio (y el de otros salvaguardas) pudieron recabar como antiguamente los pasacalles eran muchísimo más rudos, cuando los niños arrojaban piedras y otros objetos contundentes a los cabezudos. Así, Élan comenzó a inspirarse de estos y otros mitos que dicen relación con las figuras perversas del carnaval, como las abominables Carantoñas de Acehúche que salen durante las fiestas de San Sebastián o al temible Jarramplas de Piornal. Élan habría de investigar sobre las mujeres disidentes ―cis y trans*― de la zona, quienes prestaron su testimonio y su corporalidad para la obra del artista ocultándose detrás del anonimato provisto por el ícono popular.

Élan d’Orphium (Pablo García Martínez), «La cabezada: sueño breve», cortometraje, 14:48 min, 2021.

El 30 de junio de 2021 se estrenó La cabezada: sueño breve en la televisión local de Alburquerque. En este cortometraje en blanco y negro, el resultado de la residencia artística de Élan, las exploraciones sobre el inconciente y los miedos infantiles de no caber dentro de la norma se reflejan en dos personajes contrastantes que son hilados a través de un relato surrealista sin una narrativa fija. Por un lado está la mozuela, interpretada con la misma cabeza de Blancanieves empleada en los pasacalles de Alburquerque como préstamo especial para el filme. De su comportamiento podemos entender que representa los miedos e inseguridades: la tensión que se genera al intentar reprimir la diferencia por miedo al ostracismo y a los crímenes de odio.

Élan d’Orphium (Pablo García Martínez), «La cabezada: sueño breve», cortometraje, 14:48 min, 2021.

En segundo lugar, Élan se convierte en daimon cabrío. De plataformas de látex con taco aguja, tupido pelaje, pecho descubierto, cosmética y largo y fálico sombrero de centeno, este personaje y su actitud evoca la ambigüedad grotesca propia de las expresiones costumbristas extremeñas: enfatizando un carácter jovial y deseante que reclama por la ancestralidad y por la futuridad de aquellas identidades que no caben dentro del binarismo de género.

(Imagen destacada: Élan d’Orphium (Pablo García Martínez), La cabezada: sueño breve, cortometraje, 14:48 min, 2021).