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En uno de sus últimos libros, titulado 15M. El tiempo de las plazas, Julia Ramírez-Blanco describe la estética precaria como propia del activismo transnacional de los años 90 y 2000, y del activismo creativo que se inspira en ello. Estas manifestaciones creativas, que tienen lugar tanto en las calles como en los museos, se pueden resumir bajo la denominación más general de estéticas del cambio social, un cambio social que mira hacia el futuro, a veces de manera utópica y otras veces distópica. Según la autora madrileña, estas prácticas artivistas instauran una imaginación radical que permite poner el foco en los aspectos desastrosos de la contemporaneidad. A menudo, este tipo de prácticas se nutren de ironía y humor para ofrecer, a través de ellos, momentos de desahogo o alivio frente a los distintos reclamos del activismo transnacional, como la manipulación mediática, la crisis ecológica, los problemas de vivienda, el precariado y la crisis económica.
En la exposición Tik Tak. El impacto de la economía global en los cuerpos, comisariada por Teresa Blanch e instalada en la Sala Observatori del Tecla Sala hasta el 9 de julio de 2023, Enric Maurí aborda uno de los temas que le preocupan desde hace tiempo y que se entrelazan con los nervios descubiertos del neoliberalismo mencionados anteriormente: la estética precaria . Existe un error grave de perspectiva al interpretar la precariedad como un efecto colateral o una consecuencia negativa de las crisis cíclicas del capitalismo. La precariedad no es una consecuencia de algún error histórico dentro del capitalismo, sino una de sus condiciones de existencia. Las crisis y la precariedad son constitutivas para él. La sociedad de consumo y el mercado que la sostiene necesitan ciclos de caos y reconstrucción para mantenerse a flote. Un ejemplo de esto en el ámbito de los objetos industriales, que son los protagonistas aquí, es la obsolescencia programada que los acompaña desde su creación. Esta es una muerte anunciada y una metáfora, en palabras del artista, «de la obsolescencia de la felicidad humana convirtiéndola en una víctima de la especulación capitalista y, por lo tanto, totalmente vulnerable». Además de esto, con el desarrollo del capitalismo cognitivo, relacional y de los afectos, no solo los objetos, sino también los conceptos, las ideas y los movimientos sociales están programados para volverse obsoletos rápidamente en la sociedad actual, que necesita un cambio constante para mantener la economía de mercado. Así, la obra de Enric Maurí escenifica la decadencia a la que todo está destinado en el ciclo de vida capitalista, un carrusel de escombros y desechos.
En esta exposición, lo hace a través de dos metáforas: la obsolescencia programada de los objetos tecnológicos y la fragilidad de los campamentos urbanos, a partir de las cuales plantea una reflexión acerca de la vida social disfuncional en el capitalismo avanzado.
El artista aborda temas como la intoxicación de los cuerpos, que va de la mano con la contaminación del planeta. Esto se debe, entre otras causas, a la falta de reciclaje, al constante rechazo de objetos en el primer mundo y a la continua sustitución impulsada por el capital. También se aborda el problema global de la vivienda y el derecho a la misma, simbolizado por la reproducción de asentamientos precarios propios de las zonas urbanas y periurbanas de casi todas las ciudades del mundo, los cuales también terminan en residuos. Además, atodo esto se acompañaun mundo virtual y paralelo en Internet que propone una realidad alternativa, ficticia y distorsionada que desafía lo humano, tanto idealizada como inalcanzable, y hacia la cual los sujetos se esfuerzan por equipararse en una tensión continua.
La exposición se compone de cuatro partes, según explica la comisaria Teresa Blanch, que hacen referencia de manera diversa a la situación de precariedad en el mundo causada por una equivocada idea de progreso que afecta tanto al individuo como a la naturaleza. En primer lugar, la serie de fotografías titulada Darrere els tanques o a tot arreu denuncia el tema de la especulación inmobiliaria y los déficits laborales. Luego, el video Estrés: cossos i coses y la instalación Desastres aluden a cómo los problemas globales repercuten en las personas concretas. En la parte central de la sala, se muestra un video que registra la acción inaugural de la exposición, una performance radical en la cual el artista golpea y derriba una columna de escombros como acto de desahogo. Y, finalmente, la instalación Sala d’espera reproduce el interior de una chabola, invitando a experimentar la vivencia de inseguridad, incertidumbre y opresión de quienes viven en estas habitaciones en la calle.
Las cuatro partes están acompañadas por rótulos y pancartas hechas también con materiales precarios, como aquellas usadas durante las manifestaciones de protesta, junto con la reproducción de grafitis callejeros y eslóganes de protesta extraídos de los muros urbanos. Sin embargo, con esto, Enric Maurí nos plantea una última broma, desafiando nuestra credulidad y dejándonos desesperanzados con respecto al éxito de esta protesta: estos breves textos no han sido escritos por ningún activista, sino por ChatGPT, en una interacción durante la cual el artista le preguntó al bot: «¿Puedes escribir una poesía al estilo de Brossa sobre el consumismo? ¿Sobre la sanidad? ¿Sobre los movimientos obreros?». Esto indica cómo el capitalismo, y sobre todo el capitalismo más avanzado, que es el capitalismo digital, absorbe y banaliza todo, incluso nuestras luchas.
Enric Maurí en dialogo con ChatGPT:
E.M.: em pot escriure a mode de Joan Brossa una poesia sobre les grans corporacions que controlen nel món?
ChatGPT: Aquí tens una possible poesia al estil de Joan Brossa sobre les grans corporacions que controlen el món:
El món està en mans de poques grans corporacions,
que manegen el poder i les finances amb destresa.
Són els amos dels mercats i de les decisions,
i nosaltres els seus esclaus, sense cap esperança.
La globalització ha estat el seu gran triomf,
han aprofitat el nostre benestar per a la seva riquesa.
Són els qui decideixen què comprar i què menjar,
i nosaltres, com bèsties, seguim les seves directrius sense pensar.
Els lobbies i les multinacionals controlen les lleis i les normatives,
determinant el que és bo i el que no ho és.
Els seus interessos són els únics que importen,
i els nostres drets, les nostres vides, són meres mercaderies.
Però no tot està perdut, encara podem lluitar,
per recuperar el control del que és nostre i del que és just.
Hem de trencar les cadenes que ens mantenen atats,
i exigir un món més equitatiu, més sostenible i més humà.
Les grans corporacions no poden ser el nostre destí,
no podem ser meres xifres en les seves estadístiques.
Hem de fer-nos escoltar, hem de fer-nos valer,
i recuperar el poder que ens han robat al llarg dels anys.
La lluita serà llarga, però no hi ha altra opció,
si volem deixar als nostres fills un món millor.
Un món on la llibertat i la justícia siguin reals,
i les grans corporacions no siguin els amos dels nostres destins.
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)