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Spotlight

01 agosto 2024
cuatro performers, dos tendidas en el suelo y dos haciendo volteretas

MOLOKO VELLOCET

Volteretas al ritmo de Hard Techno en el MNAC

Estoy navegando por Instagram y veo que Joan Morey, artista de la performance, cuelga lo que será una de las activaciones de la propuesta de Candela Capitán, MOLOKO VELLOCET, realizada en el marco del Festival Grec de Barcelona. Dentro de dos días vuelvo a Barcelona, después de una estancia de nueve meses en Madrid, y parece el plan perfecto para empezar las vacaciones de verano.

Desde que conocí a Joan, hace ya cosa de año y medio, siempre he querido asistir a alguna de sus performances en directo. Su relación con la performer Candela Capitán, trabajo que conocí mediante el contacto con la obra de Joan, no es para nada nueva: un ejemplo de ello es la obra LA INFLUYENTE. Una performance expandida para pantallas y cuerpos (2019), en la que Candela interpretó el papel de T€R€$A, creada por Joan, y que presentaron en el Centro Botín. Viendo esta combinación de artistas, y el ambiente de rave que ya se presentía por las publicaciones de Instagram que servían para promocionar la obra, estaba claro que no saldría de allí decepcionado.

cuatro performers masculinos de pie en el escenario blanco

The Death at the Club [en 45min. male] DJ set de Slim Soledad. Fotografía Daniel Cao

Hace un día que he llegado a Barcelona y me dirijo a la Sala Oval del MNAC para asistir a la que será la tercera activación de MOLOKO VELLOCET, titulada The Death at The Club [en 45 min. female], con un DJ set de TOCCORORO. Esta es la última de las tres activaciones que se han realizado a lo largo de julio (días 7, 11 y 13). En la primera activación, los performers eran todos hombres, mientras que en la segunda Cadela Capitán elaboró un solo. En el espectáculo que presencié yo eran todas mujeres. He leído que la performance tiene varios puntos de inspiración en la novela La naranja mecánica (1962), de Anthony Burgess, adaptada al medio cinematográfico por Stanley Kubrick en 1971, una de mis películas favoritas —por mucho que suene a tópico—. Ya desde el primer momento veo estas conexiones: la construcción de un escenario distópico, la acción repetida que marcará toda la performance, la atención de un público a esta acción repetida, el vestuario «ravero», el fondo musical de una parte de la novena sinfonía de Beethoven que marca la recepción a la sala… Son cosas que me transportan a la película, y en particular a aquella escena donde el protagonista del film, el personaje de Alex, es sometido al tratamiento Ludovico, obligado a visualizar bajo el efecto de las drogas una serie de imágenes violentas para provocar en él un efecto redentor. Aun así, lo que propone Candela Capitán en este universo distópico que construye me parece que causa más bien el efecto contrario: somos sometidos a un método Ludovico que despierta en nosotros el libre albedrío, nos otorga una cierta posición frente al sistema que nos permite cuestionarlo.

una performer vestida de blanco realiza una voltereta

MOLOKO VELLOCET. The Death at The Club [en 45 min. Solo]. Fotografia: Daniel Cao.

Pues bien, tras un tiempo de espera en la cola, todos los asistentes empezamos a entrar a la Sala Oval del MNAC, donde nos esperan cinco performers en una posición totalmente rígida, como si de esculturas se tratara. Después de los quince minutos en que los asistentes se situaban alrededor de aquel espacio central con el acompañamiento de la música clásica de Beethoven, esta se empieza a transformar en un hard techno. Es en este momento en que, primero una performer y al cabo de poco otra, empiezan a hacer la siguiente acción de forma repetida y totalmente sincronizada entre sí: una voltereta hacia delante, tres pasos hacia atrás. De esta manera se van acoplando al movimiento las cinco perfomers presentes, creando una coreografía movida por una sincronía completa. La acción se va desarrollando hasta que al cabo de quince minutos una de ellas cae tendida en el suelo. Pocos minutos después cae otra. Una de las performers caídas, al cabo de poco, se reanima de nuevo. Cae una y se levanta otra: estamos presenciando un juego de muerte y reanimación constante, lo que nos podría recordar a los ritmos de vida impuestos por la contemporaneidad, el mismo ciclo diario que vivimos al levantarnos, ir a trabajar, descansar y volver a la misma acción el día siguiente.

El porte robótico que mostraban al principio, con el paso del tiempo y la fatiga, se ve cada vez más humanizado. Veo a la performer  del centro, que no ha parado desde el inicio de la acción y lleva ya cerca de cuarenta minutos, con grandes marcas rojas en la espalda y respirando de forma acelerada. En la ejecución de alguna de las volteretas también noto que se desequilibra ligeramente, seguramente víctima de aquel mareo provocado por la acción continuada y el flujo de sangre a la cabeza. Esto se hace más evidente cuando la música se calma brevemente y puedo escuchar cómo las espaldas rebotan contra el suelo. Ahora me parece más espectacular todavía la resistencia que demuestran. En los últimos quince minutos se producen dos momentos que construyen una coreografía preciosa: uno en el que la performer  del centro cae y las demás performers siguen la acción a su alrededor; y otro en que todas caen y solo una continúa con la acción. Es en este último momento, cuando ya habían pasado cerca de cuarenta y cinco o cincuenta minutos desde el inicio de la acción, cuando uno empieza a intuir la llegada del final, y el volumen de la música va disminuyendo. Cuando la música para, esta última performer continúa con la acción, realiza algunas volteretas más, y podemos escuchar nítidamente tanto el golpe de la espalda contra el suelo como la acelerada respiración de ella. Al final se detiene y se queda de pie, mientras que las otras yacen en el suelo.

Tres performers están tendidas en el suelo y una permanece de pie

The Death at the Club [en 45min. female]. DJ set de TOCCORORO. Fotografía Daniel Cao

Es en este instante cuando el público empieza a aplaudir, hasta que llega un momento, después de varios minutos, en que los aplausos menguan y los asistentes dudan entre salir de la sala o no. Sobre la escena se ha quedado una imagen plástica preciosa, marcada por el contraste de esta performer erigida y las otras caídas, digamos, en combate. Decido quedarme unos minutos más en la sala, como si esperara algo, similar a cuando nos quedamos en el cine aguardando una escena postcréditos. Finalmente me marcho, después de despedirme tanto de Joan Morey como de Daniel Cao, que se han encargado de fotografiar y atender todo el proyecto. Dejo atrás la Sala Oval del MNAC admirando la gran naturaleza muerta que dibujan los cuerpos en el centro. Un proceso de despedida que se alarga y que, en realidad, me recuerda bastante al que he vivido en varias fiestas «techneras» a las que he podido asistir: aquel momento en que te pitan los oídos y te estás recuperando de toda la acción y el baile ejecutados durante horas, aunque en este caso lo más difícil ha sido aguantar quieto y sentado, movido por el ritmo marcado por el hard techno que acompaña la acción en todo momento. Como el mismo título indica, es en ese momento en el cual presenciamos y experimentamos la muerte en el club, que en realidad no es más que la culminación de este juego de muerte y reanimación que se vive en este tipo de fiestas durante horas, motivado por diversas sustancias y una música que te va llevando de un extremo a otro. Al fin y al cabo, es una metáfora de nuestra propia vida diaria, pero a la vez también es un espacio que, durante algunas horas, desafía el statu quo en todos los sentidos.

[Imagen destacada: The Death at the Club [en 45min. female]. DJ set de TOCCORORO. Fotografía Daniel Cao]

Gerard Zamora (Sant Cugat del Vallès, 2001) es licenciado en Historia del Arte con mención en Gestión del patrimonio artístico (UAB), y con un máster en Historia del Arte Contemporáneo y Cultura Visual (UAM, UCM, MNCARS). Su investigación se ha basado en la exploración del tejido artístico contemporáneo de Barcelona y Madrid. También ha participado como comisario en exposiciones como “Entre lo íntimo y lo exterior” (Galería Nueva) y “Sobre la mesa: Semióticas de la cocina” (Biblioteca MNCARS); y colabora en publicaciones como A*Desk Critical Thinking.

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