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Con la ola de calor extremo que azota Europa, la guerra de Ucrania y la creciente inestabilidad socio-política mundial como telón de fondo, la decimocuarta edición de Manifesta, la bienal europea nómada abrió sus puertas el 22 de julio en Pristina, la capital de Kosovo.
El tema central de este año explora nuevas prácticas y modos de narración colectiva, de creación historias y de cómo las compartimos entre culturas y comunidades; muy apropiado para la situación geopolítica actual. Pristina es la ciudad ideal para acoger la bienal nómada, la capital más joven de Europa —en doble sentido: por ser la de un país recién nacido y porque el 50% de su población tiene menos de 25 años— se reinventa después de una guerra fundamentada en narrativas histórico-culturales conflictivas.
Tras la guerra de Kosovo (1998-99), que puso fin al dominio serbio sobre la nación balcánica, la región fue protectorado de las Naciones Unidas, convirtiéndose en estado independiente en febrero de 2008. Para Kosovo, cuyos ciudadanos sólo pueden viajar a cuatro países sin necesidad de visado, Manifesta es una potente llamada de atención a la comunidad internacional a través de amantes del arte, coleccionistas, artistas y periodistas, que llegan de todo el mundo.
Entre los muchos discursos de los políticos durante los días de preapertura, se repetía la reivindicación de que Kosovo se convierta en parte integrada de la comunidad europea y mundial —actualmente Kosovo es reconocido como estado soberano sólo por 98 (entre los que no está España) de los 193 miembros de Naciones Unidas—. «¿Es pecado ser albano-kosovar?», pregunta Driton Hajredinien, natural de Pristina y musulman, en sus piezas Sin 1 y Sin 2, desde la oscuridad de una cabina de confesión de una catedral católica alemana. A pesar de que el segundo sacerdote le dice que se puede tratar de un «pecado estructural», podría ser que estos curas cristianos aclararan por qué él y el resto de kosovares están condenados a vivir como ciudadanos de segunda dentro de Europa. ¿Es un castigo por el pecado de haber nacido en el sitio equivocado?
Pristina apuesta fuerte, con su deseo de convertirse en una «metrópolis de mente abierta» recibió, con la profunda hospitalidad de sus gentes, a los invitados del fin de semana inaugural con presentaciones, discursos, performances, conciertos, fiestas y hasta un after. En estos días los comentarios sobre el evento por parte de diferentes actores del mundo del arte han sido abrumadoramente positivos. Catherine Nichols, su mediadora creativa —notar que no se usa la palabra comisario o curadora—, ha puesto en marcha un formato expositivo de colaboración divertido, a la vez que serio y revelador, mostrando el trabajo de 103 artistas, de los cuales más de la mitad son kosovares o de los Balcanes Occidentales —termino acuñado a principios del siglo XXI para referirse a las naciones que formaban la ex Yugoslavia + Albania—.
Manifesta 14 presenta un extenso programa público y múltiples intervenciones en sus calles y plazas. Tiene como sede principal el Grand Hotel Prishtina, acompañado por otras 24 sedes repartidas por la ciudad. El hotel está coronado por la instalación estrellada de Petrit Halilaj, uno de los artistas kosovares más conocidos internacionalmente. En el interior, la exposición ocupa 7 plantas (de la 3ª a la 9ª) organizadas temáticamente bajo El gran esquema de las cosas: transición, migración, agua, capital, amor, ecología y especulación. Bajo el epígrafe de capital figuran los vídeos de las artistas españolas Lúa Coderch y Nuria Güell. Por su parte, Luz Broto presenta el proyecto público y colaborativo de intercambio de llaves. Destacar la pieza visualmente satisfactoria del albanés Adrian Paci, un poderoso examen de las emociones de la migración, y la íntima In the Name of the Father, de Alketa Xhafa Mripa, en la que baña a su anciano padre. El asiduo de las bienales, Lawrence Abu Hamdan, presenta una instalación que da continuidad a sus análisis de los testimonios de presos políticos. Mientras que los artistas kosovares emergentes Brilant Milazimi, Dardan Zhegrova y Doruntina Kastrati utilizan la pintura, la escultura y la instalación multimedia inmersiva para inyectar mundos extraños y, por veces inquietantes, en los largos pasillos y las habitaciones polvorientas del hotel.
Instalaciones Grand Hotel Pristina por orden de plantas. Fotos: Majlinda Hoxha. Cortesía © Manifesta 14 Prishtina
Dejando el hotel, en Rilindja, antigua gran sede editorial y de prensa, se encuentra la instalación Brutal Times del turco Cevdet Erek. El ruinoso, pero dotado de un aura especial, cine socialista Rinia se ha recuperado para mostrar un programa de cine africano a cargo de Christian Nyampeta; en el patio adyecente hay una instalación del colectivo tamtam. La Biblioteca Nacional de Kosovo, joya arquitectónica y edificio insigne de los Balcanes con su piel mallada metálica y sus 99 cúpulas, acoge la biblioteca del colectivo RomaMoMa. En el Gran Hammam del siglo XV, Chiharu Shiota ha creado una etérea instalación de hilo rojo con historias personales escritas a mano por cientos de kosovares. Y el gran almacen Gërmia (similar a nuestro Corte Inglés pero de la época socialista) está rematado por la instalación de Alban Muja consistente en una pequeña casa construida en el tejado.
Instalaciones en Rilindja, Kino Rinia, National Library, Grand Hammam, Gërmia. Fotos: Ivan Erofeev y Majlinda Hoxha. Cortesía © Manifesta 14 Prishtina
La importancia geográfica y geopolítica de Pristina, con su arquitectura otomana mezclada con la filosofía neoliberal de la posguerra —dicen de la mayoría de países del telón de acero que sus ciudades pasaron de las manos estatales comunistas a las manos de las mafias— y donde la parálisis jurídica y política de los años 1990 se tradujo en una pérdida del sentido de espacio público y en una falta de reconocimiento de lo común, ha aprovechado la otra misión de Manifesta, la de reivindicar el modelo de ciudad basado en «urbanismo participativo» para reconstruir, redefinir y reclamar un espacio público radicalizado y diverso… y es que eso, todavía hoy día, se considera un acto cultural subversivo.
Por eso, Manifesta 14 escogió el estudio de diseño Carlo Ratti Associati (CRA) para llevar a cabo la sensible renovación y relanzamiento de una biblioteca en desuso bajo la nueva apariencia del Centro de Práctica Narrativa (Centre for Narrative Practise), donde se presentan proyectos de Speculative Tourism o StoryLab, y que además ha conseguido financiación para funcionar los próximos 5 años. CRA ha logrado tras conversaciones con los ciudadanos que la comercial Calle Korriku sea peatonal —al menos durante los 100 dias de la Manifesta—. Y también ha creado el Corredor Verde, otro camino peatonal construido sobre vías de tren en desuso con árboles y plantas, que conecta el centro de la ciudad con la zona industrial. Frente a este corredor se encuentra el mayor enclave posindustrial de Pristina, la abandonada Brick Factory (fábrica de ladrillos), que ha sido limpiada, habilitada e intervenida por el colectivo berlinés raumlaborberlin. Ahí realizarán talleres de aprendizaje eco-urbano. Estamos expectantes de ver como se desarrollará la visión de la transformación urbana a lo largo de la bienal.
Centre for Narrative Practise, Green Corridor, Calle Korriku, Brik Factory. Fotos: Ivan Erofeev. Cortesía © Manifesta 14 Prishtina
El espectáculo no se detiene en Pristina, a 45 km está Mitrovica, epicentro de las tensiones entre kosovares y serbios. Allí, en el río que divide la ciudad, a la sombra de un puente todavía patrullado por soldados de la OTAN, se encuentra la instalación Europa sin monumentos de Stanislava Pinchuk, una reflexión sobre el potencial positivo y también el peligro de los monumentos.
Instalaciones en el espacio público: Stanislava Pinchuk en Mitrovica, foto: Marcello Maranza. Swap Keys de Luz Broto, foto: Ivan Erofeev. Susan Philipsz con Radio International Collective en Plaza Zahir Pajaziti, foto: Majlinda Hoxha. Ugo Rondinone en Plaza Adem Jashari, foto: Ivan Erofeev. Sislej Xhafa en el Monumento a los Partisanos en el Cementerio de los Mártires, foto: Ivan Erofeev. Cortesía © Manifesta 14 Prishtina
Ahora sólo cabe esperar que Manifesta deje un legado duradero tanto para la escena artística como para la comunidad de Kosovo. Una llamada al cambio y un debate honesto sobre la dirección de la ciudad y del país, así como un ejemplo de renacimiento de las ciudades, el arte y la arquitectura en los Balcanes occidentales. Desde su creación en 1996 en Rotterdam, la Manifesta nómada ha examinado, a veces con más acierto que otras, la cambiante topografía cultural de Europa a través del prisma y la situación específica de cada nueva ciudad anfitriona. Próxima parada, la quinceava edición de Manifesta en Barcelona en 2024.
Manifesta 14, hasta el 30 de octubre en Pristina (Kosovo).
Instalaciones en Palacio de la Juventud y Deportes de Pristina, Galeria Nacional de Kosovo, Ethnological Museum, The Flat, Hertica School House y Observatorio de Pristina. Fotos: Majlinda Hoxha e Ivan Erofeev. Cortesía © Manifesta 14 Prishtina
[Foto de portada: Petrit Halilaj, When the sun goes away we paint the sky, 2022, © Petrit Halilaj, Foto © Arton Krasniqi]
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